Nos mudamos a Dossier Geopolítico

23 de octubre de 2010

DIRIGENTE EN CIERNES



Ya no hay dudas de que Xi Jinping


sucederá a Hu Jin Tao.


Por Ángel Maestro





Su nombramiento en la Comisión Militar Central es la clave, y los elogios recibidos a su "aire fresco" y su "eficiencia", el aviso.Ya hace más de dos años que Xi Jinping empezó a sonar como nombre de referencia para el futuro del sistema político chino.




Es un error mostrar "decepción" al no encontrar signos de "aperturismo" en el futuro dirigente chino, Xi Jinping. Como también sugerir que se había censurado nada menos que un discurso del primer ministro Wen Jiaobao, actual personaje número tres dentro del máximo órgano de poder, el Comité Permanente del Politburó.



En el sistema chino no hay diferencias entre "conservadores" y "aperturistas": si acaso, entre defensores de un avance más rápido de las reformas hacia una sociedad modestamente acomodada, y los que aconsejan una mayor moderación en el camino hacia la misma, pero todos coincidentes en el camino hacia el socialismo con características chinas.



El caso es que, con la clausura del XVII Comité Central, ha trascendido a la opinión pública mundial el nombramiento de Xi Jiping como vicepresidente de la Comisión Militar Central.



La Comisión Militar Central, el verdadero poder



El actual líder máximo chino, Hu Jin Tao, así como de su antecesor Jiang Zemin, a pesar de desempeñar a la vez los puestos de presidente de la República y secretario general del Comité Central, no se confirmaron como dirigentes máximos hasta unir a esos puestos la condición de presidente de la Comisión Militar Central. Hay que reunir esas tres condiciones para poder presentar a su titular como número uno de la nomenclatura china.



El mismo Deng Xiaoping, el autor de la China moderna postmaoísta, a pesar de ser el verdadero hombre fuerte tras el caos maoísta, no ocupó ni la presidencia de la República ni el puesto más destacado del Politburó; le bastaba con ser el presidente de la Comisión Militar Central.



La nueva figura, Xi Jinping, ha sido nombrado vicepresidente de la Comisión Militar Central, lo que de acuerdo con la especial sinología actual le prepara para en 2012 suceder a Hu Jintao como máximo dirigente.



Representa a la "quinta generación" de dirigentes que ha de sustituir a la "cuarta" que ocupa hoy la parte principal del Comité Permanente del Politburó, como la "cuarta generación", liderada por Hu Jintao, sustituyó a la "tercera" dirigida por Jiang Zemin. Hay que reconocer algo peculiar en el sistema comunista chino, algo extraño no sólo a los regímenes comunistas en particular, sino, en general, a los sistemas totalitarios y autoritarios: la ordenada sucesión en el poder sin traumas ni acusaciones tópicas contra el antecesor.



Humillados y rehabilitados



Pero ¿quién es Xi Jinping? En realidad la figura de Xin Jiping no es inédita. Ya en julio de 2009, en un artículo publicado en la revista de pensamiento Razón Española, señalé el papel de heredero de Xi Jinping.



Xi Jinping, de cincuenta y siete años, de etnia han, nació en la provincia de Shaanxi, cuando su padre era secretario jefe del gabinete gubernamental, por tanto en el seno de la nomenclatura china. Es ingeniero químico.



Hombre de gran corpulencia física (cerca de 1,90 m), físicamente se asemeja a un jugador de rugby.


Es hijo de Xi Zhongxun (1913-2002), uno de los dirigentes de los ejércitos guerrilleros del norte de China, que protegió la huida de Mao Tse-tung hacia el noroeste durante la Larga Marcha.



Xi Jinping vivió de niño el frenético desarrollo del Gran Salto Adelante (1958-1961) y creció en el terror de la Revolución Cultural. Conoció la crueldad de Mao a una edad muy joven, pues su padre, que ya había sido encarcelado antes, sufrió una segunda detención en 1962. Fue acusado de conspirar contra el partido por promover una novela sobre Li Zhidan, antiguo superior de Mao, y por rehabilitar a un viejo colega purgado, Gao gang. Fue destituido de su alto puesto gubernamental, enviado a trabajar como simple obrero a una fábrica y torturado.



