Nos mudamos a Dossier Geopolítico

6 de junio de 2009

Claves Económicas Mundiales




Con notable precisión, el presidente de la Federación Rusa, Dmitri Anatólievich Medvédev, abordó la coyuntura económico-financiera global, en su discurso de inauguración del Foro Económico de San Petersburgo, el Davos ruso. Hasta ahora, ninguno de los líderes del G-8 había sido tan explícito en la descripción de los cambios que se avecinan en las relaciones entre las naciones.


Medvédev: "Habrá una reformulación de las divisas de reserva, del FMI y de los modelos de mercado"

SAN PETERSBURGO. Tengo la gran satisfacción de saludarlos en este foro. Confío en que año tras año nuestro foro habrá de adquirir nuevos rasgos y fortalecerá su autoridad. Antes que nada y con toda franqueza quisiera agradecerles a todos los presentes, a todos los que acordaron intervenir en las discusiones.

El foro actual, por supuesto, es absolutamente especial. Transcurre en una época muy difícil, puede ser en uno de los períodos más dramáticos del desarrollo de la economía mundial, y todo esto conforma el correspondiente entorno, crea los correspondientes estados de ánimo.

En este año, por desgracia, también el clima ha trastabillado. Pero, puede ser que sea este el clima que corresponda a los ánimos económicos. Vamos a confiar en que en el curso del trabajo del foro la lluvia cesará, el viento amainará y el sol va a brillar más que hoy a la mañana.

Por la evaluación de la mayoría de los expertos, nos encontramos en el pico de la crisis global, en el medio de la recesión más profunda de las últimas décadas. Recordaré que discutimos el tema de la crisis ya en el anterior foro.

Aquellos de quienes hoy asisten y que tomaron parte en el pasado foro, recordarán esto. Dijimos que la existente arquitectura internacional de regulación no estaba capacitada para impedir los escenarios negativos del desarrollo de las economías, advertimos sobre la posibilidad de escenarios desfavorables sin precedentes en el desenvolvimiento de la vida económica.

Por desgracia estos pronósticos se realizaron. Tras la crisis financiera siguió la abrupta disminución de la producción, el significativo crecimiento del desempleo, la caída de los ingresos y del nivel de vida de centenares de millones de personas.

En aras a la objetividad hay que decir que en las últimas semanas que precedieron al foro, en los mercados financieros fundamentales comenzaron a observarse determinados síntomas de animación, lo que dio fundamento como mínimo a una serie de analistas para decir que el fondo de la crisis se había alcanzado y que la fase más dura se acerca a su culminación y no está lejano el comienzo del resurgimiento.

Pero, según lo veo, es demasiado temprano para descorchar el champagne. No en vano alguno de los economistas señaló que la crisis financiera es una planta de muchos años y mucha vida.

Ahora son populares las reflexiones sobre la similitud de la dinámica de la economía mundial, el desarrollo de esta misma crisis, a determinadas letras y se recuerdan letras –si nos referimos al alfabeto latino, como L, V, U, W, pero más importante que las letras, por supuesto, son las cifras que arrastra tras sí la crisis.

El volumen de problemas en expresión dineraria se mide por billones, además independientemente de la divisa líder a la que nos refiramos, y estos billones habrá que gastarlos. Lo más desagradable es que los gastos serán sufridos por todos. Pero ya hoy se pueden extraer algunas conclusiones de lo ocurrido, de lo pasado.

En primer lugar, nadie ha podido recluirse de la crisis realmente global. Las comunicaciones actuales, las tecnologías financieras modernas condicionaron la increíble velocidad con que se desarrolló la crisis, y condicionaron la increíble rapidez con que se difundió a todos los países.
Como única isla de estabilidad, sobre la cual se han hecho muchas reflexiones, ha quedado, posiblemente, la Antártida. La conclusión es evidente: sólo podremos salir de esta crisis como resultado de acciones conjuntas. Y para la exitosa resolución de los problemas surgidos son necesarios un intenso intercambio de información, un elevado nivel de coordinación y nuestras acciones conjuntas.

En segundo lugar, aquellos que debían pronosticar los acontecimientos y contribuir a la coordinación, resultaron inadecuados para la profundidad de la crisis, resultaron poco ágiles, poco flexibles, lentos. Las organizaciones financieras internacional (y hay que decirlo directamente, aquí no hay nada de qué avergonzarse) no pudieron cumplir sus funciones, sobre lo que fue directamente dicho, sin doble sentido, en el curso de los últimos grandes acontecimientos internacionales, como los recientes dos encuentros, las dos cumbres de las grandes economías mundiales, la “veintena”.

