Las bases de la discordia
Existe un viejo proverbio latino que reza, “Si vis pacem, para bellum”, si quieres paz, prepárate para la guerra. El peligro de las bases que Estados Unidos acaba de desplegar en territorio colombiano, amenazan a la paz regional y enciende vientos de guerra en América del Sur.
Colombia tiene varias particularidades que las hace un lugar estratégico en el continente. Según el licenciado en Geopolítica Carlos Alberto Pereyra Mele, “el tener un país bioceánico con costas navegables sobre el Pacífico y el Atlántico le da una gran ventaja comercial y geoestratégica. Además por su cercanía con Panamá se puede monitorear el Canal y todo su tráfico”.
Con esta ventaja natural, un estado ausente y un presidente sospechado de recibir fondos del narcotráfico y que aún no ha podido erradicar el narcotráfico, los paramilitares, la guerrilla insurgente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas), Estados Unidos encontró las condiciones necesarias para imponer desde hace una década el “Plan Colombia”.Terminar con la violencia armada y el tráfico de drogas era el objetivo principal. Diez años después Estados Unidos decidió multiplicar las bases, a pesar que la producción de drogas se incrementó y la violencia armada va en franco aumento.
Estas bases son llamadas “cooperative security location” (locación de seguridad cooperativa), y están inmersas en el nuevo escenario geopolítico americana y la estratégica del programa “Global Defense Posture”, y que supone tener bases reducidas, ágiles, y que permitan “operaciones de logística y contingencias y entrenamiento de los ejércitos locales”.
Estas estarían localizadas en Larandía y Apiay (Oriente colombiano), Tolemaida y Palanquero (centro de Colombia y la más estratégica de todas), Malambo (sobre el Atlántico), Cartagena (sobre el mar caribe) y la séptima sería sobre el Pacífico en un lugar algún lugar no precisado, y como asegura Pereyra Mele “las bases dan presencia en el terreno y ayuda a bajar los costos operativos aéreos de ayudan a tener blindado a Uribe”.
Pero también la decisión de instalar estas bases tiene un correlato que a simple vista envuelve razones más complejas. Pereyra Mele considera que “la movilización de tropas obliga a los países amenazados a estar alerta y realizar grandes gastos para seguridad interna, lo cual hace que los perjudique económicamente, al destinar recursos no asignados para hacer frente a este gasto”.
Como se puede apreciar, desde estas locaciones se podría espiar a los díscolos Correa y Chávez y a sus territorios con recursos petroleros, la siempre apreciada Amazonia brasilera y su biodiversidad, y las reservas de agua dulce, como el Acuífero Guaraní.
Pero una de las razones esenciales del desembarco militar estadounidense se centra en que las instalaciones de Palanquero, se podrían albergar los aviones C-17, que trasladan ejércitos enteros en cuestión de horas, reabastecerse de combustible y llegar sin escalas hasta la Antártida y albergar a los AWACS, que son aviones espías con gran autonomía de vuelo, capaz de vigilar bajo cualquier condición climática los territorios deseados.
Con el arribo del material bélico, llegarían alrededor de seiscientos “contratistas civiles”, que no son otra cosa que los mercenarios, ahora blanqueados por el Pentágono, y alrededor de mil soldados, que amparados por las leyes americanas y los tratados firmados, estarían exentos de rendir cuentas en las jurisdicciones donde se desempeñen.
Bajo este escenario, América del Sur, sus ministros de defensa y el bloque UNASUR, consideran que es una afrenta destinada a abortar los procesos políticos no afectos a Washington, apoderarse de los recursos vitales en franca extinción y debilitar el poderío brasilero, que es quién emerge como la gran potencia regional.
Sergio Renna
Internacional
Existe un viejo proverbio latino que reza, “Si vis pacem, para bellum”, si quieres paz, prepárate para la guerra. El peligro de las bases que Estados Unidos acaba de desplegar en territorio colombiano, amenazan a la paz regional y enciende vientos de guerra en América del Sur.
Colombia tiene varias particularidades que las hace un lugar estratégico en el continente. Según el licenciado en Geopolítica Carlos Alberto Pereyra Mele, “el tener un país bioceánico con costas navegables sobre el Pacífico y el Atlántico le da una gran ventaja comercial y geoestratégica. Además por su cercanía con Panamá se puede monitorear el Canal y todo su tráfico”.
Con esta ventaja natural, un estado ausente y un presidente sospechado de recibir fondos del narcotráfico y que aún no ha podido erradicar el narcotráfico, los paramilitares, la guerrilla insurgente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas), Estados Unidos encontró las condiciones necesarias para imponer desde hace una década el “Plan Colombia”.Terminar con la violencia armada y el tráfico de drogas era el objetivo principal. Diez años después Estados Unidos decidió multiplicar las bases, a pesar que la producción de drogas se incrementó y la violencia armada va en franco aumento.
Estas bases son llamadas “cooperative security location” (locación de seguridad cooperativa), y están inmersas en el nuevo escenario geopolítico americana y la estratégica del programa “Global Defense Posture”, y que supone tener bases reducidas, ágiles, y que permitan “operaciones de logística y contingencias y entrenamiento de los ejércitos locales”.
Estas estarían localizadas en Larandía y Apiay (Oriente colombiano), Tolemaida y Palanquero (centro de Colombia y la más estratégica de todas), Malambo (sobre el Atlántico), Cartagena (sobre el mar caribe) y la séptima sería sobre el Pacífico en un lugar algún lugar no precisado, y como asegura Pereyra Mele “las bases dan presencia en el terreno y ayuda a bajar los costos operativos aéreos de ayudan a tener blindado a Uribe”.
Pero también la decisión de instalar estas bases tiene un correlato que a simple vista envuelve razones más complejas. Pereyra Mele considera que “la movilización de tropas obliga a los países amenazados a estar alerta y realizar grandes gastos para seguridad interna, lo cual hace que los perjudique económicamente, al destinar recursos no asignados para hacer frente a este gasto”.
Como se puede apreciar, desde estas locaciones se podría espiar a los díscolos Correa y Chávez y a sus territorios con recursos petroleros, la siempre apreciada Amazonia brasilera y su biodiversidad, y las reservas de agua dulce, como el Acuífero Guaraní.
Pero una de las razones esenciales del desembarco militar estadounidense se centra en que las instalaciones de Palanquero, se podrían albergar los aviones C-17, que trasladan ejércitos enteros en cuestión de horas, reabastecerse de combustible y llegar sin escalas hasta la Antártida y albergar a los AWACS, que son aviones espías con gran autonomía de vuelo, capaz de vigilar bajo cualquier condición climática los territorios deseados.
Con el arribo del material bélico, llegarían alrededor de seiscientos “contratistas civiles”, que no son otra cosa que los mercenarios, ahora blanqueados por el Pentágono, y alrededor de mil soldados, que amparados por las leyes americanas y los tratados firmados, estarían exentos de rendir cuentas en las jurisdicciones donde se desempeñen.
Bajo este escenario, América del Sur, sus ministros de defensa y el bloque UNASUR, consideran que es una afrenta destinada a abortar los procesos políticos no afectos a Washington, apoderarse de los recursos vitales en franca extinción y debilitar el poderío brasilero, que es quién emerge como la gran potencia regional.
Sergio Renna
Internacional
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