Nos mudamos a Dossier Geopolítico

22 de mayo de 2007

Geopolítica Suramericana

Banco del Sur:
una visión geopolítica


Pasó desapercibido el encuentro de ministros de economía y finanzas de Suramérica en Quito, capital de Ecuador, el día 3 de mayo de 2007. Y pensándolo bien, mejor que los mass media no hayan casi registrado la noticia, pues de lo contrario hubieran surgido cientos de analfabetos culturales locuaces según acertada expresión de Paul Feyerabend
(1924-1994) enmerdándolo todo.

El Banco del Sur es una iniciativa promovida por Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. Grosso modo la intención es crear un banco al servicio de las necesidades de la región suramericana con depósitos de la banca pública. Esto es resistido por los gobiernos de Chile, Perú, Uruguay y Colombia, porque pagaría menor interés que el internacional a sus colocaciones, ya que el Banco del Sur está pensado para otorgar créditos y préstamos más baratos que los que está cobrando la banca internacional y, por ende, pagaría menos interés.

El conjunto de reservas internacionales que tienen los seis países mencionados en dinero que está depositado en bancos de Estados Unidos y Europa suman 164.000 millones de dólares. Pero se da la paradoja, afirmó el ministro ecuatoriano de economía Ricardo Patiño que "nuestros países tienen todo ese dinero depositado ganando tasas de
interés muy bajas, sin embargo, después están pidiendo al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional y al Banco Internacional de Desarrollo que les ayuden a solucionar sus problemas financieros cuando tenemos un caudal inmenso de ahorros de nuestros países que pudieran ser utilizados para estos mismos fines sin caer en los
condicionamientos”.

El Banco del Sur arrancaría con un capital inicial de 7.000 millones de dólares, la controversia respecto del aporte de los países accionistas impulsores de la idea radica que unos, como Brasil o Paraguay, proponen hacer aportes menores del orden de los 300 millones y otros como Ecuador, Venezuela y Argentina proponen aportes significativos. En una palabra, unos quieren que el Banco del Sur nazca chico y otro piensan en términos de grandeza.

La contradicciones surgen con las declaraciones de Guido Mantega, ministro de hacienda del Brasil, quien sostuvo que:" la prioridad del Banco del sur será financiar proyectos de infraestructura, logística y energía" y recordó que "sólo el Banco de Desarrollo de Brasil tiene 120.000 millones de dólares para financiar al sector productivo de su país, en tanto que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tiene
sólo 100 millones de dólares para toda la región". ¿Qué pretende entonces la intelligenzia brasileña, crear un banco pobre esterilizando otra idea que puede servir para liberarnos, como lo hizo con la Comunidad Suramericana de naciones invitando a Surinam y Guyana, o sea, Holanda e Inglaterra a participar?.

Esta idea del Banco del Sur, hay que decirlo con todas las letras la lanzó Chávez y le mostró sus beneficios a Kirchner, quien honesta y cabalmente la aceptó. Brasil se sumó como se suma a todos los intentos de integración suramericana, no por su vocación integradora, sino porque Itamaraty no descansa en su ambición de dominio. Y así, si los
proyectos o ideas que se lanzan benefician su política permanente de "extensión al oeste" los apoya, de lo contrario los esteriliza, pero nunca los rechaza, pues su rechazo generaría una resistencia que no tiene porqué crear.

Esto hay que saberlo y nuestros gobiernos hispanoamericanos deberían alguna vez hacerlo notar. Brasil, a través de su cancillería Itamaraty, interpuso, interpone e interpondrá todos los recursos a su alcance para impedir la integración norte-sur o sur-norte de Suramérica, de modo tal que si hay algo que no desea ni quiere es la relación Caracas-Buenos Aires, y el Banco del Sur abona y refuerza esta integración.

Hace ya más de un siglo y a partir de los trabajos de don Tulio Jaguaribe, el padre de Helio Jaguaribe, los gobiernos de Argentina y Venezuela están solicitando al de Brasil avanzar en los trabajos para la integración fluvial del Suramérica sobre todo en la vinculación entre los ríos Paraguay –Guaporé a través del dragado de los ríos Alegre y Aguapey, atravesando la laguna Rebeca y el riacho Barbados y su respuesta siempre ha sido una dilación continuada.

Vemos como el Banco del Sur nos llevó a consideraciones que hacen al riñón de la geopolítica suramericana, a tratar de llamar a las cosas por su nombre y a correr el velo de las intenciones ocultas.

