Dos artículos sobre la censura aplicada a un Héroe federal y argentino El Brigadier General Juan Bautista Bustos, por parte de las autoridades de la Universidad Nacional de Córdoba
Ingreso restricto a la Universidad para Juan B. Bustos
La negativa de la UNC a autorizar el emplazamiento de la estatua de Bustos es también una negación a su valor simbólico y, aunque no se osa explicitarlo, disimula su distanciamiento con el prócer.
Ingreso restricto a la Universidad para Juan B. Bustos
La negativa de la UNC a autorizar el emplazamiento de la estatua de Bustos es también una negación a su valor simbólico y, aunque no se osa explicitarlo, disimula su distanciamiento con el prócer.
Por Alfredo Terzaga Moreyra.
Historiador
En referencia a notas publicadas en La Voz del Interior el 14 de octubre pasado sobre el negado emplazamiento del monumento a Juan Bautista Bustos en predios de la Ciudad Universitaria, conviene hacer algunas consideraciones a los fundamentos alegados por el Rectorado.
Si en vísperas de la celebración por el Bicentenario, se espera un acercamiento de todas las instituciones para homenajear la gesta de Mayo, como fiesta colectiva, mal se puede calificar de "avasallamiento a la autonomía" cuando este acontecimiento supone, precisamente, una dependencia creativa, y un vínculo institucional renovado, que no tiene por qué arriesgar ninguna autonomía particular.
Es precisamente en la etapa del gobernador Bustos que se estableció un modelo de gestión para estos tiempos, en que Gobierno, Universidad, periodismo, Ejército, política, educación y pueblo se amalgamaban interactuando por consolidar una soberanía incipiente, una organización social mediante Constitución nueva, y sobre todo, la autonomía política de Córdoba como provincia, cuestión mucho más urgente que la autonomía de cada institución.
En el texto publicado por el Rectorado, se detecta cierta hipersensibilidad hacia ataques supuestos y es notorio que se exagera la pretensión autonómica, justamente en instantes de conmemorarse los inicios de una autonomía nacional mucho más abarcadora, al punto de rechazar que esa obra de arte, dignifique un espacio que ha permanecido vacío durante años. Las objeciones universitarias a los procedimientos de la Secretaría de Cultura de la Provincia, para dicho emplazamiento, han sido tan taxativas que no dieron lugar a continuar el diálogo y han transformado el tema de la supuesta inconsulta en una cuestión de contenidos, lo que ha privado a la casa de estudios de enriquecer las celebraciones de mayo con un matiz local.
Autonomía y emancipación americana
El mensaje transmitido es de una ambigüedad tal que pareciera decir que se lo valora pero no tanto, ya que los íconos universitarios son autónomos de la simbología nacional. Lo explicita el dictamen : "El citado monumento constituye una manifestación en la que la Universidad (...) no ha participado, ni debe necesariamente compartir". Esto ya es una expresión algo lesiva para la "convivencia respetuosa" aludida y que ofende la identidad histórica cordobesa.
¿Qué mejor manera tienen los claustros de festejar el Bicentenario que la de recordar a aquellos rectores, que después de 1810, siendo sacerdotes, hacían a un lado sus oficios clericales y académicos, para tomar las armas o la pluma para pelear como soldados en las batallas contra el absolutismo o el iluminismo despótico del centralismo porteño? ¿No se merecen un homenaje Baigorrí, Saráchaga, Gregorio Funes, Leartes, Castro Barros y otros que entre la cátedra y el Rectorado pasaban a la arena política; o de la docencia al debate encendido en los periódicos de la época? Precisamente, esos que eran editados en la imprenta instalada por Bustos, desde el mismísimo Colegio Monserrat.
La negativa a autorizar el emplazamiento de la estatua de Bustos es también una negación a su valor simbólico y, aunque no se osa explicitarlo, disimula su distanciamiento con el prócer, por más argumentos procedimentales a los que se apele, y que bien podían haber sido mejorados en posteriores encuentros. Ricardo Rojas decía que "las estatuas (...) no pueden levantarse sino en los solares de la sociedad a la cual sirvieron".
