Nos mudamos a Dossier Geopolítico

4 de agosto de 2008

Vladimir Putin fuerza cambios en el equilibrio de Poder

VLADIMIR PUTIN FUERZA CAMBIOS EN EL EQUILIBRIO DE PODER

REPLIEGUE ESTRATEGICO DEL IMPERIO
A UN REVALORIZADO “PATIO INTERIOR”


AMERICA DEL SUR ANTE UNA ENCRUCIJADA: “UNIDOS O DOMINADOS”

Alarmantes señales en Cercano y Medio Oriente: Israel amenaza, Irán anuncia “represalias devastadoras” – La ominosa sombra de un holocausto nuclear - Putin resucitó el poder militar ruso y junto con China pone límites al avance de las multinacionales sobre el Cáucaso – Irak y Afganistán aferran a los efectivos anglosajones – Moscú despliega un sofisticado armamento misilístico para enfrentar el poder naval de EE.UU. – Después de más de medio siglo Washington reinstala su IV Flota para cubrir su frente latinoamericano – El plan de la “Fortaleza Americana”: repliegue estratégico. – Los alimentos como nuevo factor de poder - Chávez se prepara para eventuales ataques por tierra y por agua – Brasil propone crear el Consejo Sudamericano de Defensa, mientras entrena fuerzas especiales en Vietnam – Argentina y Brasil encaran las producción de sistemas de armas: desde autos todo terreno para las fuerzas de tierra, hasta misiles - Sudamérica siente en su nuca el hálito del viejo colonialismo – Un convulsionado panorama replantea la dramática opción: “UNIDOS O DOMINADOS”

Sergio Cerón



El Corriere Della Sera –tal vez el más influyente diario italiano- publicó el domingo 20 de julio el comentario de Benny Moris, presunto analista de asuntos internacionales, de quien no se dan mayores precisiones, cuyo título “SOLO UN ATAQUE (EXITOSO) PUEDE EVITAR LA GUERRA”, ofrece mucha tela para abordar el acuciante tema del nuevo equilibrio de poder, de por sí, inestable, que se advierte en el mundo.
“Casi con certeza Israel desencadenará un ataque a los objetivos nucleares iraníes en los próximos cuatro a siete meses, y los gobiernos de Teherán y Washington deberán augurarse ardientemente que tal ataque acierte en el blanco, infligiendo por lo menos graves retrasos en la cadencia de producción del programa nuclear iraní, si no pudiera aniquilarlo completamente”
El por qué de esta afirmación pareciera explicarse de acuerdo a Morris con el argumento de que si el ataque fallara, Medio Oriente se precipitaría en una guerra, ya sea debido a una acción nuclear preventiva por parte de Israel, o en cambio de un choque nuclear apenas Irán se haya dotado de la bomba atómica. De producirse esta catastrófica situación –arguye- el seguro resultado sería la desestabilización traumática de Medio Oriente con gravísimas repercusiones políticas y militares en todo el planeta, sin contar los daños gravísimos a los abastecimientos de crudo de Occidente y la contaminación radioactiva de la atmósfera terrestre, además de los mares y los ríos.
Pero, si un ataque mediante armas convencionales de Israel no lograse eliminar o retardar significativamente, al menos, el programa iraní, entonces en un brevísimo lapso el conflicto entre ambos países se intensificaría de manera acelerada hasta desembocar, casi sin dudas, en una guerra nuclear.
Otras consideraciones del articulista:

Si Occidente no logra evitar el éxito de los objetivos de Irán, ese país logrará el “punto de no retorno”, o sea la producción de la bomba nuclear, en un lapso que oscilará entre uno y cuatro años.
Para evitar esta perspectiva, se debería apelar a un ataque aéreo combinado de Estados Unidos e Israel, mediante armas convencionales, a las instalaciones iraníes cuestionadas. Pero debido al lodazal en que se encuentran sus tropas en Irak y Afganistán, la opinión pública americana se muestra contraria a enredarse en nuevas aventuras bélicas con el Islam, de manera tal que esa posibilidad no se aprecia viable.
En consecuencia, queda en pie solamente Israel con su aviación, su marina y sus fuerzas especiales para ese ataque, que estaría previsto entre el 5 de noviembre de 2008 y el 19 de enero de 2009. Sin embargo, Morris reconoce que parece improbable que por sí solo ese país pueda lograr la destrucción total o retrasar sustancialmente el proyecto nuclear de sus adversarios.
Casi sin duda alguna, Teherán respondería con misiles balísticos propios y azuzará a Hezbollah y Hamas a apuntar sus arsenales contra el sur y el norte de Israel, activando además las redes terroristas musulmanas en todo el mundo para golpear simultáneamente objetivos israelíes y judíos (incluso estadounidenses), como vehículos, edificios y embajadas. El estado hebreo se vería sometido a la dramática elección de consentir que Irán fabrique la bomba atómica y confiar en una situación de equilibrio basado en la perspectiva de “destrucción mutua asegurada” como la que reinó entre la URSS y Estados Unidos durante la Guerra Fría.
Pero Jerusalén teme que una política de disuasión nuclear chocaría contra la mentalidad fundamentalista de los mullahs que gobiernan Irán, que dada la ancestral vocación de “martirio” de la secta chiita, podrían incitar a la población a aceptar el riesgo de una inmolación como precio para la destrucción de Israel.
De aquí, sugiere el analista político, la existencia de la probable decisión de un ataque nuclear israelí para borrar de la faz de la tierra las amenazantes instalaciones nucleares y convertir a Irán en “un desierto nuclear”.

Llama poderosamente la atención que un medio del prestigio del Corriere Della Sera, con la traducción de Rita Baldassarre, publique un comentario tan delirante y amenazador. ¿Es que la situación estratégica en Medio Oriente ha llegado a un grado tal de inestabilidad que las usinas de guerra psicológica apelan a un recurso alevoso, como la amenaza de desencadenar una acción apocalíptica como ésta?

CAMBIOS EN EL EQUILIBRIO DEL PODER

Los poderosos del mundo, que tienen en sus manos y sus conciencias el futuro de la humanidad pueden hacer cualquier cosa para fundamentar su toma de decisiones, menos apelar a las vieja frase “Después de mí el diluvio” o desafiar a la racionalidad, como los millonarios que creen poner a salvo sus vidas construyendo en sus mansiones la llamada “habitación del pánico”, si temen ser asaltados por hordas amenazantes.
Lo razonable es considerar la realidad y adecuarse a ella. Porque en ella encontraremos la única verdad.
¿Cuál es la realidad que podemos percibir en el equilibrio estratégico del mundo actual?
Que termina el reinado de los Estados Unidos como superpotencia hegemónica incontrastable. El mundo dejó de ser unipolar, como parecía serlo con la caída del “Muro de Berlín” Bastaron pocas décadas para que en el Oriente surgieran con enorme vitalidad nuevas potencias económicas, políticas y militares en constante ascenso, dotadas de capacidad nuclear, como China y la India y para que apareciera en la Federación Rusa, convertida en 1989 en las ruinas declinantes del otrora poderoso imperio soviético, un estadista de la talla de Vladimir Putin Quien se ha convertido, aparentemente, en el principal rival que se interpone en la preponderancia mundial del plutocrático Imperio Anglosajón.
Existen muchas señales de lo ocurrido, a veces ocultadas o incomprendidas. Podríamos comenzar nuestras reflexiones por cualquiera.
Por ejemplo. si el delirio de Benny Morris es un reflejo fiel de lo que pasa en los altos círculos israelíes, podemos conjeturar que la elite de Israel desconfía de la decisión o la capacidad de los Estados Unidos para proteger al país de las consecuencias de su política de enfrentamiento con el mundo musulmán, que lo rodea y lo amenaza.
Otra señal de los tiempos es la herida en el flanco del gobierno financiero mundial que supone la explosión de la burbuja inmobiliaria que hace estragos en Estados Unidos, se ha extendido rápidamente a España y amenaza hacerlo en el resto de Occidente. Unida a la disparada de los precios de la energía y de los recursos naturales, contribuye a poner en dudas la preponderancia futura del imperio cartaginés con sede en Nueva York y en Londres.
La amenaza cierta de la destrucción del medio ambiente hasta extremos demenciales por la voracidad de la política del consumismo inoculado en la cultura actual, se une a ese cuadro de situación intrincado y casi inabordable para una ecuánime ponderación.