Mientras tanto los seis países que inicialmente constituirían el Banco del Sur tienen presos 164.000 millones de dólares, en Bancos de USA y Europa, esto es, diez veces más de los créditos que recibimos con condicionamientos de todo tipo, durante el 2006.
El Banco del Sur si naciera grande se transformaría automáticamente en la expresión financiera de la Unión Suramericana lo que le permitiría negociar como bloque y no aisladamente con los poderes internacionales. La consecuencia natural del un Banco del Sur pensado en términos de grandeza sería la implantación de una moneda única tal
como se propuso en la reunión del MERCOSUR, aquella a la que asistió Nelson Mandela, realizada en Ushuaia en 1999 y dilatada por Brasil sine die.

Finalmente la creación del Banco del Sur, y por eso escribimos sobre él sin ser economistas, no debe verse ni valorarse con visión financiera sino desde una visión geopolítica.

Alberto Buela
(*) CeeS
Federación del Papel

15 de mayo de 2007

Inglaterra y America del Sur

A continuacion se publica el trabajo de Roberto Dante Flores, nuevo integrantes del CeeS sobre le tema: Influencia económica británica en la política exterior argentina. El caso chileno.

Influencia económica británica en la política exterior argentina. El caso chileno.
Por Roberto Dante Flores

La influencia económica del Reino Unido en las relaciones exteriores de nuestro país persistió –directa o indirectamente- gran parte de los siglos XIX y XX. Pero esa influencia estaba siendo condicionada por una potencia emergente: Los Estados Unidos. Hoy podemos mirarnos en el espejo de la historia y aprender que las influencias dominantes en las relaciones internacionales pueden cambiar de nombre, pero la estructura sigue intacta. Debemos saber donde está el problema que impide nuestro desarrollo, para luego ejercer una política nacional y regional menos dependiente.

El mundo de fines del siglo XIX aparecía como un gran campo donde pugnaban fuerzas por dominarlo, cuyos actores principales crecieron al amparo del proteccionismo industrial. El liberalismo económico sólo servía a grandes empresas que mediante acuerdos controlaban el mercado, y a los sectores financieros y comerciales de los países periféricos asociados a las casas matrices británicas.
Inglaterra alentaba el librecambio comercial a ultranza debido a su gran influencia en la exportación de capitales y servicios en general (seguros, transporte, etc.). Este sistema era defendido por una lógica incontrastable: le posibilitaba mantener su predominio mundial con los ingresos del comercio (por ser el mayor comprador de productos primarios y su flota era la más importante del mundo). De este modo los países productores de materias primas al mantener liberados sus mercados permitían al Reino Unido introducir sus productos industriales y asegurarse ganancias adicionales por servicios (aparte de préstamos a los gobiernos de dichos países).

El sistema monetario imperante en el siglo XIX sirvió para que se consolidara en Sudamérica un régimen de dominación británica en lo financiero, que también tuvo su correlato político y militar. Al crecer el endeudamiento de las naciones americanas las oligarquías nativas -vinculadas a los financistas británicos- aumentaron su pánico a la ruina que podía significar el default de las deudas de los gobiernos, a quienes les habían prestado dinero. Ernesto Tornquist era un ejemplo de la oligarquía argentina empresario-financiera, vinculada al comercio con Europa y prestamista a diferentes gobiernos. Por otra parte, Perú y Bolivia fueron paradigma de países que cayeron en desgracia después de haber declarado el default de sus deudas. La Guerra del Pacífico (1879-1883) por el dominio del salitre peruano-boliviano, puede explicarse a la luz de ese default Los intereses salitreros británicos apoyaron a Chile porque era la nación que les brindaba mayor seguridad de recuperar sus inversiones. De allí surgió la necesidad de que Argentina, durante ese conflicto bélico, no actuara en defensa de los países díscolos con los acreedores.

El año 1879 fue clave para Sudamérica porque marcó el inició de un cambio profundo en su mapa político y económico. Mientras Argentina expandía su frontera hacia el Sur, en defensa de sus intereses ganaderos, Chile expandía su frontera hacia el Norte, en defensa de sus intereses salitreros. Ambas decisiones políticas significaron grandes beneficios económicos para Gran Bretaña, por las inversiones que brindaron al posterior desarrollo de las regiones conquistadas. Como contrapartida la deuda pública argentina (mayoritariamente en manos británicas) aumentó significativamente en 1881, año del Tratado de límites con Chile, hasta llegar a una cifra quince veces superior a fines del siglo XIX. Las causas son evidentes: la expansión de la frontera, los gastos militares, necesidad de infraestructura, etc. Entonces, en el momento de estallar la Guerra del Pacífico, el pago de la deuda del Estado argentino era de razonable preocupación por parte de los tenedores británicos de esos títulos, y aún antes de que asumiera el presidente Roca, ya que los antecedentes de esa deuda se remontan a 1824, más los fuertes compromisos asumidos posteriormente con la misma Banca Baring.