El joven Xi fue enviado a trabajar en una comuna agrícola en Shaanxi y forzado a realizar sesiones públicas de autocrítica contra su padre, considerado enemigo del pueblo. Sufrió un trato cruel a cargo de la Guardia Roja como hijo de un miembro de la "pandilla negra enemigo del partido". Aquellos años tan duros ahora se presentan como "joven instruido en la brigada de Liangjiahe".



Posteriormente a aquellos años tan convulsos la buena reputación de su padre le permitió ser designado candidato a miembro del partido, luego elegido secretario local y después ingresar en la Universidad Qinghua de Pekín. Xi, que no debía todo a su padre se labró una buena fama con la que comenzó su carrera política. En 1979 obtuvo el título de ingeniero químico. (A diferencia de las licenciaturas en Derecho y Económicas tan habituales en Occidente, la mayoría de los miembros del Politburó son ingenieros de diversas especialidades).



Su padre fue nombrado gobernador de la provincia de Guandong, dentro de la rehabilitación por Deng Xiaoping (quien también había sido purgado y humillado) de tantos antiguos dirigentes del partido condenados por Mao. Aun teniendo en cuenta los méritos del joven Xi, pasaba de pertenecer a la "pandilla negra" a ser uno de los "príncipes herederos".



Destinado en un principio a puestos burocráticos de alto nivel en Pekín, él mismo quiso ir trasladado a provincias para desempeñar diversos puestos en Hubei, pero donde se afianzaría especialmente su carrera fue en Fujián, donde permanecería casi diecisiete años, provincia con un alto crecimiento económico situada frente a Taiwán. Xi ha manifestado que pasó en Fujián sus mejores años.



Xi promovió la mejora de los servicios públicos para incrementar el comercio entre Fujián y Taiwán, y naturalmente, tras su larga estancia en esa provincia, conoce no sólo teóricamente sino de primera mano la realidad taiwanesa, pues gran número de empresas de Taiwán se encuentran establecidas al otro lado del estrecho, precisamente en Fujián, o tienen filiales en esa provincia. Xi fue posteriormente gobernador de Zhejiang y después elevado a un puesto prominente, secretario del partido en Shanghai.



Elogios premonitorios



Entre los elogios volcados hacia su persona, signo evidente de su promoción, se señala que cuando fue nombrado en 2007 para el importantísimo puesto de secretario del Partido en Shanghai, se hizo notar el soplo del aire fresco que trajo Xi tras el escándalo de corrupción de su predecesor Chen Liangyu, quien fue investigado por el uso ilegal de 3.200 millones de renminbi (unos 350 millones de euros) de los fondos de la seguridad social.



Otro síntoma: elogios a su eficiencia. "Ma Shang Jiu Ban", traducido, "Resuélvelo": tal es el lema escogido por Xi. Son sólo dos referencias, pero indicativas de la promoción de Xi Jinping a la futura jefatura del partido y del Estado cuando en 2012 pueda suceder a Hu Jintao. La puesta en escena presenta cierta similitud a la de 2002, cuando Hu Jintao sucedió a Jiang Zemin.



Pero en lo político, sin remontarnos a Deng, no hay dudas sobre la firme decisión continuada desde los dirigentes de la tercera generación, Jiang Zemin, como de la cuarta y actual gobernante, Hu Jintao, e igualmente parece evidente en los de la quinta generación, Xi Jinping y compañeros, de mantener e incluso reforzar el control del Partido Comunista sobre todo los núcleos del poder, incluido el Estado. Sigue siendo la piedra angular del sistema. Poner en duda el papel dirigente absoluto del Partido en la sociedad china actual, no sólo es algo tabú, sino objeto de anatema.

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