EL PORQUE DE LA CUARTA FLOTA

“! Y de este modo, restablezco la IV Flota!”, manifestó al almirante Gary Roughead, el 12 de julio de 2008, rodeado por oficiales y suboficiales, una banda militar, políticos y familiares, una quincena de helicópteros de combate y una enorme bandera norteamericana al dar el toque final “ a una movida militar que preocupa a gobiernos de toda América Latina”, según apreció el corresponsal de La Nación, Hugo Alconada Mon, en la edición del domingo 13 de Julio.

El marino, Jefe de Operaciones Navales de su país, gestor intelectual del renacimiento de la unidad, explicó que su meta será “asegurar la seguridad en este mundo globalizado” y que para ello podrá estar “lista en todo momento para todo desafío. Por eso somos una Armada global”
“Otro almirante, James Stavridis que está a cargo del Comando Sur, resaltó luego con cautela, otros objetivos, más digeribles para los ojos recelosos de América Latina, como las “misiones humanitarias” Alconada Mon advirtió que se preocupó por subrayar que el buque insignia de la flamante flota será un inofensivo buque hospital, no un portaaviones, como podrían suponer algunos suspicaces
Las aclaraciones venían al cuento en función de que Fidel Castro acababa de alertar sobre “los planes imperialistas” de Estados Unidos y el Presidente Hugo Chávez denunciara un plan para quedarse con los recursos naturales de la región.
Un día antes de esta ceremonia, la Presidenta Cristina Kirchner pidió explicaciones a dos enviados de George W. Bush en su despacho oficial, sobre las intenciones norteamericanas. El subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Thomas Shanon y el subsecretario del Tesoro, Brian O´Neill, intentaron tranquilizarla afirmando que todo se trataba de una nueva manera de organizar los barcos que ya existen en los mares internacionales del Caribe, del Atlántico y del Pacífico. Sin embargo, Shanon declaró que debió “asegurar que la armada no va a entrar en ningún río” y que “va a respetar los mares territoriales”, en una conferencia de prensa posterior a la entrevista.
No sabemos si la primera mandataria quedó satisfecha con las seguridades recibidas, ya que como habitante de Santa Cruz durante la guerra de Malvinas, seguramente recordaría el grado de respeto demostrado por los Estados Unidos al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), cuando abrió sus arsenales a Gran Bretaña, ante los apuros que pasaba la Task Force por la acción de la aviación argentina.
El presidente Hugo Chávez, que de ingenuo no tiene nada, prefirió apelar a otros recursos menos dudosos que la palabra de honor de los vecinos del Norte. El 6 de junio realizó un operativo estratégico militar en la isla La Orchila, en aguas territoriales venezolanas, donde quiso demostrar la capacidad defensiva de su país. Aviones de caza Sukhoi de origen ruso y una embarcación patrullera lanzaron misiles que impactaron con éxito en dos barcos a la deriva que sirvieron de blanco. Según datos oficiales se utilizaron los proyectiles aire-tierra KH-59 y KH-29, con alcance de 120 y 80 kilómetros respectivamente. En los últimos tres años Caracas concretó la compra a Rusia de 24 aviones Sukhoi y de unos 50 helicópteros por unos 2000 millones de dólares, además de 100.000 fusiles de asalto AK-103, similares a los que utilizan los efectivos rebeldes de Irak y Afganistán. En junio último confirmó la compra de misiles Top-ML a Rusia, para defender las instalaciones petroleras y estratégicas de Venezuela e eventuales ataques aéreos.
El 22 de julio, Chávez anunció en Moscú, donde visitó al Presidente de la Federación Rusa, Dimitri Medvedev, una abultada compra de armas de ese país y el cierre de convenios energéticos, a la vez que le propuso una alianza estratégica para defender la soberanía venezolana ante los últimos avances de los Estados Unidos en Iberoamérica. Desde su llegada al poder en 1998 ha denunciado planes de Washington para desestabilizar su gobierno y proyectar su control sobre la región mediante bases, como la de Manta, en Ecuador, que el mandatario de este país, Correa, cuestiona públicamente. Más aún, no vaciló en ofrecer a sus anfitriones la posibilidad de que los rusos instalen una guarnición militar en territorio venezolano: “Rusia tiene suficiente potencial como para garantizar su presencia en diferentes partes del mundo. Si las fuerzas armadas rusas quieren estar en Venezuela, serán recibidas calurosamente”, dijo en tono de desafío.

RECUERDOS DEL PASADO

Simultáneamente, en la capital rusa trascendió la supuesta afirmación de un alto funcionario, quien habría abogado por el envío de bombarderos de largo alcance a Cuba, en represalia por el escudo de misiles estadounidenses que se instalaría en Polonia y en la República Checa..
El diario Izvestia reconoció que esas discusiones existen y que los rumores circulantes tienen fundamento, pero que no se conoce una decisión formal al respecto. De todas maneras, el artículo periodístico reconoce que tanto el portamisiles supersónico Tupolev 180, capaz de lanzar misiles con ojivas nucleares, como el bombardero Tupolev-95MS, tienen suficiente autonomía de vuelo como para alcanzar el territorio de Cuba. El ministerio de Defensa ruso, sin embargo, relativizó la información que produjo suficiente revuelo en el Pentágono como para que el general Norton Schwartz, nominado para la jefatura del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, señalara que para Estados Unidos un hecho de ese alcance “se trataría de algo que pasa cierto límite, una línea roja” y agregara una firme advertencia: “Seguramente ofreceré el mejor consejo militar, que es que exhortamos a los rusos a no considerar esa posibilidad”.
Una declaración oficial del ministerio de Defensa ruso rechazó las publicaciones de Izvestia sobre el envío de bombarderos de largo alcance a Cuba, el día 24 de julio, y las calificó de “desinformación y una evidente noticia falsa publicada con algún fin específico”. Pero el jefe de las fuerzas misilísticas rusas, general Víctor Yesin, reveló que su país podría poner sobre sus misiles balísticos Topol M cabezas ultrasónicas, capaces de desprenderse y engañar a los sistemas antimisiles y, además, reactivar el programa para la realización de misiles balísticos orbitales, diseñados para evitar cualquier sistema de radar y alcanzar el territorio estadounidenses a través del Polo.
Por otra parte, en esos días los medios de prensa daban cuenta de la negativa del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, de desprenderse de un abundante arsenal de misiles antiaéreos provistos por la ex Unión Soviética, a pesar de las reiteradas presiones del gobierno de Bush.
Coincidiendo en el tiempo, Brasil manifestaba su decisión de asumir en cierta medida el liderazgo político sudamericano, al proponer Ignacio Lula da Silva la constitución de un Consejo Sudamericano de Defensa, con prescindencia de otras naciones continentales ajenas a ella. Obviamente, el objetivo es no dejar que poder alguno se instale por las suyas en el “patio trasero” de la América anglosajona. Voceros militares brasileños manifestaban su preocupación por las apetencias de las grandes potencias con respecto a los recursos de la Amazonia y los periodistas recibían informaciones sobre la estrategia de su defensa, en la que se cuenta con la constitución de fuerzas especiales, aptas para la guerra en regiones selváticas, que ya reciben entrenamiento en Vietnam
Analistas políticos y militares estiman que el olvidado “patio trasero” del gigante yanqui está retomando cada vez mayor importancia. La superpotencia en declive parece obligada a encarar el repliegue de sus líneas avanzadas que cubren casi todo el planeta, mediante acciones bélicas concretas – Irak, Afganistán- operaciones encubiertas de sus agencias de inteligencia en apoyo de sectores aliados o cooptados y con el mantenimiento de bases aéreas, navales o terrestres en las que flamea la bandera de la república imperial.
Sin embargo, ni la moral interna de su pueblo ni la salud de su economía están en condiciones de continuar soportando los costos de semejante despliegue, sometido a hostigamiento permanente por grupos mayoritarios de la opinión mundial que reclaman un cambio urgente de estrategia.
Las fuentes de provisión de energía, materias primas y recursos naturales se están cerrando a los requerimientos yanquis - habituados a imponer las condiciones del mercado internacional - ante la competencia de las ávidas demandas de potencias ascendentes, como China e India, que suman más de la tercera parte de la humanidad por sí solas.
Las puertas que se están cerrando en Asia parecen obligar a los líderes norteamericanos a intentar la apertura de otras más cercanas a sus posibilidades reales: el viejo “patio trasero”, mucho menos dócil que hace pocas décadas, cuando predominaba la “política de seguridad” en plena Guerra Fría, es el objetivo para intentar la restauración del menguante predominio de la coalición anglosajona.