Entre Gran Bretaña y Argentina se estaba formado una relación estructural de interdependencia asimétrica, centro-periferia, sostenida a través de una alianza entre abogados de empresas británicas, banqueros y políticos argentinos. El Estado imperial británico se sustentaba en esa íntima relación que mantenían los miembros de las élites locales con los miembros del poder financiero internacional. Así lo muestran claramente las correspondencias de Roca, Juárez Celman, Pellegrini, Berduc, Tornquist, Terry, Mitre. Lo mismo podemos afirmar que ocurría entre los sectores financieros chilenos, los políticos y los financistas británicos. La vinculación de los sectores comerciantes-financieros de Buenos Aires con la gran banca británica es evidente por la necesidad de financiamiento que requerían esas actividades. Sin embargo, para probar que esos sectores influyeron en la política exterior argentina es necesario un análisis más detenido.

La influencia de los diplomáticos británicos en las decisiones políticas argentinas se remonta al período de Urquiza, cuando el vicecónsul de GB impulsaba la unificación de Buenos Aires con la Confederación. Este objetivo de la política británica fue alcanzado cuando Mitre asumió la presidencia de la República Argentina. Esta coincidencia de Mitre con los intereses británicos continuó durante años a través de su Partido Liberal y del diario La Nación. La política atlántica y de no-intervención en el área del Pacífico, iniciada durante su presidencia, pregonada desde su diario y seguida por Roca, era funcional a los intereses de los mayores banqueros ingleses (Baring en Argentina y Rothschild en Chile).

La política exterior argentina de espaldas al continente americano y pro atlántica tuvo sus defensores en Ernesto Tornquist y Bartolomé Mitre. Ellos fueron exponentes de las posiciones a favor de la no-intervención de Argentina en los conflictos de otros países americanos y de la defensa de la mediación de Su Majestad Británica ante los problemas de límites entre Argentina y Chile. La clave de estas posiciones, en apariencia desinteresadas y pacifistas, está en el vértice de la relación entre Argentina y Chile, y ese lugar es ocupado por Gran Bretaña. Los sectores atlantistas argentinos (léase, sectores vinculados al comercio y a las finanzas con Gran Bretaña) no hubiesen tenido el poder suficiente para imponer esa política de no haber mediado los máximos representantes de las finanzas británicas (léase, prestamistas a los gobiernos de Argentina y Chile: Baring y Rothschild).

El rol decisivo de Gran Bretaña en la demarcación de la frontera entre Argentina y Chile se dio principalmente a principios del siglo XX, durante la creciente tensión militar entre esas naciones sudamericanas. Las negociaciones concluyeron en los Pactos de Mayo (1902). Allí se evidenció la existencia de una doble triangulación de intereses argentinos-británicos-chilenos, cuando "las altas partes contratantes” designaron como árbitro “al gobierno de Su Majestad Británica". No dudamos -por los testigos de la época- que esta designación se resolvió forzosamente, bajo presión del mismo gobierno británico que solicitaba ser árbitro en el conflicto, a cambio de dar ayuda financiera (pero sin destino a la compra de armas). Tanto Argentina como Chile, para continuar su carrera armamentista, intentaron conseguir créditos de otras naciones. Pero por presión inglesa se le cerraron las puertas, y entonces no tuvieron otra alternativa que ceder. Estaban en manos del poder financiero internacional.
La presión del gobierno de SMB se explica porque:
1) Los intereses británicos en la región (representados por las inversiones públicas y privadas de sus súbditos), estaban amenazados por una guerra chileno-argentina.
2) El avance de la influencia económico-política de los Estados Unidos (y de Alemania), a largo plazo, ponía en peligro la hegemonía británica en América del Sur.
3) El capital británico -golpeado por la crisis financiera de l890- era el mayor acreedor de la deuda pública de Argentina y de Chile.
Este último factor por sí solo explicaría el interés de la diplomacia británica en evitar una carrera armamentista entre Argentina y Chile. El desvío de los ingresos argentinos y chilenos en armas hubiera afectado -sin lugar a dudas- el pago a los tenedores de bonos de la gran deuda pública con Gran Bretaña. Una mirada a los años siguientes muestra que, cual premio a la posición de nuestros gobiernos -previo pago de los empréstitos acordados- aumentaron las inversiones británicas y las compras de nuestros productos de exportación. Pero la estructura primario-exportadora de interdependencia asimétrica permaneció.
Ayer la relaciones exteriores estaban influenciadas por el sistema comercial-financiero dependiente de Gran Bretaña. Esta situación desalentó el desarrollo industrial y la integración socio-territorial de Argentina. Hoy esa estructura, pese a algunas medidas por cambiarla, sigue vigente con otros Estados-mercados.