Dictamen sin historiador. La ausencia de un historiador en esa Comisión Consultora universitaria, que se expidió sobre el pedido de Cultura de la Provincia, es mucho más que lamentable: es un menosprecio para nuestras mejores tradiciones políticas y, asimismo, para las universitarias reformistas. Se evidencia en el texto emitido: "La intervención se encontraría en la puerta principal de acceso a la Ciudad Universitaria, no tiene una alta representatividad para la Universidad por su falta de correlación con la historia de la misma, sin que esto implique negar algún otro tipo de valor a los prohombres de nuestra historia que no estén ligados a la producción y difusión del conocimiento".
No se sale aún de la sorpresa y estupor causados, pese a lo que se dijo después, sobre que no se deja de valorar la figura de Bustos. Si ello es genuino, alguna vez recordarán los claustros a quien en su momento fue denominado protector de la Universidad. Pero otra negativa más, y van...
¿O sea que la producción de libros, folletos, traducciones y periódicos, por la imprenta de la Universidad, no tiene nada que ver con este prohombre? El periodismo cordobés y la primera escuela de dibujo de la Universidad son también ignoradas.
Negar ello nos sume en el asombro y roza la ofensa a la memoria del pueblo que paga a docentes y a investigadores para que la instruya. No existe tal autonomía cuando los recursos académicos salen precisamente de ese mismo pueblo, al que los claustros deben su existencia y la distribución generosa de saber acumulado. ¿Qué clase de autonomía podía haber en un virreinato?
Por otra parte, la Secretaría de Cultura de la Provincia dio por supuesto, en este acercamiento, que la Universidad acogería gustosa un símbolo nacional propio de sus mejores días de compromiso con la emancipación. Pero ese "no" obtenido apela a conservar la identidad de un espacio, que permanece vacío desde años, y que se pretende exclusivo, sólo por razones catastrales, en espera eterna de una mejor e hipotética iconografía.
Lo facúndico en las afueras. ¿Será que Sarmiento puede merecer un busto y sitio privilegiado en esos predios, y en cambio Bustos, compañero de Facundo en la resistencia federalista, ha de quedar excluido? Parece que continúa aquello de "civilización y barbarie". Entonces, ¿qué hay del legado reformista de Saúl Taborda sobre el genio nativo encarnado en los caudillos y, especialmente, en Quiroga? Si precisamente aquello de lo facúndico como símbolo de identidad cultural es uno de los más genuinos aportes del Reformismo de 1918. "Cuando (la tradición) es negada (...) el trabajo del espíritu se detiene y se oblitera a virtud de la ausencia de memoria que es de su esencia" ( Saúl Taborda, Meditación de Barranca Yaco).
La cerrada endogamia institucional parece ser una deformación del propio espíritu reformista. Por ello, se sugiere interactuar en interdependencia creativa con los gobiernos, pues ello no sólo enriquece al académico, sino al gobernante, tan necesitado de funcionarios calificados; su ausencia sólo privará a ambos estamentos de dichos beneficios.
© La Voz del Interior
EL BRIGADIER BUSTOS, LA UNC Y LOS GORILAS Y EL TRATADO DE LISBOA
Ciudadanos de nuestra provincia, no podían creer que las autoridades de la Universidad Nacional de Córdoba –encabezada por la rectora doctora Scotto, con argumentos procedimentales, rechazara la ubicación del monumento al celebre Brigadier Bustos, en la entrada de la gran casa de estudios.
Atestados de historia oficial, muchos se preguntarán -especialmente los jóvenes-, y quién es el Brigadier Bustos. Cordobés de pura cepa. Peleó contra los ingleses en 1806 y 1807, Oficial de San Martín, Jefe del Ejercito del Norte e impulsor, juntos a sus oficiales -Heredia, Paz, Ibarra...-del levantamiento de Arequito (Santa Fe), es decir, no acatar la decisión de Buenos Aires de aplastar al interior. Luchó en Perú junto al Libertador.