Además, nos convencimos de lo correcto de nuestro análisis de las tendencias económicas mundiales aún antes de la crisis, del análisis de la estructura de la economía mundial. La unipolaridad artificialmente soportada y la preservación del monopolio de los segmentos claves de la economía mundial fueron las causas fundamentales de la crisis.

Un polo de consumo que se financiaba a cuenta del déficit y correspondientemente, de la acumulación de deudas, una divisas de reserva alguna vez potente y un sistema dominante en el mundo de evaluación de activos y de riesgos. Como resultado disminuyó la calidad de la regulación, la fundamentación de las evaluaciones (y de las evaluaciones de la política macroeconómica inclusive) en general. Como resultado, no se logró impedir la crisis global.

Sin embargo y pese a tan pesimistas conclusiones, quisiera referirme a otra cosa. Al parecer, el peor escenario del desarrollo de los acontecimientos por ahora pudimos evitarlo antes que nada debido a la actual disposición de los estados, de los gobiernos de distintos países de actuar más acorde que lo que existió con anterioridad. Puede ser, actuar con un acuerdo sin precedentes si tomamos en cuenta toda la historia económica. Para discutir estas cuestiones ya se reunió dos veces la “veintena” de las economías más potentes.

Por supuesto, hasta el total acuerdo y la adopción de resoluciones generales absolutamente concretas todavía no se llegó pero el progreso es aquí evidente: se han creado algunos institutos que permiten mantener un diálogo abierto tomando en cuenta los intereses de todos los participantes claves para la elaboración de resoluciones mutuamente favorables. Antes que nada podría aquí mencionar el Consejo para la Estabilidad Financiera, que hoy reúne a todas las veinte economías líderes. Calculamos que pronto va a trabajar a plena potencia.

Ahora quisiera enumerar las direcciones básicas por las que nosotros consideramos imprescindible avanzar en los meses próximos, en el tiempo más cercano.

Primero. Es preciso acordar el orden de elaboración de los nuevos estándares de regulación de los mercados e institutos financieros.

Sí, aquí será preciso pasar entre dos extremos:

> entre la conservación de los sistemas ya conformados y

> el súbito reforzamiento del papel de la regulación.

Si el primer camino, el camino de la conservación, se hace muy atractivo (esto puede ocurrir, especialmente cuando transcurra la fase aguda de la crisis), en este caso al fin de cuentas será el camino directo a una nueva crisis.

El segundo camino inevitablemente acarreará un esencial retraso del desarrollo económico incluso en el período de estabilidad, si nosotros reforzamos en exceso todos los botones, todas las palancas de la regulación. A propósito, esto hoy atañe no sólo a la regulación, sino también a los impuestos.

Hoy muchos países adoptan la decisión de aumentarlos, como mínimo para eludir un excesivo déficit presupuestario, pero al fin de cuenta eso habrá que pagarlo con ritmos más bajos de la economía mundial en general. Las decisiones que nosotros adoptemos, es un hecho evidente por lo visto, habrá que buscarlas antes que nada en el plano del restablecimiento de la confianza mutua.

Se nos requiere no un enorme masivo de algunas nuevas normas internacionales, sino reglas efectivas y transparentes de juego, que creen la motivación hacia acciones racionales entre todos: desde los habituales participantes del mercado hasta los reguladores, acciones que aseguren un crecimiento estable y no lo impidan, y las correspondientes normas que reglamenten tales acciones.

Hoy ya se lleva a cabo un trabajo en el plano de expertos sobre estas cuestiones y ella deberá culminar con la convocatoria a una conferencia internacional para aprobar los enfoques elaborados.

Y yo, a propósito, quisiera confirmar la invitación hecha el año pasado a realizar una conferencia de este tipo en Rusia para discutir no ya los enfoques conceptuales sino, puede ser, propuestas plenamente concretas.

Lo segundo que es imprescindible hacer, es llevar a la práctica las decisiones de los “veinte” en cuanto a la reformulación de las organizaciones financieras internacionales.

Aquí (y esta es nuestra firme posición) no es posible limitarse a cambios cosméticos, pese a lo que quisieran algunos estados e inclusive, puede ser las propias organizaciones financieras internacionales. Esto, al fin de cuentas, deben ser institutos financieros conceptualmente nuevos, donde no exista la dominación de determinados sujetos políticos, motivaciones políticas o dominación de determinados estados, o de determinados países.