13 de mayo de 2007

Libro: "Notas sobre el Peronismo" en Córdoba

El pasado viernes 11, en el salón auditorio del Centro Comercial de Córdoba, el CeeS Filial Córdoba, realizo la presentación del libro Notas sobre el Peronismo del Prof. Dr. Alberto Buela.
Alberto Buela se inscribe en el pensamiento critico a lo políticamente correcto y al pensamiento único y por ello encontraran que las ideas fuerzas sobre el libro son un movilizador a la discusión de ideas, y esto es fundamental en estos tiempos de escasas ideas en la dirigencia en general y política en particular en Argentina.
Fue muy significativa la presencia en el salón del Centro Comercial de Córdoba de la mayorías de las segundas líneas en que esta fragmentado el peronismo cordobés pero también importante la presencia de estudiantes en especial de Ciencia política y Derecho.

Dejamos con esta primera experiencia publica instalada en la sociedad cordobesa, el CeeS e invitamos a todos los interesados a participar con la propuesta del disenso, a ponerse en contacto por este medio al email que figura mas abajo

Cordialmente

Lic. Carlos Pereyra Mele
CeeS Córdoba
licpereyramele@fibertel.com.ar


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Las ideas fuerza de: “Notas sobre el peronismo
de Alberto Buela (*)

Eulogio de Letos
(La buena razón de lo que está oculto)

En la disputa actual entre comunitaristas y liberals el peronismo tiene algo que decir con su idea de comunidad organizada como teoría política en sus dos aspectos: a) como sistema social a construir (que quedó inconcluso, pues el mismo peronismo ha sido una revolución inconclusa) y b) como sistema de poder, donde a diferencia del marxismo el poder no se toma, no se conquista sino que se construye. Esto último lo vincula a la idea de hegemonía tan cara a los análisis del presente.

La distinción entre gobierno centralizado, Estado descentralizado y pueblo libremente organizado es medular como aporte politológico. El publicitado Ernesto Laclau lo acaba de descubrir como “una novedad” en su último libro (2005) sobre el populismo.
En orden a la ingeniería política la idea de los cuerpos intermedios despolitizados en la doctrina social de la Iglesia, para el peronismo son organizaciones libres del pueblo politizadas, que como factores concurrentes, es su aporte originalísimo, lo alejan tanto de la cogestión socialcristiana como de la autogestión socialdemócrata.
En definitiva, el comunitarismo anglosajón, salvo el caso de Alasdair MacIntayre que está apoyado en una metafísica premoderna como lo es la escolástica católica, el resto en su reclamo de autonomías y diferencias, da por supuesto y no cuestiona los fundamentos de la sociedad demo-liberal-capitalista que tenemos, por el contrario los da por aceptados. Esto último nos está indicando, en buen romance, que la proyección político práctica del comunitarismo anglosajón es nula.
Así para los comunitaristas están los campus universitarios, para que allí se entretengan y no molesten al poder político
En el caso del peronismo, “no hay hombre libre en una comunidad que no lo sea”, lo que en criollo quiere decir que su comunitarismo es político y está obligado a realizarse en esta sociedad.
El nacionalismo que propone el peronismo no es el de patria chica sino el de patria grande, de alguna manera está latente en esta propuesta la restauración al menos de la unidad americana anterior a la liberación del dominio español. Más cerca aún a la recomposición del virreinato del Río de la Plata. El peronismo desde siempre ha tenido una predisposición iberoamericana buscando la inclusión del Brasil en orden a su idea nacionalista de Patria Grande.
La negación de la política implica la negación del peronismo que es antes que nada una fuerza política expresada en términos de movimiento y no partidocráticos o de partido político. El peronismo no es ni una religión laica ni una filosofía de vida como abusivamente sostienen los peronianos. Es, específicamente, un movimiento político popular.
Es por esta razón que ha intentado la modificación del régimen de representación política aunque en forma incompleta, pues si bien no modificó la constitución liberal de 1853 en orden a los mecanismos de elección y representación que fueron respetados, sin embargo existe un caso en ocasión de la creación de la provincia del Chaco, en cuya constitución se eliminó el monopolio de los partidos políticos como únicos representantes del pueblo en la Asamblea legislativa, incorporándose además las diferentes organizaciones libres del pueblo.