LAS BASES U.S.A. EN SUDAMERICA

En un trabajo del licenciado Carlos Alberto Pereyra Mele, publicado por el Centro de Estudios Estratégicos Suramericano, que analiza la situación del subcontinente, se da cuenta del sistema de bases norteamericanas instaladas en la región:
Colombia: bases aeronavales El Arauca, Tres Esquinas, Larandia y Puerto Leguizamón.
Control de Venezuela: bases Reina Beatriz (Curazao) y Hato
Ecuador: base aeronaval de Manta.
Perú: bases fluviales Iquitos y Nanay
Paraguay: base Mariscal Estigarribia
Argentina: las islas Malvinas como base de su socio estratégico, el Reino Unido de Gran Bretaña.

Los recursos naturales de la región, están bien rodeados y controlados; han sido mantenidos hasta este siglo como una zona de reserva que comienza a ponerse en actividad con el obvio propósito de servir a las naciones ricas de Occidente, deficitarias en petróleo, gas, energías no convencionales, alimentos, materias primas industriales, agua potable, fuentes de provisión de oxígeno (reservas forestales), minerías y otros de menor valor estratégico.
El análisis toma en consideración los planes del Comando Sur de los Estados Unidos difundidos en febrero de 2007 en el “Plan 2016 para las Américas” y menciona un trabajo del Dr. Juan G. Tokatlián. En él se sostiene que el Comando Sur asume el rol de procónsul, con responsabilidad desmesurada, como la de ser la organización líder entre todas las agencias del gobierno norteamericano para garantizar “la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en toda América”.
El Lic. Pereyra Mele afirma que la política de balcanización del continente desde su independencia de España, “con las luchas de Argentina y Brasil por lograr una hegemonía, nos llevó a nuestra anulación, con una pérdida de tiempo y enfrentamientos que favorecieron los planes de expansión económica de EE.UU. y sus aliados en el continente”
“Para EE.UU., Hispanoamérica siempre fue su patio trasero, pero hoy los cambios mundiales vuelven a darnos una oportunidad de consolidar una unidad regional que nos permita tener la capacidad de limitar la interferencia de la globalización en nuestro propio territorio. Ello no será fácil en la medida que no reconozcamos fortalezas y debilidades de nuestro mundo ávido de recursos naturales. De allí la importancia de nuestro continente, que vuelve a tener gran vigencia.
Debemos ver a Suramérica como la isla continente, con 330 millones de habitantes, 50.000 km. de vías navegables, el 30% de las reservas de agua dulce del planeta, que posee todos los minerales estratégicos del siglo XXI con un área de 18 millones de kilómetros cuadrados, que es el doble de Europa y de los Estados Unidos. Es por ello que la América del Sur debe repensarse como una unidad geopolítica con sentido propio y así dar un paso importante para eliminar la actual fragmentación del continente. De manera que hacer extensiva la propuesta a la totalidad de Suramérica es un acto de prudencia, a la vez que de percepción estratégica”

VLADIMIR PUTIN, EL ESTADISTA

El Financial Times, en su edición de 12 de diciembre de 2005, reveló que cuando se le preguntó al Jefe del Estado Mayor Israelí, Daniel Halutz, hasta donde Israel estaba dispuesto a llegar para parar el programa de energía nuclear de Irán, contestó: “Dos mil kilómetros”
Trascendió, según el diario Times, de Londres (11/12/2005) que el entonces primer ministro Ariel Sharon había ordenado a sus fuerzas armadas preparar ataques aéreos sobre algunas zonas de Irán y que en fuentes vinculadas con el mando de las fuerzas especiales, se confirmó que se había anunciado disponibilidad “G” –el dispositivo superior- para llevar a cabo una operación. En apariencia se intentaría repetir, en otras condiciones y circunstancias, el bombardeo que destruyó en junio de 1981 el reactor nuclear Osirak, en Irak.
El 9 de julio de 2008, los medios de prensa del mundo titulaban sus despachos con el anuncio de que Irán había probado nueve misiles de mediano y largo alcance, entre ellos el Shahab-3, con capacidad para transportar a velocidad mach 2.1 una carga convencional de casi una tonelada o una ojiva nuclear o química, a una distancia de…dos mil kilómetros, lo que implica aptitud para alcanzar todo el espacio israelí y las bases norteamericanas del Golfo Pérsico. El jefe del sistema antimisilístico de Estados Unidos, general Henry Obering, reconoció que “Irán tiene la capacidad ahora mismo de alcanzar la mayor parte de Europa, hasta el Reino Unido. Simplemente no lo demostraron aún”
Los observadores internacionales se habían hecho eco el año anterior (29/05/2007) del ensayo efectuado por la Federación Rusa con un “misil intercontinental capaz de portar múltiples cabezas nucleares, diseñado específicamente para evadir sistemas de defensa como el que Washington planea instalar en Europa del Este” (La Nación, 30/05/2007).
El hecho “coincidió con una dura advertencia del presidente ruso, Vladimir Putin, que dijo que el despliegue del escudo norteamericano en Europa convertirá al continente en “un polvorín”.
A todo esto, prosiguió con el despliegue de su tecnología misilística de avanzada durante el último mes de julio. El 23, realizó una demostración concreta con un cohete de tipo intercontinental y otro de carácter táctico.
El disparo de la nueva arma estratégica, llamada RS-24, se efectuó desde la plataforma de lanzamiento de Plesetks, 800 kilómetros al norte de Moscú. El cohete impactó una hora después en la península de Kamchatka, a 5500 kilómetros del lugar. Rusia también realizó ese día ensayos preliminares de una nueva variante de misiles cruceros del tipo Iskander-M, que tienen un alcance de 300 kilómetros.
“A partir de hoy Rusia tiene nuevos misiles que son capaces de superar sistemas de defensa antimisiles existentes o futuros”, dijo Sergei Ivanov, viceprimer ministro de Rusia.
“Nuestros vecinos en el Sur y en el Este están adquiriendo misiles de corto y mediano alcance. Para nosotros significa una verdadera amenaza”, agregó.
Y aunque los cables informativos sostuvieron que no había aclarado “si se refería a Irán, Corea del Norte o China”, resulta obvio que precisamente esas tres naciones no figuran en el listado de las amenazas previstas por la inteligencia rusa. Más bien se trata de estados amigos o, eventualmente, aliados.
¿Hacia dónde, pues, podrían dirigirse las observaciones del viceprimer ministro? En primer lugar, y sin lugar a dudas, a Israel, que Putin considera el puñal regional apuntado al vientre blando de la estrategia de su país: el Cáucaso y sus ricos y codiciados yacimientos de petróleo y gas, donde las multinacionales energéticas pugnan por encontrar un reaseguro ante los riesgos que entraña el fundamentalismo árabe en el Medio Oriente.
Desde fines de 2005 a mediados del corriente año, mucha agua corrió bajo los puentes. Aunque los rumores de un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán siguen poblando las páginas de los diarios y las pantallas de televisión, lo cierto es que aumentan las probabilidades de que no se desencadene. Lo que parecía probable entonces, hoy se torna una perspectiva más lejana, porque puede entrañar un holocausto nuclear que cosecharía sus víctimas en millones de seres humanos. Es casi imposible concebir la devastación de Irán y tal vez Siria y otros países árabes, sin pensar que el diminuto territorio israelí podría ser destruido a la vez con apenas un par de misiles dotados de una ojiva nuclear.
Las amenazas del presidente de Irán, en las que profetiza la eventual destrucción de Israel, en respuesta al peligro de una acción armada contra sus instalaciones, son tildadas de expresiones de carácter demencial por círculos occidentales. Sin embargo, viene al caso preguntar si la clerecía chiita, a pesar de la vieja cultura del martirio que impregna este sector del Islam, se sumaría a una supuesta vocación suicida del hombre que los mullahs colocaron en la jefatura de gobierno de esa nación. O si, en cambio, hay en sus palabras no sólo manifestaciones de odio, sino el propósito de ejercer una acción psicológica, basada en hechos reales y concretos, con la intención de evitar una hecatombe generalizada.