Además de estos institutos, si analizamos esto con extrema atención, simplemente nadie puede cumplir las funciones de pronóstico temprano de los fenómenos críticos, la coordinación de la política macroeconómica a escala de toda la comunidad mundial y cumplir las funciones de contralor sobre el funcionamiento del sistema internacional de divisas.
Precisamente por esto estamos interesados en que una reforma de este tipo se produzca con éxito y realmente no se limite a ese tipo de cambios cosméticos, al deseo de pintar algo sin cambiar nada en esencia.

¡Estimados colegas! Si miramos al futuro, nos es necesario intentar responder a una serie de cuestiones que inquietan hoy a todo el mundo.
Estas cuestiones ahora se plantean en la agenda y ellas, en esencia, están señaladas en las consignas del foro.

¿Cuáles son estas cuestiones? Son simple cuestiones que hoy preocupan a todos, simples y al mismo tiempo muy complejas.

¿Cuánto valdrá el petróleo? ¿Cómo asegurar la estabilidad del mercado energético?

Aquí, está claro, no hay otro camino a excepción de la interacción de los productores y los consumidores, la realización coordinada de una política energética, además sobre la base de acuerdos que comprometan judicialmente.

Nuestras propuestas sobre los nuevos marcos legales de la cooperación energética internacional ya han sido enviadas a todos nuestros socios.
Calculamos que estas iniciativas habrán de ser recibidas positivamente y el trabajo conjunto culmine con la adopción de acuerdos internacionales mutuamente ventajosos, con la elaboración de nuevas normas de cooperación energética o con la corrección de los convenios energéticos existentes, pero con tal corrección que tenga en cuenta la intranquilidad que evidencian los más distintos países.

No hace mucho tuve que analizar este tema. Considero que el problema básico de la regulación en este campo no está en la carencia de normas sino en que estas normas, por desgracia, presentan un carácter unilateral.
Necesitamos crear reglas universales que convengan a todos. En caso contrario estas normas no se cumplirán. Y en lugar de un orden normal obtendremos crisis y desorganización en el campo energético y esto no debemos permitirlo.

La segunda cuestión reside en el modelo por el que se desarrollarán las relaciones de mercado, si los gobiernos estarán en condiciones de cumplir sus promesas, si los bancos centrales podrán cumplir sus funciones, renunciarán estos y los otros de los actuales métodos bastante más activos, a veces severos de intervención estatal, incluida la intervención estatal dirigida a la defensa de los propios mercados, o los estados todavía van a ser por largo tiempo factores claves de las relaciones de mercado, de todos los procesos económicos. Esto, al fin de cuentas, es lo que ocurre con nuestras economías, cuál será el paradigma económico de desarrollo en el siglo XXI. Estas cuestiones son complejas y confío en que podremos expresarnos sobre estos problemas.

En cualquier caso quisiera decir que el proteccionismo en condiciones de la economía global, sean cuales fueran las consideraciones por las que se explique, es apenas un modo de esconder los problemas hacia adentro y no de curarlos. En cuanto al acceso a la propiedad estatal, su utilización más intensiva en la mayoría de los sectores de la economía, debe ser considerada como, seguramente, un medio inevitable pero de corto plazo para la resolución de las cuestiones.

Con esto, por otra parte, tampoco es un enfoque conceptualmente justo el considerar como dañinas todas las decisiones que fueron adoptadas a fines del año pasado o comenzando de mitad de ese año. Lo que fue hecho en el período de desarrollo de la crisis, en su fase más aguda resultaba y resultó apenas un pequeño complemento para el enorme masivo de proteccionismo, e incluso de intervención estatal que se acumuló en el período anterior.

Es decir en este sentido nada sobrenatural ocurrió. Un tema para el futuro: qué ocurrirá más adelante. Por supuesto, habrá que trabajar en este problema en forma compleja, sin limitarse simplemente a resonantes consignas políticas.

Otro problema clave que nos preocupa hoy es la estabilidad del funcionamiento del sistema mundial de divisas. La estabilidad del funcionamiento, la estabilidad de la existencia de este sistema están determinadas por las reservas de divisas. Varias veces reflexionamos sobre la existencia de una tendencia objetiva que consiste en la necesidad de crear nuevas divisas de reserva.

En esta situación muchos países pasan de las conversaciones a acciones plenamente concretas. Se trata del Asia Sudoriental, de América Latina, se eleva también el papel de nuestra divisa nacional en los cálculos de negocios con una serie de países.