El peronismo forma parte de los movimientos nacionales iberoamericanos del siglo XX a justo título y de pleno derecho pues como rasgos sustantivos de su filosofía política tenemos: a) que afirma la construcción de una Patria Grande de la Antártida al Río Grande en México. Espacio que intentó integrar con sus proyecto político del ABC y sindical del ATLAS (1952). b) que es un movimiento de carácter antiimperialista y en gran medida antisistema. c) sostiene en política internacional una tercera posición ideológica (ni yanquis ni marxistas).
La concepción peronista del Estado se apoya en tres principios fundamentales: El del bien común, clásico a los Estados de bienestar; el de subsidiariedad, por el cual el Estado ayuda y auxilia a realizar a aquellas organizaciones sociales lo que por sí mismas no puede hacer, y el de solidaridad, que busca la cohesión e integración de todas las fuerzas sociales en un proyecto nacional común.
Sobre los sindicatos es reconocido el aporte original del peronismo en dicho campo, pues los piensa como organizaciones que el pueblo se da libremente y no como creaciones desde el Estado al modo del fascismo. Y su función es ser factores concurrentes en los aparatos del Estado y no gerentes empresarios como los ha pensado el socialismo con sus variantes cristiana cogestionaria o laica autogestionaria. La personería gremial por rama o actividad y la autoconstitución de la norma a través de las convenciones colectivas son sus soportes jurídicos.
Uno de las causas que explican aún la vigencia de Perón con diferencia a otros gobernantes que se han mantenido largo tiempo en el poder pero que hoy han perdido toda vigencia (Franco, Stroessner, Marcos, Pérez Jiménez, etc.) es que creó una institución: el sindicalismo argentino, que lleva sus ideales políticos como fundamento de su actividad.

Dentro de las formas contemporáneas de Estado, el peronismo se destaca por privilegiar al Estado como motor de la economía, pues la Argentina como país emergente o en vías de desarrollo o subdesarrollado carece de la acumulación del capital propio, de capital nacional suficiente. Pero al mismo tiempo sostiene que las formas institucionales estatales de representación política tampoco son suficientes para la acabada representación popular. Políticamente el Estado es sólo un instrumento al servicio del pueblo y no un dios profano al estilo de fascismo o del marxismo.
El 17 de octubre, la movilización popular, la democracia participativa, la vinculación directa del pueblo con su líder a través de la acclamatio, la lealtad a sus tres banderas: la justicia social (de ahí el nombre de justicialismo), la independencia económica y la soberanía política son sus mitos movilizadores que mantienen sus vigencia política real y efectiva pasados sesenta años de su fundación. Hecho que marca otra diferencia sustantiva con cualquiera de los tantos gobiernos hegemónicos que hubo en el siglo XX (Oliveira, Pinochet, Gómez, etc.), y que sólo han durado lo que duró su caudillo en el poder. Es que Perón fue un conductor y no un caudillo, esto es, vio un poco más lejos al estilo de un estratega.
En cuanto al populismo, el peronismo contrariamente a lo que se piensa y se divulga no fue un populismo porque no concibió “al pueblo suelto” como masa informe y maleable. Concibió al pueblo como algo orgánico y organizado, quien se expresa a través de sus distintos estamentos por él mismo creados de acuerdo a sus diversas necesidades e intereses. Pueblo que se manifiesta no solo en el voto sino en las movilizaciones como pueblo libre a través de la vieja acclamatio o en la gimnasia callejera de la huelga o el piquete. Y esto entonces ya no es populismo sino un hecho popular o popularismo.
El grave problema del peronismo son sus dirigentes cuya falta ha sido que en más de medio siglo de existencia no lograron crear un mecanismo de elección de sus autoridades más genuinas. Al negar el sacrificio por el otro, han hecho del pueblo peronista un instrumento de sus ambiciones personales. A esto se suma la monserga peroniana de todos aquellos, cientos de miles, que en libros y discursos repiten las frases hechas y los dichos de Perón y Evita, haciendo del peronismo un anecdotario político tenido por poco serio tanto por sus adversarios como por los estudiosos de la ciencia política.
El extrañamiento del peronismo de sus esencias más profundas ha partido de la propia incuria e indolencia de los propios peronistas, de las autoridades partidarias que formaron una “oligarquía de conducción”, quienes no se han ocupado nunca de estudiarlo seriamente y en forma detenida. Y si convocan a algún intelectual es alguien menor y mostrenco que pueden manipular a piacere como el caso de los Casalla, Castellucci, Licastro, Bolivar, J.Castro, Pavón Pereyra, Tenenbaum, Amadeo y tantísimo otros que “no pueden hacer la o con el vaso”. Se les aplica a ellos, aquello que Perón aplicara a la intelligensia argentina: Son un espejo opaco que imita y encima imita mal.
Finalmente están las opiniones coyunturales de Buela en forma de reportajes que pueden leerse o no. Y termina el libro con dos estudios introductorios: uno al libro La razón de mi vida de Evita y otro a Los Vendepatria de Perón.

