La preferencia de nosotros mismos
Alberto Buela (*)
En un artículo memorable El conflicto dólar-oro y la revolución mundial (1966) el cura Meinvielle, quien tuvo la rara capacidad de distinguir las apariencias de la realidad sostuvo que:
“ Es el caso actual del dólar como moneda internacional ( en esa época ya, de facto, sin respaldo en el oro) que no hace sino absorber la riqueza de los países, sobre todo los menos desarrollados”.
Alberto Buela (*)
En un artículo memorable El conflicto dólar-oro y la revolución mundial (1966) el cura Meinvielle, quien tuvo la rara capacidad de distinguir las apariencias de la realidad sostuvo que:
“ Es el caso actual del dólar como moneda internacional ( en esa época ya, de facto, sin respaldo en el oro) que no hace sino absorber la riqueza de los países, sobre todo los menos desarrollados”.
Poco tiempo después su premonición se cumplió pues en agosto de 1971 el presidente Nixon anuló la convertibilidad dólar-oro a 35 dólares la onza troy tal como lo habían fijado los acuerdos de Bretón Woods en 1944 y comenzó a instalarse “la burbuja financiera y el dinero casino” que denunciara hace ya once años el economista chivilcochino Miguel Angel Gago en el número 13 de la revista Disenso de 1997. Burbuja que estalló hace un mes con un costo tan millonario en dólares, que se hace impensable para una cabeza común. El quiebre de la banca de los “hermanitos Lehman” fue el disparador.
Pero… ya salieron los tontos de capirote, stultorum infinitus numerus est, a perorar acerca de cómo salir del entuerto.
Los gobiernos más serios han propuesto un blindaje a sus empresas e industrias,(Francia y Alemania) otros menos, un mayor control de sus bancos y financias,(Inglaterra y España) mientras que, los poco serios, manotean los ahorros privados y todo los que le quede a mano.
Ahora bien, el asunto fundamental, la causa de toda esta crisis mundial del capitalismo casino ya fue denunciada por el general De Gaulle en una famosa conferencia del 4 de octubre de 1965 donde sostuvo que el drenaje de oro de los Estados Unidos iba a terminar con el sistema monetario internacional y el predominio financiero mundial del dólar.
El problema consistía, como muy acertadamente lo relata Meinvielle, en si una economía como la usamericana con un fuerte aparato productor, pero con reservas en oro que se debilitan en forma constante, puede predominar sobre una economía como la europea con un fuerte respaldo en oro pero no con tan fuerte aparato productor.
De hecho ha primado, las pruebas están a la vista, la impresionante capacidad productiva sobre la financiera. Lo que ha ocurrido ahora en el interior del mercado usamericano es que la formidable capacidad tecnológica, produjo más de lo que se puede adquirir, primó sobre el poder financiero que se vio obligado a prestar aun en condiciones de “no devolución” para mantener el consumo y los intereses mayúsculos que sobre “el consumo inducido” percibía.
Pero… los tontos, siempre los tontos ya salieron a perorar. Así el ingenuo de Obama propone como solución que los financistas de Wall Street, los padres de este gran zafarrancho, ganen menos, que resignen a sus voluminosas ganancias. O nuestro telúrico Daniel Larriqueta en la Nación diario, se suma al mensaje de un ideólogo del mundialismo como lo es Jacques Attali, que nos propone un Gobierno Mundial, pues afirma: “Tenemos finanzas mundiales pero sin un Estado de derecho mundial”.
Es cierto que esta crisis extraordinaria del sistema económico-financiero internacional está demostrando que existe una insuficiencia de respuestas políticas y una incapacidad de los agentes políticos para resolverla. Pero de allí a proponer la creación de un Estado Mundial es un verdadero despropósito.
El mundo siempre va a ser más grande que los Estados Unidos y sus intereses, afirmaba hace ya muchos años Carl Schmitt. Lo que puede llegar a dejarnos esta fenomenal crisis es la enseñanza de que el mundo no es un universo sino mas bien un pluriverso. Es decir, que existen muchas y variadas versiones y visiones de lo que sea el mundo.