EL CAUCASO Y LA ESTRATEGIA RUSA

El 13 de septiembre de 2004, el presidente Putin anunció una profunda reforma política destinada a reforzar su autoridad y a concentrar en el Kremlin un poder equiparable al que existía durante la era soviética. Uno de los puntos fundamentales era la creación de una poderosa agencia de acción antiterrorista. Dijo entonces:
· “Los autores intelectuales y los que ejecutan ataques terroristas tienen como objetivo la desintegración del Estado y la división de Rusia.”
· “Necesitamos un organismo central capaz no sólo de enfrentar ataques terroristas, sino también de impedirlos, destruir a los criminales en sus escondites y, si fuese necesarios, en el extranjero”

Esas declaraciones fueron hechas después de una dramática serie de atentados atribuidos al terrorismo chechenio, el peor de los cuales fue la inicua masacre de niños y adultos en una escuela de Osetia del Norte en el Cáucaso. Putin tiene la convicción de que su país es objeto de ataques insertos en una estrategia destinada a presionar sobre su flanco sur, para provocar un enfrentamiento generalizado con las antiguas repúblicas islámicas soviéticas, algunas de las que flotan sobre un mar de hidrocarburos
Históricamente el Cáucaso ha sido la frontera caliente del poder ruso. Encerrado entre las naciones europeas occidentales, la presencia hacia Oriente de la India y China y las tundras heladas en el Norte, Moscú siempre tuvo como meta obsesiva de su geopolítica el acceso a los mares cálidos por su línea austral. A la importancia de quebrar ese aislamiento se unió, a partir del siglo pasado, la existencia de enormes yacimientos de petróleo y gas en la región del Cáucaso, fundamental palanca de poder político y económico.
Sin prisa y sin pausa, de manera metódica y prudente, el ex director de la KGB para Europa Oriental desarrolló una exitosa estrategia para reconstituir el poder de su país. Aunque seguramente no oyó hablar de Julio A. Roca, Putin habría aplaudido la astuta tesis de que “! Todo está bien, porque está muy mal!”, una manera criolla y campechana, en política en especial, de afirmar que, cuando el poder entra en crisis y todo parece perdido, llega la oportunidad para quien tenga la percepción y el ímpetu de apostar sus fichas, de hacer saltar la banca.
La anacrónica y corrupta burocracia soviética dejó de ser una “máquina de impedir” y a la par, el mundo ya no vió en Rusia el espectro de la revolución bolchevique. Gorbachov y Yeltsin, se encargaron de las funciones de desarmar el imperio soviético y abrir las puertas de la economía, por la que entraron impetuosamente las mafias internas y las empresas multinacionales especulativas.
El nuevo líder organizó su poder interno, reconstruyó las fuerzas armadas, la estructura industrial y las empresas de desarrollo bélico de tecnología de punta. A la vez, facilitó a las multinacionales energéticas la reorganización del sistema de producción petrolera y gasífera y la apertura de suculentos mercados occidentales. Los estudiosos de la “era Putin” subrayan que éste jugó sus cartas como el mejor jugador de póker, escondiendo sus objetivos y mimetizándose en la imagen de debilidad y decadencia que emanaba de la desmembrada ex Unión Soviética, convertida en la más modesta y tolerable Federación Rusa. Al mismo tiempo aprovechó la arrogante presunción de los gobernantes y teóricos capitalistas, preparados para repartirse un mundo que, Fujiyama mediante, entraba en la dorada etapa del “final de la historia”. Nada podría oponerse a la era de un gobierno mundial plutocrático, gestado al abrigo del proceso de la globalización. A pesar de todo, desde Moscú se percibía claramente que se generaban formidables polos de poder económico, político, espiritual y también militar. El crecimiento vertiginoso del gigante chino, el acelerado desarrollo de la India convertida en gran potencia emergente, la movilización de los sectores más rebeldes y combativos del Islam, la serena, pero contundente cátedra del Vaticano –donde Juan Pablo II, con su consejero y colaborador Joseph Ratzinger fustigaban al capitalismo salvaje con nombres y apellidos (recordar el Simposio de Economistas presidido por el actual Benedicto XVI, en el que denunció la acción norteamericana para copar a América Latina y destruir a la Iglesia Católica, con el liderazgo de Teodoro Roosevelt a fines del siglo XIX y de la familia Rockefeller, durante el siglo XX) y la reacción multitudinaria de las masas populares en las naciones de Europa y América, anticipaban la debilidad real del Imperio Anglosajón y sus socios menores.
Cuando la coalición anglosajona se empantanó en Irak y comenzó a enfrentar la contraofensiva de los talibanes en Afganistán, la presión sobre el Cáucaso bajó en intensidad y actualmente la mayor preocupación de la estrategia norteamericana es evitar que el fundamentalismo musulmán logre derrotar a las menguadas fuerzas occidentales y a los señores de la guerra tribales, prestos a pasar de bando en cuanto huelan de donde proviene el.aroma de su conveniencia. No es de extrañar que Barak Obama haya asumido como una de las prioridades para los Estados Unidos reforzar con urgencia ese frente, desplazando los efectivos que propone retirar de Irak, a pesar de la escasa confianza que despierta el gobierno títere de Bagdad. El candidato demócrata se ha expresado abiertamente como partidario de Israel y, de ser consagrado presidente en Noviembre, se encontrará en la encrucijada que le plantea el belicoso estado judío. ¿En qué medida permitiría Estados Unidos una guerra con Irán, conociendo claramente que la mayoría chiita en el ejército irakí puede pasar en cualquier momento a apuntar sus armas contra los soldados de la coalición occidental y que, el tembladeral afgano torna concebible la suposición de que el régimen militar de Pakistán sea derrocado por los efectivos de Al Qaeda. Osama Ben Laden y sus lugartenientes tienen montado su Estado Mayor en las inexpugnables montañas de la frontera de esta nación con Afganistán.
Occidente, presumiblemente, no puede contar con el apoyo de la India, a la que Rusia abastece de armas y transfiere tecnología bélica de última generación, para mantener a raya a su vecino y enemigo histórico, con el que sostiene una contienda armada permanente por el control de Cachemira.
No sería demasiado insensato, después de la experiencia que ha vivido el mundo con los desatinos de la política exterior del gobierno de George W. Bush, suponer que el balance estratégico en Asia se inclina a favor de Rusia y su aliada China.