Evita, como nuestros gauchos, había nacido y criado en la Pampa y era criolla por los cuatro costados, cosa que obvian todos (¿será porque era rubia o porque el mundo criollo no tiene quien lo defienda, ahora que está de moda hacerse el indio?). Y como el gaucho era “indómita y soberbia”. No se ató a los formales convencionalismos. Dañó los intereses privilegiados y benefició a los más humildes. No fue clasista, ni feminista ni socialista, fue peronista y estuvo al servicio de Perón y de su pueblo. Pero es digno decirlo, siempre estuvo un paso adelante en ese proceso revolucionario que nació el 17 de octubre de 1945. Logró el voto femenino e impulsó ella en el Congreso de la Nación la creación de la particularísima Constitución del Chaco y así afirmó: “Estos representantes (los que llegarán a la Asamblea a través de los sindicatos, cámaras, colegios profesionales, cooperativas y asociaciones) hablarán por la propia boca del territorio. Serán la voz de la tierra, directa y clara, y dirán lo que saben con pleno conocimiento de causa y pedirán lo que en justicia necesitan”.
Perón en Los Vendepatria denuncia los diferentes mecanismos que tuvo el imperialismo en su tiempo y en el orden económico nosotros creemos ver en la idea de capitalización popular el más genuino y original aporte del peronismo en economía. Porque esta idea reclama en su desarrollo de otras dos: a) la morigeración de la ley de oferta y demanda del capitalismo salvaje, por la vieja ley griega de reciprocidad de los cambios, según la cual luego de un trueque comercial justo las dos partes deben quedar en posiciones medianamente equivalentes de las que tenían antes de dicho trato comercial, y no una fundida y empobrecida y la otra enriquecida a costa de la primera. b) la difusión de la propiedad, pues la propiedad privada para el peronismo no hay que anularla (marxismo) ni hay que dejarla en manos de unos pocos (liberalismo) sino que hay que difundirla en el seno de toda la Argentina entre los años 45 y 55 pasara de tres millones a once millones de propietarios, realizando la mayor revolución en ese orden, lo que ha tenido como consecuencia directa la mayor clase media, la mas extendida de toda Iberoamerica.-
(*) Alberto Buela
Filósofo- CeeS
Editorial Grupo Abasto
Buenos Aires 2007

8 de mayo de 2007

Pensadores Nacionales I

José Luis Torres y el imperialismo

Alberto Buela (*)

Hace unos días, más precisamente el miércoles 2 de mayo tuvimos la ocasión de brindar el primer homenaje a José Luis Torres (1901-1965) a 42 años de fallecido.
Y lo hicimos en el marco de un acto oficial del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas con motivo de la instalación de un cuadro que donamos con la única fotografía que existe sobre el mencionado autor y que me regalara su segunda esposa Brígida Sal hace más de treinta años.
El primer homenaje en 42 años muestra la conspiración del silencio que hubo para con él, quiere decir que algún tentáculo le cortó a la “hidra internacional”, según gustaba decir. Es por ello que Jauretche pudo escribir a su muerte: “Ningún periódico argentino quiso recoger su necrológica pero este silencio que ha habido para su muerte, prueba simplemente que murió en su ley” [1]
Este silencio sigue vigente como mecanismo del “ninguneo”, pues esta misma conferencia sólo fue publicitada por una sola agencia de internet, “Rebanadas de realidad”, el resto de las supuestamente “nacionales” no se dieron por enteradas.
Dado que sobre Torres tenemos varios trabajos ya sobre su vida y su obra publicados en diferentes ocasiones[2]decidimos detenernos ahora a investigar la idea de imperialismo-antiiperialismo en el pensador tucumano, idea de la que nos sentimos herederos del viejo ensayista y periodista, porque formamos parte de esa tradición de pensamiento.
Si seguimos el hilo conductor de la categoría de imperialismo a través de sus siete libros publicados desde Algunas maneras de vender la patria (1940) pasando por Los perduellis(1943), La Década Infame(1945), La Patria y su Destino(1947), Seis Años después(1949), Nos acechan desde Bolivia(1952) hasta terminar en La Oligarquía Maléfica(1953) vemos que en Torres se va desplegando la idea de imperialismo en sus distintas facetas o matices: 1) en su manejo interno de la economía nacional con la creación del Banco Central desde Inglaterra. 2) en su manejo de la política internacional con la firmas de las Actas de Chapultepec y la Carta de las Naciones Unidas. 3) en el sostenimiento de grupos de poder nacionales a su servicio(los cipayos) como los grupos Bemberg o Bunge y Born. 4) Los negociados en detrimento de la soberanía nacional y en función del imperialismo del dinero como los del Palomar, la CADE, la Corporación de Transportes, la Conversión de la deuda pública de la provincia de Buenos Aires. 5) la forma de operar de los distintos grupos financieros internacionales Morgan, Deterding, Gugenhein, Mellen, Kripp, Mitsui Okura, Wendel, Warburg, Lazare, Khun & Loeb.