Hoy, específicamente, Suramérica ya tendría que estar trabajando sobre una moneda única, al menos para Brasil y Argentina con un respaldo sobre sus commodities, y así lograr una moneda fuerte y respetada en el mundo. En el funcionamiento efectivo del Banco del Sur, dejando de lado la parodia brasileña de un “banquito” y crear un “banco fuerte” como propone Venezuela. En la protección de sus industrias estratégicas y sus fuentes de recursos históricos. En la construcción de un mercado interno regional de carácter autocentrado con la estimulación del consumo de sus propios productos.
El lema sería el del viejo economista Aldo Ferrer de: Vivir con lo nuestro.
Y por qué Suramérica y no Argentina sola, porque no alcanza nuestro volumen de negocios (nuestro PBI anual es de solo 300.000 millones de dólares, o sea, menos de la mitad de lo que dispuso Estados Unidos para auxiliar a los “hermanitos Lehman y Cía”). Porque solos no tenemos ningún peso en el mercado financiero internacional. Porque, en definitiva, carecemos de agentes políticos y económicos que privilegien lo nuestro y defiendan nuestro dinero y nuestras cosas. (tenemos 260.000 millones de dólares de particulares depositados en el exterior). La única posibilidad de existencia de una burguesía nacional la teníamos en los contratistas del campo, que con seguridad son el único sector de la economía que no lleva sus ahorros afuera, pero, para no ser menos, la castigamos con medio año de incomprensión y medidas desatinadas.
Hoy las burguesías de Brasil, Israel y España están más preocupadas por nuestro destino (y sus intereses acá) que nosotros mismos.
En medio de esta catástrofe internacional vivimos en un limbo interior de problemas caseros y de cabotaje sin lograr la toma de ninguna medida apropiada a las circunstancias desgraciadas que padecemos y que están licuando todos los días nuestros ahorros. Como gran genialidad le preguntamos qué hacer a economistas como Mario Blejer quien primero es ciudadano israelí, luego norteamericano y finalmente argentino.
Política y culturalmente hemos abandonado el principio de existencia que es “la sana preferencia de nosotros mismos y de nuestros intereses primarios”.
Filósofo - Universidad Sorbona París -
(*) alberto.buela@gmail.com
Y por qué Suramérica y no Argentina sola, porque no alcanza nuestro volumen de negocios (nuestro PBI anual es de solo 300.000 millones de dólares, o sea, menos de la mitad de lo que dispuso Estados Unidos para auxiliar a los “hermanitos Lehman y Cía”). Porque solos no tenemos ningún peso en el mercado financiero internacional. Porque, en definitiva, carecemos de agentes políticos y económicos que privilegien lo nuestro y defiendan nuestro dinero y nuestras cosas. (tenemos 260.000 millones de dólares de particulares depositados en el exterior). La única posibilidad de existencia de una burguesía nacional la teníamos en los contratistas del campo, que con seguridad son el único sector de la economía que no lleva sus ahorros afuera, pero, para no ser menos, la castigamos con medio año de incomprensión y medidas desatinadas.
Hoy las burguesías de Brasil, Israel y España están más preocupadas por nuestro destino (y sus intereses acá) que nosotros mismos.
En medio de esta catástrofe internacional vivimos en un limbo interior de problemas caseros y de cabotaje sin lograr la toma de ninguna medida apropiada a las circunstancias desgraciadas que padecemos y que están licuando todos los días nuestros ahorros. Como gran genialidad le preguntamos qué hacer a economistas como Mario Blejer quien primero es ciudadano israelí, luego norteamericano y finalmente argentino.
Política y culturalmente hemos abandonado el principio de existencia que es “la sana preferencia de nosotros mismos y de nuestros intereses primarios”.
Filósofo - Universidad Sorbona París -
(*) alberto.buela@gmail.com