Gobernador de Córdoba. Devolvió a la Universidad la imprenta (instalada en el colegio Monserrat). Llevó adelante un gobierno progresista, democrático. Pacificó la sociedad. Impulso la obra pública. Defensor de la familia y buen cristiano.
Resumía en su persona las mejores tradiciones criollas de su Córdoba del Tucumán. Cabeza política del norte de las Provincias Unidas del Sur.
A ese gran cordobés, argentino-latinoamericano, nuestra Universidad Nacional de Córdoba, en la persona de sus autoridades progre, al estilo Scotto, le niegan falazmente, la estrecha vinculación de su gobierno con la universidad más antigua de la América criolla, morena y católica.
Luego, en un rapto de sinceramiento, esa parte de sus autoridades, lideradas por la doctora Scotto, ven sólidas acciones para entregar un título honoris causa a la doctora Godaal, ciudadana británica y con título otorgado por el Imperio Británico. Parece pertenecer a la falange de Darwin, los hermanos Robertson... Es decir, viajeros ingleses que el Imperio derramó sobre lo cinco continentes; eran antropólogos, arqueólogos, comerciantes, espías. Todo a su vez. El ojo viajero de esa raza enérgica, experta y rapaz. En África, saqueado y empobrecido continente, quizás el más atrasado, una especie de hipo colonia, la doctora Godaal vivió, comió y durmió con los chimpancés. Esa es su especialidad. Merece un doctorado.
Su ojo viajero habrá advertido, que mientras en África los gorilas son un hecho biológico –como Dios manda-, acá, por el contrario, son un hecho social. Y varios egresados universitarios están, de hecho, doctorados en la materia.
No hay otra manera de explicar la infundada negación para perpetuar la tradición criolla revolucionaria y emancipadora representada por el Brigadier Bustos, frente al otorgamiento de un título a una súbdita de una potencia extranjera que ocupa parte de nuestro territorio patrio.
Todo coetáneamente con la aprobación por parte de Irlanda del Tratado de Lisboa. Hecho jurídico que pretende incorporar territorios coloniales, semicoloniales u ocupados, como nuestras Islas Malvinas y mares adyacentes, a la Unión o Comunidad Europea. En plena globalización, el viejo león pirata y felón, pierde dientes pero no mañas.
Así están las cosas. Ahora, el gobierno nacional tiene que actuar en defensa de nuestros intereses. Res non verba.
Historiador
En referencia a notas publicadas en La Voz del Interior el 14 de octubre pasado sobre el negado emplazamiento del monumento a Juan Bautista Bustos en predios de la Ciudad Universitaria, conviene hacer algunas consideraciones a los fundamentos alegados por el Rectorado.
Si en vísperas de la celebración por el Bicentenario, se espera un acercamiento de todas las instituciones para homenajear la gesta de Mayo, como fiesta colectiva, mal se puede calificar de "avasallamiento a la autonomía" cuando este acontecimiento supone, precisamente, una dependencia creativa, y un vínculo institucional renovado, que no tiene por qué arriesgar ninguna autonomía particular.
Es precisamente en la etapa del gobernador Bustos que se estableció un modelo de gestión para estos tiempos, en que Gobierno, Universidad, periodismo, Ejército, política, educación y pueblo se amalgamaban interactuando por consolidar una soberanía incipiente, una organización social mediante Constitución nueva, y sobre todo, la autonomía política de Córdoba como provincia, cuestión mucho más urgente que la autonomía de cada institución.
En el texto publicado por el Rectorado, se detecta cierta hipersensibilidad hacia ataques supuestos y es notorio que se exagera la pretensión autonómica, justamente en instantes de conmemorarse los inicios de una autonomía nacional mucho más abarcadora, al punto de rechazar que esa obra de arte, dignifique un espacio que ha permanecido vacío durante años. Las objeciones universitarias a los procedimientos de la Secretaría de Cultura de la Provincia, para dicho emplazamiento, han sido tan taxativas que no dieron lugar a continuar el diálogo y han transformado el tema de la supuesta inconsulta en una cuestión de contenidos, lo que ha privado a la casa de estudios de enriquecer las celebraciones de mayo con un matiz local.