El estudio pormenorizado de estas diferentes manifestaciones o aspectos del imperialismo le permiten concluir en su obra más lograda y de mayor despliegue intelectual “Nos acechan desde Bolivia, escrita para denunciar la intervención de la ONU, como organismo clave de dominación mundial, para invalidar las elecciones del 6 de mayo de 1951 que otorgaron en Bolivia el triunfo al Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Torres y con él todo lo que fue “el nacionalismo antiimperialista hispanoamericano” [3] compuesto en la época por pensadores como Scalabrini Ortiz, Ramón Doll, Carlos Montenegro (Bolivia), Gonzalo Zaldumbide (Ecuador) Julio Ycaza Tigerino (Nicaragua) pensaron a la nación como una realidad anterior al Estado y al imperialismo como un poder compuesto por distintas facetas y corrientes ideológicas para instauración de un gobierno mundial.
Años después, Perón va a caracterizar al imperialismo como “sinarquía internacional” y así afirmará: “El problema es liberar el país para seguir libres. Es decir, que nosotros debemos enfrentar a la sinarquía internacional manejada desde las Naciones Unidas, donde están el comunismo, el capitalismo, la masonería, el judaísmo y la Iglesia católica- que también cuando le pagan entra -. Todas estas fuerzas que tienen miles de colaterales en el mundo son las que empiezan a actuar” [4].
Es interesante notar como en Iberoamérica luego del triunfo de la revolución cubana, el marxismo se apodera del monopolio del antiimperialismo al menos en su aspecto mediático y propagandístico, mientras que el nacionalismo se refugia más bien en la batalla por la restauración cultural de nuestro pueblos.
Triunfa así la versión marxista del imperialismo como etapa superior del capitalismo, la del imperialismo como una categoría universal plasmado en una sola nación: los Estados Unidos.
Se abandona la idea del nacionalismo hispanoamericano del imperialismo como un “internacionalismo situado”, el imperialismo con pelos y señales, donde, si bien existe una primacía indudable de la banca judía, convergen regímenes comunistas, liberales y dictatoriales.
Esta primacía del marxismo sobre el nacionalismo hispanoamericano, incluso a pesar que éste se adelantó en el tiempo con las denuncias pormenorizadas que realizaron Torres y los autores mencionados, y a pesar de la firme, decidida y clara definición de Perón del imperialismo como sinarquía. A pesar de todo ello el peronismo o mejor aún los peronistas vergonzantes que hacen de ideólogos, buscan en el movimiento de Forja el semental ideológico del peronismo. Olvidando o peor aun desconociendo o tergiversando la verdad indudable que el peronismo como nacionalismo antiimperialista de carácter hispanoamericano tiene su fuente en dicho nacionalismo.
Forja como su nombre lo indica (Fuerza de orientación radical de la joven argentina) y sin desmedro de todos sus méritos que los tiene y muchos, fue un movimiento de carácter radical con todas las taras modernas o modernosas que tuvo y tiene el radicalismo argentino (una especie de socialdemocracia criolla). Así sus mejores autores, como el mencionado Jauretche o García Mellid (hay que decirlo una vez más, Raúl Scalabrini Ortiz no formó parte de Forja pues no era radical sino nacionalista antiimperialista) tienen una visión y versión del imperialismo como potencia de dominación capitalista, y por lo tanto afin al marxismo como consecuencia de sus orígenes socialdemocráticos o radicales.
Es por eso que hoy en día no hay funcionario kirchnerista que no tenga diez citas de Jauretche a la carta, y de las que hecha mano cada dos por tres.
Debemos observar además que tanto el marxismo, como el socialismo y sus variantes socialdemócrata o socialcristiana han despreciado y minusvalorado la idea del imperialismo como sinarquía o como gobierno mundial, utilizando una astucia de la razón, diría Hegel, como lo fue la teoría del complot. Esta teoría, á la limite, generada desde los propios centros internacionales de poder, en este caso actuando como “productores de sentido”, sostiene la virginal e ingenua afirmación que en la historia no existe el complot, como conciliación de intereses de las partes(los diferentes lobbies) para dominar o derrocar a un enemigo. Así para ellos la conocida sentencia de Benjamín Disraeli, ministro de Inglaterra de 1868 a 1881 en su novela Coningsby : “El mundo está manejado por otros personajes que no imaginan aquellos cuya mirada no llega hasta detrás de los bastidores” es un juicio literario y no una realidad politológica.