Pienso que prácticamente todos concuerdan en que la fuerza del euro o la presencia del euro en calidad de divisa de reserva en grado significativo alivió las consecuencias de la crisis global para muchos países europeos.
Las decisiones que ahora se adoptan para la creación de fondos anticrisis (nosotros, dicho sea de paso, también tomamos estas decisiones y próximamente ellas serán aprobadas en el marco de la unión integradora de la Comunidad Económica Euroasiática), las decisiones adoptadas para aumentar los recursos del Fondo Monetario Internacional, evidentemente acarrearán también transformaciones en la fuerza relativa de las divisas.
Como resultado de estas acciones surge la elevación del papel de los instrumentos especiales de divisa, tales como los derechos especiales de giro del FMI. La estructura de esta original, puede decirse, y ya supranacional divisa, tomando en cuenta el peso creciente de las divisas regionales en los cálculos interregionales, por lo visto, habrá de cambiar en forma gradual.

No vale la pena adelantarse pero, seguramente, es uno de los ejemplos del camino por el cual puede ir la humanidad en la creación de tal análogo de la divisa supranacional. Corresponde evaluar complementariamente el papel potencial del oro en el sistema de divisas global, sobre lo que hoy se habla suficientemente con interpretaciones y propuestas absolutamente diferentes.

En condiciones cuando la realización de los intereses económicos de los emitentes de divisas de reserva inciden en directo sobre el estado de la economía mundial, sería erróneo eludir la discusión de estas cuestiones y nosotros lo hemos planteado directamente en el curso de la última cumbre de los “veinte” que transcurrió en Londres.

Aquellos países que emiten hoy divisas de reserva son especialmente responsables por la política macroeconómica que lleven a cabo. Los países que por ahora no tienen sus divisas nacionales de reserva, en determinada situación pueden ser sencillamente rehenes de la política macroeconómica de los estados que emiten divisas de reserva y esto no debemos olvidarlo. Todos podemos, al fin y al cabo, ser rehenes de esta situación nada sencilla.

Y las prevalencia determinadas por la fuerza de las divisas de reserva, las ventajas para concretos estados o grupos de estados deben compadecerse con un elevado grado de coordinación en este ámbito y con una mayor responsabilidad por las decisiones adoptadas.

Comprendemos también que ninguna divisa de reserva puede ser creada virtualmente, es imposible designar una divisa nacional como de reserva. Por eso nuestra tarea, tengo en cuenta la tarea de la Federación Rusa, consiste en hacer del rublo un medio más atractivo, cómodo y seguro de cálculo para nuestras compañías, para nuestros vecinos, para todos los que quieran utilizarlo en sus cálculos.

¡Respetados damas y caballeros!

Rusia no eludió, y por comprensibles causas no podía eludir la actual crisis en función de su carácter global. Más que eso, hay que reconocerlo que muchas de sus tendencias resultaron para nosotros incluso más agudas. Esto está vinculado con las evidentes carencias en la estructura de la economía rusa, cuya superación en los últimos años, durante el período de reformas, por desgracia, no pudimos efectuar.

Tengo en cuenta la comprensible y mentada dominación en la estructura de nuestra exportación, así como en los mercados financieros de aquellas empresas que se ocupan sólo de la extracción de materia prima. Se reflejó también el que como consecuencia de la falta del llamado “largo” dinero en la economía, de la insuficiente profundidad de los mercados financieros y de la continua y elevada inflación nuestro sistema financiero hasta ahora se encuentra en un estadio relativamente temprano de su desarrollo.

Pese a ello durante los últimos meses conseguimos estabilizar la situación en el ámbito financiero, ir o pasar, digamos, puede que por la menos dramática variante del desarrollo de los acontecimientos. Se prestó apoyo al sector real. Una gran atención se presta ahora al desarrollo del pequeño emprendimiento.

Por supuesto, algunas resoluciones se adoptan de manera bastante complicada y algunas decisiones crearon significativos problemas. Esto se refiere antes que nada a las decisiones del Banco Central sobre la dinámica del curso de divisas. Muchos países se enfocaron en la abrupta reducción de los cursos de las divisas nacionales. El Banco de Rusia prefirió otro escenario: el gradual.

Yo considero que esta decisión fue absolutamente correcta. Aseguramos el trabajo estable del sistema de pagos y, puede ser, lo que no es menos importante, incluso más importante, impedimos la extracción masiva de los depósitos dinerarios de los bancos, evitamos, de tal modo, la caída general del curso del rublo.