Autonomía y emancipación americana
El mensaje transmitido es de una ambigüedad tal que pareciera decir que se lo valora pero no tanto, ya que los íconos universitarios son autónomos de la simbología nacional. Lo explicita el dictamen : "El citado monumento constituye una manifestación en la que la Universidad (...) no ha participado, ni debe necesariamente compartir". Esto ya es una expresión algo lesiva para la "convivencia respetuosa" aludida y que ofende la identidad histórica cordobesa.
¿Qué mejor manera tienen los claustros de festejar el Bicentenario que la de recordar a aquellos rectores, que después de 1810, siendo sacerdotes, hacían a un lado sus oficios clericales y académicos, para tomar las armas o la pluma para pelear como soldados en las batallas contra el absolutismo o el iluminismo despótico del centralismo porteño? ¿No se merecen un homenaje Baigorrí, Saráchaga, Gregorio Funes, Leartes, Castro Barros y otros que entre la cátedra y el Rectorado pasaban a la arena política; o de la docencia al debate encendido en los periódicos de la época? Precisamente, esos que eran editados en la imprenta instalada por Bustos, desde el mismísimo Colegio Monserrat.
La negativa a autorizar el emplazamiento de la estatua de Bustos es también una negación a su valor simbólico y, aunque no se osa explicitarlo, disimula su distanciamiento con el prócer, por más argumentos procedimentales a los que se apele, y que bien podían haber sido mejorados en posteriores encuentros. Ricardo Rojas decía que "las estatuas (...) no pueden levantarse sino en los solares de la sociedad a la cual sirvieron".
Dictamen sin historiador. La ausencia de un historiador en esa Comisión Consultora universitaria, que se expidió sobre el pedido de Cultura de la Provincia, es mucho más que lamentable: es un menosprecio para nuestras mejores tradiciones políticas y, asimismo, para las universitarias reformistas. Se evidencia en el texto emitido: "La intervención se encontraría en la puerta principal de acceso a la Ciudad Universitaria, no tiene una alta representatividad para la Universidad por su falta de correlación con la historia de la misma, sin que esto implique negar algún otro tipo de valor a los prohombres de nuestra historia que no estén ligados a la producción y difusión del conocimiento".
No se sale aún de la sorpresa y estupor causados, pese a lo que se dijo después, sobre que no se deja de valorar la figura de Bustos. Si ello es genuino, alguna vez recordarán los claustros a quien en su momento fue denominado protector de la Universidad. Pero otra negativa más, y van...
¿O sea que la producción de libros, folletos, traducciones y periódicos, por la imprenta de la Universidad, no tiene nada que ver con este prohombre? El periodismo cordobés y la primera escuela de dibujo de la Universidad son también ignoradas.
Negar ello nos sume en el asombro y roza la ofensa a la memoria del pueblo que paga a docentes y a investigadores para que la instruya. No existe tal autonomía cuando los recursos académicos salen precisamente de ese mismo pueblo, al que los claustros deben su existencia y la distribución generosa de saber acumulado. ¿Qué clase de autonomía podía haber en un virreinato?
Por otra parte, la Secretaría de Cultura de la Provincia dio por supuesto, en este acercamiento, que la Universidad acogería gustosa un símbolo nacional propio de sus mejores días de compromiso con la emancipación. Pero ese "no" obtenido apela a conservar la identidad de un espacio, que permanece vacío desde años, y que se pretende exclusivo, sólo por razones catastrales, en espera eterna de una mejor e hipotética iconografía.
Lo facúndico en las afueras. ¿Será que Sarmiento puede merecer un busto y sitio privilegiado en esos predios, y en cambio Bustos, compañero de Facundo en la resistencia federalista, ha de quedar excluido? Parece que continúa aquello de "civilización y barbarie". Entonces, ¿qué hay del legado reformista de Saúl Taborda sobre el genio nativo encarnado en los caudillos y, especialmente, en Quiroga? Si precisamente aquello de lo facúndico como símbolo de identidad cultural es uno de los más genuinos aportes del Reformismo de 1918. "Cuando (la tradición) es negada (...) el trabajo del espíritu se detiene y se oblitera a virtud de la ausencia de memoria que es de su esencia" ( Saúl Taborda, Meditación de Barranca Yaco).