Pero unos son los caminos de los intelectuales y otro el de las realidades políticas y así hoy este nacionalismo antiimperialista hispanoamericano ve a través de los bastidores con los ojos del boliviano Andrés Solíz Rada el imperialismo en la petroleras Repsol y Petrobras, nosotros lo vemos en los grupos financieros agropecuarios Eltzain y Grobocopatel, Jorge Báez Roa desde Paraguay en el grupo de Energía Mindlin, Chávez en Venezuela lo ve en el grupo de comunicación Phelps, y así podemos seguir poniendo casos de cada uno de nuestros países americanos.
Desde la implosión de la Unión Soviética a principio de los 90, momento a partir del cual los marxistas quedan “perdidos como turco en la neblina”, toma nuevamente la palabra el nacionalismo antiimperialista de carácter hispanoamericano con su teoría del imperialismo como un poder compuesto por distintas facetas y corrientes ideológicas que actúa como un gobierno mundial, donde la economía está controlada en su aspecto financiero por el Banco Mundial y su aspecto comercial por la OMC, su parlamento es el foro de Davos, su poder ejecutivo el Grupo de los 8 a través de las decisiones que generan en las ON y , su ejercito el de la OTAN. Así este nacionalismo, para el cual la nación en América es una realidad histórica y social anterior al Estado, este nacionalismo que tiende a identificarse con la idea de nación-pueblo y no Estado-nación según el chliché europeo, es el que posee no solo los mejores niveles de análisis politológicos sino quien se aproxima más a la verdad de lo que sea el imperialismo.
Y esto explica porque en nuestro país la denuncia antiimperialista más profunda, fundada y contundente de los últimos 30 años la realizó otro tucumano, Alejandro Olmos (1924-2000), coincidentemente el más destacado discípulo de Pepe Torres, cuando denunció el fraude de la deuda externa Argentina.
Es que la teoría acerca del imperialismo que el nacionalismo hispanoamericano, el peronismo es su forma ejemplar, no se agota en la metodología de denuncia de la que tanto Torres, Scalabrini, Doll, Olmos fueron maestros consumados, sino que ellos en tanto pensadores lograron unir en forma sustancial e indivisible, algo que el marxismo nunca pudo hacer, el nacionalismo y el antiimperialismo. Y en esto se destacó sobre todos Perón como el gran ejecutor.
Entendemos que esta breve meditación sobre un tema tan principal como la idea de imperialismo para el nacionalismo hispanoamericano podría servir como disparador para desarrollos y estudios futuros sobre un visión y versión dejada de lado por los estudiosos contemporáneos del tema. Así por ejemplo, cuando Hart y Negri en su publicitado libro Imperialismo caracterizan al actual como “un imperialismo desterritorializado”, al no haber tenido en cuenta los trabajos realizados en Nuestra América por ensayistas como Torres o Montenegro, terminaron siendo una justificación de los poderes indirectos, y una meditación que nació con intención progresista finalizó haciéndole el juego a la los satisfechos del sistema de la sociedad opulenta.


(*) Federación del Papel – CEES

[1] Arturo Jauretche, periódico Palabra Argentina, Bs.As., 5-11-1965
[2] Noticias sobre José Luis Torres, en revista Bancarios del Provincia, Bs.As. 1974.- José Luis Torres: el fiscal de la década infame, Ed. Marcos, Buenos Aires, 1975.- La sinarquía y lo nacional (apéndice sobre José Luis Torres, Ed. Cultura et Labor, Buenos Aires, 1983.- Además de varios artículos en internet
[3] Con hispanoamericano, tal como se llamaban a sí mismos estos pensadores (Manuel Ugarte, de la generación anterior también se llamaba así y no “latinoamericano” como erróneamente lo hace aparecer Galasso y con él toda la izquierda progresista) querían significar que el marco de pertenencia de su nacionalismo era la Patria grande hispano o iberoamericana de San Martín y Bolivar.
[4] Diario La Razón de Buenos Aires, 4/7/72.