LA JUGADA MAESTRA DE PUTIN

La privatización de las empresas estatales propiciada por Gorbachov y Yeltsin colocó bajo control de especuladores aventureros a gran parte de la industria del gas y del petróleo ruso asentada en las ex repúblicas musulmanes del Cáucaso. El control de las empresa Yukos, adquirida por 200 millones de dólares por Mikhail Khodorkovsky, cuyo valor real oscilaba en los 14 mil millones de esa moneda, amenazaba la soberanía rusa en ese campo, al pretender éste transferir su control accionario a la EXXON MOBIL, la mayor petrolera estadounidense
A fines de 2003, mientras intentaba huir vía Vladivostok en su jet privado, fue detenido durante una parada de reabastecimiento, acusado de siete cargos, entre ellos fraude y evasión fiscal, por fuerzas de seguridad rusas
Con esta movida Putin no sólo logró por vía expeditiva retomar para el estado ruso el control de la producción energética, sino que envió un claro mensaje a especuladores y agentes de intereses foráneos.
Durante más de una década las multinacionales petroleras realizaron “joint ventures” con las ex repúblicas soviéticas islámicas que bordean el Mar Caspio. El propósito, al parecer, era bombear crudo barato a través de Turquía a los mercados occidentales, para lo cual Yukos era de vital importancia: controlaba los dos tercios de los estratégicos oleoductos de Rusia. Simultáneamente Moscú dio claras señales de que estaba dispuesto a desplegar su propia estrategia frente a la creciente presencia yanqui en una región que considera históricamente parte de su influencia.
El líder ruso comenzó a asumir ante el mundo un rol más definido de estadista y estratego. Ante declaraciones pública del primer ministro israeí Ariel Sharon, sobre la capacidad de su país de apelar a misiles de largo alcance en momentos en que Corea del Norte protagonizaba un episodio confrontativo con Occidente y hacía gala de su capacidad nuclear, recordó en un discurso que Rusia disponía en sus arsenales de una significativa reserva de cohetes intercontinental SS-19, que nunca se habían desplegado anteriormente y no figuraban en el inventario de los acuerdos de desnuclearización firmados oportunamente con los Estados Unidos.
A este panorama nuevo signado por el protagonismo de una gran potencia ascendente, se sumaban otros hechos que los observadores militares de diversos orígenes acordaron particular significación.
En septiembre de 2002, se realizaron en la codiciada región del Mar Caspio las mayores y más espectaculares maniobras militares de la historia rusa, que Putin enmarcó en “la lucha contra el terrorismo”, pretexto muy usado por Estados Unidos para justificar sus acciones militares en distintos puntos del planeta. Más de 10.000 soldados rusos, efectivos armenios y observadores griegos, decenas de buques y aviones, lanzamiento de misiles y un vehículo anfibio novedoso, conocido como “dragón del Caspio”, participaron en ellas. El portavoz de la cartera de Relaciones Exteriores de Moscú, Alexandr Yacovenko declaró que un ejercicio de tales características “nunca ha sido tan importante como ahora por la proximidad de Afganistán”
Ivanov supervisó los ejercicios desde el buque insignia de la Flotilla del mar Caspio, el guardacostas “Tatarstán” y visitó la plataforma petrolífera autopropulsada Astra, donde se realizaron simulacros “contra un ataque terrorista”