La cerrada endogamia institucional parece ser una deformación del propio espíritu reformista. Por ello, se sugiere interactuar en interdependencia creativa con los gobiernos, pues ello no sólo enriquece al académico, sino al gobernante, tan necesitado de funcionarios calificados; su ausencia sólo privará a ambos estamentos de dichos beneficios.
© La Voz del Interior
EL BRIGADIER BUSTOS, LA UNC Y LOS GORILAS Y EL TRATADO DE LISBOA
Ciudadanos de nuestra provincia, no podían creer que las autoridades de la Universidad Nacional de Córdoba –encabezada por la rectora doctora Scotto, con argumentos procedimentales, rechazara la ubicación del monumento al celebre Brigadier Bustos, en la entrada de la gran casa de estudios.
Atestados de historia oficial, muchos se preguntarán -especialmente los jóvenes-, y quién es el Brigadier Bustos. Cordobés de pura cepa. Peleó contra los ingleses en 1806 y 1807, Oficial de San Martín, Jefe del Ejercito del Norte e impulsor, juntos a sus oficiales -Heredia, Paz, Ibarra...-del levantamiento de Arequito (Santa Fe), es decir, no acatar la decisión de Buenos Aires de aplastar al interior. Luchó en Perú junto al Libertador.
Gobernador de Córdoba. Devolvió a la Universidad la imprenta (instalada en el colegio Monserrat). Llevó adelante un gobierno progresista, democrático. Pacificó la sociedad. Impulso la obra pública. Defensor de la familia y buen cristiano.
Resumía en su persona las mejores tradiciones criollas de su Córdoba del Tucumán. Cabeza política del norte de las Provincias Unidas del Sur.
A ese gran cordobés, argentino-latinoamericano, nuestra Universidad Nacional de Córdoba, en la persona de sus autoridades progre, al estilo Scotto, le niegan falazmente, la estrecha vinculación de su gobierno con la universidad más antigua de la América criolla, morena y católica.
Luego, en un rapto de sinceramiento, esa parte de sus autoridades, lideradas por la doctora Scotto, ven sólidas acciones para entregar un título honoris causa a la doctora Godaal, ciudadana británica y con título otorgado por el Imperio Británico. Parece pertenecer a la falange de Darwin, los hermanos Robertson... Es decir, viajeros ingleses que el Imperio derramó sobre lo cinco continentes; eran antropólogos, arqueólogos, comerciantes, espías. Todo a su vez. El ojo viajero de esa raza enérgica, experta y rapaz. En África, saqueado y empobrecido continente, quizás el más atrasado, una especie de hipo colonia, la doctora Godaal vivió, comió y durmió con los chimpancés. Esa es su especialidad. Merece un doctorado.
Su ojo viajero habrá advertido, que mientras en África los gorilas son un hecho biológico –como Dios manda-, acá, por el contrario, son un hecho social. Y varios egresados universitarios están, de hecho, doctorados en la materia.
No hay otra manera de explicar la infundada negación para perpetuar la tradición criolla revolucionaria y emancipadora representada por el Brigadier Bustos, frente al otorgamiento de un título a una súbdita de una potencia extranjera que ocupa parte de nuestro territorio patrio.
Todo coetáneamente con la aprobación por parte de Irlanda del Tratado de Lisboa. Hecho jurídico que pretende incorporar territorios coloniales, semicoloniales u ocupados, como nuestras Islas Malvinas y mares adyacentes, a la Unión o Comunidad Europea. En plena globalización, el viejo león pirata y felón, pierde dientes pero no mañas.
Así están las cosas. Ahora, el gobierno nacional tiene que actuar en defensa de nuestros intereses. Res non verba.
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