COMO DISUADIR A ISRAEL
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Con el propósito de disuadir a Israel de apelar a su armamento atómico para dirimir su conflicto con el mundo musulmán - según fuentes de inteligencia europeas -Rusia habría desplegado sus más avanzados misiles de crucero, con capacidad de portar ojivas nucleares en bases móviles situadas en Siria e Irán., a la vez que dotó a ambos países de sistemas de defensa antiaérea, con lanzamisiles de corto alcance. Damasco habría incorporado a sus arsenales los sistemas Strelets (Arcabucero), a pesar del pedido del entonces primer ministro Ariel Sharon de no vender a los árabes ese armamento.
Pero lo que más preocupaba a los israelíes era la presunta existencia de un arma mucho más poderosa en las cercanías de su frontera.
Desde camiones tripulados por efectivos rusos, de común acuerdo con los gobiernos de esos dos países, podrían ser lanzados en caso necesario cohetes P270 Moskit (Mosquito) (en el código de la OTAN se lo identifica como SS-N-22 “Sunburn”, “Quemadura de Sol”) . Este proyectil, que puede ser disparado desde rampas instaladas en buques, aviones y plataformas autotransportadas, vuela a velocidad mach 2.1, con capacidad para llegar en tres minutos desde Damasco a Israel. Actualmente está siendo sustituido por el misil “ONIX”, con alcance de 200 kilómetros; puede volar a una altitud de apenas 15 metros del suelo para burlar los radares, a velocidad estimada en el rango de mach 3. En virtud de esa velocidad, carga de combustible, peso y capacidad para transportar casi una tonelada de explosivos convencionales, se considera que está en condiciones de hundir a una nave de guerra de gran porte, inclusive portaaviones. Con lo cual, torna innecesario el uso de armas atómicas y la consecuencia represalia nuclear de un eventual contendiente.
Su propósito original fue enfrentar a los buques enemigos en los mares Báltico y Negro y en el Oçéano Pacífico y, asimismo, defender las costas rusas contra asaltos anfibios.
Desde 2001 las flotas de Rusia y China en el Pacífico tienen en dotación al misil “Moskit”, con el objetivo de servir como elemento de equilibrio frente al enorme potencial de la flota norteamericana. En Septiembre de 2003 el destructor chino “Fushou” disparó uno de estos proyectiles, con ojiva de práctica, que impactó con sorprendente precisión en un navío localizado a más de 60 millas náuticas del punto de lanzamiento.
El 24 de Octubre de ese año, Putin abrió una nueva base aérea rusa en Kant, Kyrgyzstan, dotada de aviones Sukois 27, provistos de lanzadores de misiles, a apenas 20 millas de la base que EE.UU. arrendó en Manas para apoyar supuestamente acciones antiterroristas en Afganistán. Los chinos, por su parte, instalaron sus propios Sukhoi 27 en el campo de aviación de Kashi, cercana a la frontera de aquel país. Todo indica que el movimiento tuvo como propósito delimitar los límites de acceso norteamericano a esa región estratégica.
China, la gran potencia emergente de fines del siglo XX, definitivamente consolidada como tal en lo que va del tercer milenio, se ha convertido en uno de los principalísimos protagonistas de la geopolítica mundial. Su formidable tasa de desarrollo económico ha despertado un voraz apetito por el petróleo y su demanda está transformando el mercado energético, el medio ambiente y la política del mundo. Las compras chinas a la OPEP ayudaron a los países productores de petróleo a incrementar el valor del barril a límites inimaginables hasta hace muy poco tiempo. La crisis energética, a la que se suma en la actualidad la de los alimentos, modifica de manera sustancial el cuadro de situación del poder mundial Los pragmáticos chinos no tienen problemas ideológicos con Occidente – sus dirigentes se guían por el dicho “No me importa de qué color sea el gato, sino que cace ratones” – pero sí en cambio en cuanto se refiere a la estrategia de control de los recursos.
El país oriental está expuesto en Medio Oriente, fuente de la mitad de sus importaciones de hidrocarburos, ya que depende cada vez más de las flotas estadounidenses que custodian y controlan los envíos de los suministros energéticos en todo el mundo. Recuerda, por otra parte, que el presidente Franklin Roosevelt, al estrangular el acceso del Imperio de Japón a las materias primas, en particular los combustibles y minerales, prácticamente forzó su participación en la Segunda Guerra. No tenía sino otra opción: replegar sus avanzadas en toda el Asia, incluyendo a China, y aceptar su desaparición como potencia.
Apelando a su pragmatismo, los gobernantes de Beijing concluyeron que les quedaba una sola vía: dejar atrás las viejas disputas con los eslavos por los hitos fronterizos y anudar una alianza estratégica con Moscú. Encontraron un cálido eco en Vladimir Putin, que se apresuró a ofrecer el petróleo ruso del Caspio como fuente de abastecimiento y transferir tecnología bélica de avanzada. Sobre esas bases se asientan los fundamentos de una reformulación de la estrategia mundial.
Aferrado Estados Unidos en Oriente Medio por la lucha de sus tropas contra los grupos radicalizados del Islam en Irak y Afganistán y relativizada la capacidad de Israel para lanzar su poderío – incluyendo su arsenal nuclear - contra sus vecinos, el Imperio Anglosajón está dispuesto, según todo comienza a señalar, a encarar una estrategia de contingencia: preparar un eventual repliegue de sus .líneas. Se menciona la presunta existencia de un plan denominado “Fortaleza América”, consistente en revalorizar su menospreciado “patio trasero”, al sur de la frontera con México, particularmente Sudamérica. Desde donde se afrontaría con mayor tranquilidad la crisis militar, económica, financiera y política que amenaza al capitalismo neoliberal.
¿Con cuáles bases? El subcontinente es el mayor reservorio de energía, minerales y alimentos al alcance de las apetencias anglosajonas, recursos de alto valor estratégico que influyen decididamente en la lucha por la hegemonía mundial en una coyuntura histórica en la que la tradicional usina de inteligencia estratégica de Occidente, el Consejo de Relaciones Internacionales, acepta por boca de varios de sus máximos conductores el fin de la hegemonía unipolar norteamericana.
La estructura de poder del sistema internacional puede ser reconfigurada por el costo y el acceso a la energía, los metales y los alimentos.

CONSEJO SUDAMERICANO DE DEFENSA

El diario La Nación del 28 de julio publicó un brillante análisis de Juan Gabriel Tokatlián con el sugestivo título de “Defensa: otra política para el subcontinente”, que debería ser de lectura obligatoria para los políticos argentinos, perdidos en una maraña de hechos que, vistos con perspectiva histórica, a lo sumo pueden ser calificados de anecdóticos.
Mientras tanto, de los grandes lineamientos estratégicos del país nadie se ocupa, salvo los pocos estudiosos, cuyos análisis a duras apenas alcanzan a trascender cuando logran superar la barrera del silencio general.
Tokatlián, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, plantea que los países sudamericanos se enfrentan a las consecuencias del cambio estratégico que se precipita en las relaciones de poder. Y señala que la propuesta brasileña se produce “en un momento complejo para la región en el que se combinan fuerzas endógenas que son fuente de más fragmentación y fenómenos exógenos que son generadores de mayor incertidumbre”
El autor no señala específicamente el origen de dichas fuerzas, pero parece obvio que por un lado apunta a las sugestivas movilizaciones de sectores opositores a los gobiernos que en mayor o menos grado, desde Venezuela a Chile, adhieren a una política de autonomía frente a la presencia de los intereses de los Estados Unidos y, por el otro, a los acontecimientos que marcan un descenso de la capacidad estratégica, en todos sus sentidos, de la coalición anglosajona en el mundo.
No debemos descartar que Tokatlián advierta los signos de un eventual repliegue hacia nuestro subcontinente, convertido en zona amurallada a fin de utilizar todos sus recursos para capear el temporal y preparar una posible contraofensiva.
Para comprender el momento que vive el planeta es importante saber que los promotores de la inteligencia estratégica de los Estados Unidos se nuclean en diversas instituciones, de las cuales la de mayor influencia y poder es el Consejo de Relaciones Internacionales, más conocido por la sigla CFR. Su director Richard Harris, en abril de este año anticipó su percepción de que “la era unipolar, una época de dominio estadounidense sin precedente, se acabó” Opinión compartida por la mayoría de los analistas del mundo.
Sin embargo una de las usinas estratégicas que contribuyeron a alimentar las lucubraciones geopolíticas de la presidencia Bush, es la agrupación de los asesores de los grupos dirigentes tejanos que bajo la denominación de Stratford, señalaron rumbos a la política exterior del país, tanto en materia militar como diplomática. Encabezados por los representantes de las multinacionales petroleras, jugaron sus cartas al dominio de los hidrocarburos de Medio Oriente, convencidos de que una demostración contundente de poderío en Irak, pondría en orden a toda la región. Los resultados los hemos analizado en este mismo trabajo, donde tratamos de explicarnos el por qué de un perceptible inicio de repliegue de la coalición occidental.
En el interin, como consecuencia de diversas causas que deben ser motivo de otro abordaje analítico –entre las más notorias el aumento exponencial de la demanda y, tal vez, su utilización como nuevo factor de poder – aparece la crisis alimentaria.
Hace pocos años atrás, en plena fiebre especulativa que fatalmente debería conducir a una explosión de la burbuja financiera inflada por la locura de los operadores bursátiles de todo tipo, George Soros – uno de los mayores beneficiarios de esa vorágine – modificó repentinamente su derrotero y anunció al mundo que había llegado la hora de desprenderse del papelerío y volver cuanto antes a invertir en bienes tangibles: ladrillos, tierras, producción agropecuaria e industrias de productos durables. Ni corto ni perezoso, llegó a los países periféricos, con los portafolios colmados de dólares, moneda que él mismo veía en tren de desmoronarse. En la Argentina se apropió de enormes extensiones de campos y se convirtió a través de sus empresas, en uno de los mayores inversores en bienes inmobiliarios.
Mientras tanto, como lo hacía Noam Chomsky - intelectual cuyo pensamiento de izquierda influye en la juventud universitaria estadounidense - Soros profetizaba la declinación del imperio americano,
Lo que ninguno de ellos pareció prever es la reconfiguración del sistema internacional de poder, no solamente por el control de las fuentes energéticas, sino por los recursos mineros y, en especial los hasta entonces poco valorados alimentos, como activo estratégico.
La tesis de los hombres de Stratford se basa en el control de los recursos naturales como fuente de poder sustitutiva y más decisiva que la energía. Para ellos “el precio de los alimentos es más fundamental para la estabilidad política que el precio del petróleo”. Y añaden que cuando se interrumpe el abasto de los alimentos, “las poblaciones sufren hambruna y luego se rebelan, entonces los gobiernos se encuentran sacudidos en sus entrañas”
Esta última aseveración da lugar a que, más allá de la torpeza con que manejó el gobierno Kirchner el conflicto con el “campo”, meditemos cuidadosamente el inesperado protagonismo que una agobiadora campaña mediática otorgó a dirigentes casi desconocidos por la opinión pública y elevara a la categoría de héroe nacional a un personaje menor, lindante con el anonimato, Alfredo de Angeli, sobre el que todas las cámaras de televisión del país mantuvieron un ojo obsesivo. Debemos reconocerle, sin embargo, que fue una eficaz polea de transmisión de consignas que apuntaban en definitiva, si no a la defenestración de Cristina Fernández de la primera magistratura, sí en cambio a crear a su gestión circunstancias que condicionaran su posible intención de regular, desde el Estado, el manejo de un nuevo factor de poder internacional que ahora está reservado a las naciones ricas.
El destino de América del Sur - “En el año 2000 estaremos unidos o dominados” – depende de que sea posible que las naciones de la región puedan armar un frente común, superando las peculiaridades ideológicas. Para así enfrentar el desafío de las naciones centrales dispuestas, por lo visto, a atrasar las agujas del reloj hasta los tiempos de la era colonial, con mucho mayor sutileza y astucia que las empleadas por las compañías de mercaderes ingleses y holandeses que construyeron en el siglo XVI un imperio voraz y despiadado en el Lejano Oriente en nombre de la libertad de comercio.
George Bernard Shaw, el gran dramaturgo irlandés, militante ideológico de la Sociedad Fabiana, una colateral del laborismo inglés, caracterizó el espíritu de la potencia británica con esta frase: “Nunca se encontrará un inglés que no tenga razón. Todo lo hace por principios, te guerrea por principios patrióticos, te roba por principios de comercio, te esclaviza por principios imperiales, te oprime por principios de fuerza, sostiene a su rey por principios de lealtad y lo decapita por principios republicanos”
Ese espíritu es el que rige la acción de los grupos más reaccionarios de los actuales dirigentes de Estados Unidos y Gran Bretaña, cuya asociación ha sido definida por politicólogos europeos como el Imperio Anglosajón.
La necesidad de preparar el terreno, hace posible encontrar una explicación a la sucesión de acontecimientos destinados a remover a los gobiernos sudamericanos que no ofrezcan un margen de total seguridad para el eventual repliegue de las posiciones de avanzada en el Cercano y Medio Oriente, prácticamente excluidas del espacio estratégico del Pacífico.
Para mencionar algunos sucesos sugestivos:

El golpe de Estado que depuso a Hugo Chávez, frustrado por sus partidarios que lo repusieron en el poder con apoyo popular.
El bombardeo por “fuerzas especiales” y armas de alta sofisticación del reducto de las FARC situado en territorio de Ecuador. No sólo destruyó su objetivo con altísima eficacia, sino que es muy probable que encerrara una advertencia para el presidente ecuatoriano Correa, quien insiste en reclamar el retiro de los norteamericanos de la base de Manta, situada en su país.
El movimiento secesionista de varios departamentos de Bolivia, precisamente en las zonas ricas en energía y con potencialidad para la producción de alimentos, alentado por la maquinaria mediática internacional.
La movida de Jorge Batlle, apoyada por el actual presidente uruguayo Tabaré Vázquez y por la inercia de la diplomacia argentina, para violar el acuerdo del Río Uruguay y alentar la instalación de plantas productoras de pasta celulósica con destino a sumarle valor agregado en Europa, mediante una industrialización negada a los sudamericanos.
La prolongada huelga de los estudiantes chilenos contra Michele Bachelet, mandataria caracterizada por su estilo prudente y cauteloso de gobernar.
La sorpresiva declaración de guerra sin tregua del campo argentino, con la reaparición en primer plano político y de popularidad de la Sociedad Rural, encarnada en la figura del elegante Luciano Miguens, que se dio el lujo de presentarse vestido de manera informal y hasta en mangas de camisa ante los atentos y persistentes lentes de las filmadoras televisivas.
Esos y otros síntomas que tal vez se nos escapen, explican la voz de alerta que parte de Ytamarati y explican la convocatoria de Lula de Silva para organizar un sistema de defensa exclusivamente sudamericano, sin ingerencia de otros adherentes u observadores extra-región.
En su trabajo Tokatlián estima que “la iniciativa brasileña es de enorme importancia para la Argentina, un país que necesita recuperar y reconstruir poder. Para lo cual resulta imperativo buscar amigos y socios; profundizar el multilateralismo como medio y como fin, y ser muy competente y flexible”
A su juicio Brasil es nuestro mejor socio estratégico, porque seremos relevantes e influyentes con Brasil y no por operar contra Brasil. No implica aceptar una dependencia del país vecino, sino actuar en conjunto para aportar un liderazgo múltiple en el área y contener una eventual tentación indebida de hegemonía por parte de Brasilia.
En apoyo de la opinión expresada sobre una política de cooperación, conviene señalar que ambos países han desarrollado un proyecto conjunto de vehículo militar todo terreno, tipo Hummer, denominado El Gaucho, cuya producción en serie ha comenzado. Pero lo más importante, desde un aspecto estratégico, es la mutua cooperación en materia de tecnología espacial. Los técnicos de INVAP, en base a su experiencia en satélites científicos, están trabajando sobre un sistema de navegación inercial que servirá para guiar hacia posiciones predeterminadas a un cohete sonda brasileño VS-30. Nuestro país, a la par, ha probado con éxito un prototipo de cohete, Tronador I, a partir del cual se trabaja en una versión más avanzada. El Tronador II podrá colocar una carga de 200 kg. a una altura de 400 km. La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) encabeza el operativo, en el que participan CITEFA (Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas) y universidades nacionales. El 8 de junio de 2007 una resolución oficial destinó el presupuesto para que la empresa VENG (Vehículo Espacial de Nueva Generación), sociedad de capitales privados y públicos controlada por la CONAE, asuma la gerenciación de la iniciativa. En lugar de usar combustible sólido, como el misil Condor II, desactivado durante el mandato de Carlos Menem por presión de Gran Bretaña y Estados Unidos, utilizará propulsante líquido, una tecnología más apropiada. Usará hidrocina, como componente base, cuya producción exigió reactivar las instalaciones de la planta piloto de Falda del Carmen, en Córdoba.
En realidad la propuesta de alianza que analiza Tokatlián revive el antecedente del Pacto del ABC, promovido durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, quien convocó al Brasil de Getulio Vargas y al Chile del general Carlos Ibáñez del Campo a encarar una alianza similar hace más de medio siglo, para contener los avances excesivos de influencia norteamericana en la región.
El lunes 4 de Agosto Cristina Kirchner recibió a Luis Inacio Lula da Silva, acompañado por una comitiva integrada por 300 empresarios de su país y se esperaba el arribo de Hugo Chávez, sometido a una agenda muy ajustada. Los medios periodísticos argentinos insinuaron que, en gran medida, la reunión tenía como propósito reforzar la imagen de la mandataria, sometida a una agotadora presión opositora encabezada por los ruralistas. Como “otro de los temas que podrían incluirse en el cónclave” - La Nación “dixit” – figuraba la decisión de los Estados Unidos de reactivar la IV Flota del Comando Sur. Por supuesto toda la problemática estratégica que plantea el tema en cuestión ha sido silenciada por los sagaces comentaristas políticos que padecemos. Nadie sospecha siquiera que podría estar en gestación el pacto ABV – Argentina, Brasil, Venezuela – que sería el motor de la unidad sudamericana soñada por Perón.
Si la Argentina considera conveniente su integración al Consejo Sudamericano de Defensa, Tokatlián propone afirmar un conjunto de principios:

Buenos Aires podría exigir que quede perfectamente en claro que la defensa del área se podrá garantizar en el marco de los estados existentes; la partición o la secesión no deben ser avaladas.
El organismo regional debe ser concebido “bajo los supuestos de gradualidad, operatividad y credibilidad”, lo que implica avanzar paso a paso, con prudencia y persistencia, a fin de consolidar la confianza de pueblos y gobernantes
El gobierno argentino debiera promover que la estructura del CSAD contemple tres miembros por cada país: un representante de la Presidencia, otro de la Cancillería y uno del ministerio de Defensa. Hoy es inconcebible segmentar la política exterior y la política de defensa.
Para afianzar la confianza recíproca de los miembros, es necesario que todos los países, como lo han hecho la Argentina y Chile, expliciten por medio de una suerte de Libro Blanco de la defensa sus gastos militares.
Una de las metas principales debe ser el diagnóstico sobre eventuales fricciones en la zona, para lo que Tokatlián propone la creación de un Centro de Prevención y Resolución de Conflictos, que podría establecerse en un país andino, un Observatorio Geopolítico Global, con asiento en el Cono Sur y de un Instituto de Altos Estudios Ambientales con sede en Brasil.
Resulta clave que el CSAD estimule ejercicios militares conjuntos subzonales y regionales, a fin de colocar a Estados Unidos “a suficiente distancia y de eludir su oferta de ayuda por vía de la recientemente redesplegada IV Flota”
Sería conveniente crear una Escuela de Entrenamiento Sudamericana, en la que los militares reciban formación complementaria de la que obtienen en cada nación.
Por último propone la constitución de un comité encargado de redactar un tratado sudamericano de defensa, en reemplazo del virtualmente difunto TIAR (Tratado Interamericano de Defensa Recíproca).

Aunque el estilo académico propio del autor debe necesariamente no ingresar en el terreno polémico que sí permite el análisis periodístico, parece claro que se encamina a considerar como un hecho probable la decisión estratégica de los Estados Unidos de afianzar su retaguardia y reorganizar sus fuerzas en función de los cambios que ha sufrido el tablero de poder en el mundo.

CONCLUSIONES

La máxima prioridad estratégica para los países de la América del Sur es cómo encarar el evidente repliegue de los Estados Unidos hacia su retaguardia, donde podría satisfacer muchas de sus necesidades en materia de recursos naturales como de restauración de su influencia ideológica, económica y militar.
Obviamente los intereses del Imperio Anglosajón colisionan con la bisecular aspiración de los iberoamericanos de conquistar su total y definitiva soberanía. Una meta inconclusa que había sido incorporada a la Declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816, cuando se proclamó que las Provincias Unidas del Río de la Plata se proponían liberarse de la corona española y de “toda otra dominación extranjera”
La lucha continúa, con la percepción de que la presión de las viejas potencias coloniales, bajo otro rostro, pero con los similares intereses que en el siglo XIX, puede asumir en estos momentos un sesgo imperativo.
La España de la dinastía borbónica, tradicional y secular aliada de Gran Bretaña, a la que podrían sumarse los gobiernos de Sarkozy y Merkel, se muestra propensa a secundar esos planes. Aunque la dependencia angustiosa de Europa Occidental de la energía rusa es un problema grave a resolver.
Vladimir Putin se levanta como el gran estratega que se propone constituir, en base a alianzas con China, Irán, Siria y otros países que, como la India, aunque pueda ser reticentes ante la influencia de Moscú en el Medio y Lejano Oriente, temen mucho más la de los grandes intereses multinacionales que desde hace siglos, con distinta imagen pública, los hicieron víctimas de su rapacidad.
Restablecido el viejo orgullo eslavo, modernizado su arsenal tecnológico militar,
que no vacila en transferir a sus aliados eventuales, ha logrado que se torne probable la existencia de un equilibrio bélico que neutralice el protagonismo regional de Israel y ponga en duda la capacidad de Estados Unidos de utilizar sin vacilaciones su flota.
Recordando la vieja teoría de Sir Halfod Mackinder, pareciera que las “naciones terrestres”, con Rusia y China a la cabeza, tienen supremacía estratégica sobre las “naciones marítimas”, cuya expresión más evidente son los Estados Unidos, por su enorme potencia, y Gran Bretaña, por su vieja tradición.
La creación de los misiles antinaves modificó, a partir de la Guerra de Malvinas, el futuro de la guerra aeronaval. Si la Argentina hubiera dispuesto de una veintena de Exocet más, con seguridad la Task Force que estuvo a punto de ser batida por la obsoleta, pero heroicamente peligrosa aviación argentina, hubiera regresado vencida a su punto de partida.
Los misiles rusos Moskit y Onix, multiplican en velocidad, alcance y capacidad de carga explosiva, sin mencionar eventuales ojivas nucleares, a los ya superados Exocet e, incluso a los subsónicos Harpoon, en dotación en EE.UU. e Israel,
El surgimiento de los alimentos como un factor de poder similar e incluso superior a la energía, crea nuevas consideraciones estratégicas y determina que las grandes potencias se vean obligadas a asegurarse su control. Los analistas de política exterior de alto nivel intelectual, militares y catedráticos, anuncian la finalización de la unipolaridad de poder representada por la potencia norteamericana, y la necesidad de encarar como posible opción una ordenada retirada estratégica de sus fuerzas terrestres, expuestas en Asia a una eventual debacle tipo Vietnam.
A partir de ese momento, surgió en fuentes reservadas, pero verosímiles, la versión de la existencia de la denominada operación “Fortaleza América”. Las naciones marítimas se replegarían en nuestro continente, donde la mayor reserva de recursos es Iberoamérica, en particular en la región sureña.
De ahí que hace tiempo, bajo el pretexto de la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico, Washington, con la ayuda de Londres, haya desplegado una serie de bases militares que ponen en riesgo la total soberanía de los países donde están asentadas. La más poderosa es la Falkland, en manos inglesas. Londres, para asegurarse su capacidad de acción, logró que EE-UU. forzara la colaboración del ex presidente Carlos Menem para entregar las unidades del cohete Condor II, con capacidad de carga de 500 kilos y alcance de 1200 kilómetros, con la complicidad española, que recibió la carga en sus puertos y la derivó a bases norteamericanas.
Es explicable, pues, que Brasil haya lanzado la iniciativa de crear un Consejo Sudamericano de Defensa y que, en conjunto con nuestro país, se haya iniciado la construcción de sistemas de armas para transporte de fuerzas de tierra y misiles espaciales. Venezuela, por su parte, se nutre de tecnología rusa para armar milicias colaterales a su Ejército de Línea y contar con misiles transportables en unidades marítimas y en los aviones Sukhoi de que ya dispone, además de instalar fábricas de armas con el asesoramiento de Moscú.
Nada de esto es casual ni desdeñable para construir un cuadro de situación.
El viejo “Unidos o Dominados” del general Juan Perón, asume plena vigencia.


Agosto de 2008

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