La situación actual en el mercado financiero habla de la adecuación de las medidas adoptadas. A propósito sea dicho, la reducción que ayer, por tercera vez, de las tasas de refinanciamiento realizó el Banco de Rusia brindan la esperanza sobre la consecuente reducción de las tasas de crédito, en lo que hoy tan necesitada está nuestra industria, todos los consumidores de servicios financieros.

Quisiera subrayar especialmente que para mi como Presidente la prioridad absoluta en las medidas anticrisis está, naturalmente, en la defensa social de la gente. A esto le hemos conferido y vamos a conferir una atención primordial. Pero no vamos a limitarnos sólo al otorgamiento de ayuda monetaria directa.

Lo más importante ahora es crear las condiciones para elevar la calificación de nuestros ciudadanos, para su reeducación, en casos imprescindibles para el cambio de especialidad. Cada persona deben comprender una cosa bastante simple: hoy es preciso ser más móvil, incluso ir al cambio del género de ocupación e incluso del lugar de residencia para asegurar el confort para su familia y la educación para sus niños. Esta es responsabilidad no sólo del Estado, esta es responsabilidad de cada uno de nosotros.

El año pasado hablé de que a la estrategia de nuestro desarrollo a largo plazo, a la concepción de las llamadas cuatro “I” (institutos, infraestructura, innovaciones, inversiones) es preciso añadirle otro elemento: el intelecto. Hoy quisiera decir algo más sobre esto.

Nuestra tarea al día de hoy es formar una economía intelectual, si se quiere inteligente y la correspondiente sociedad en su totalidad. Esto incluye una calidad de vida significativamente más elevada y el predominio en la sociedad de la clase media, la capacidad de cambiar rápidamente y reaccionar rápidamente ante un mundo cambiante.

Hoy nos es críticamente imprescindible contar con una clase empresaria activa, que trabaje en condiciones de competencia y que conforme en los países desarrollados la base del éxito económico. Este es, precisamente, el éxito en la modernización que quisiéramos ver en la práctica dentro de algunos años.

Una economía en la que existan otros procesos, que esté infestada por la corrupción y en la que predomine una burocracia ineficiente no podrá crear tal modernización.

Alguna vez un investigador de la historia de Rusia escribió que en el siglo XVIII, ya en el siglo XVIII, el estado crecía junto con la sociedad y se devoró esta sociedad en pedazos. Este es un escenario bien conocido pero demasiado pesado y hay que excluirlo.

La dirección más importante para nosotros es el fortalecimiento y la elevación de la calidad del trabajo del sistema financiero nacional al fin de cuentas y la creación en Moscú de un fuerte centro financiero internacional. Esta tarea, dicho sea de paso, pese a la crisis nadie la dejó de lado. Es más, la crisis de alguna manera como mínimo la hizo más actual.

Señalaré que las resoluciones recientemente adoptadas sobre reformas al sistema de pensión habrán de contribuir a la formación de un sistema a largo plazo de recursos financieros imprescindibles para el propio sistema financiero y para la estructura financiera.

En una proyección a corto plazo para nosotros, lo mismo que para los demás países, el desafío más serio en este ámbito es la limpieza de los balances de los denominados archivos “malos”. No pienso que para Rusia hoy sea óptima la concentración de tales activos en un banco denominado “malo” o “tóxico”, aunque en algunos países esta idea comenzó a llevar a cabo. Veremos qué es lo que obtienen.

Pero nosotros vamos a adoptar otros instrumentos para resolver esta tarea, entre ellos sencillamente contribuir al fortalecimiento de los bancos con el depósito en ellos de medios estatales en casos imprescindibles, de medios estatales en su capital, así como a disminuir los riesgos a cuenta de utilizar mecanismos que soporten no solo a los bancos sino a los propios tomadores de créditos.

Hoy estamos pensando no sólo en cómo salir de la crisis en los plazos más cortos. Debemos salir de la crisis con una economía renovada, más fuerte. En este sentido el respaldo que se presta hoy a determinadas empresas debe ser condicionada por la utilización de tecnologías de punta, por la elevación de la eficiencia energética, de la productividad del trabajo, por la elaboración de producción de la más elevada calidad según los estándares más avanzados.

Los acontecimientos de los últimos meses del período de crisis con toda evidencia testimonian que hemos retrasado demasiado la resolución de estas tareas. Si nosotros, en esencia, vamos simplemente a soportar la crisis, entonces perderemos años y al fin de cuentas resultaremos ante otra crisis, puede ser incluso más dramática que la que ahora sufrimos.

¡Estimados colegas, estimados huéspedes del foro!

En quienes hoy toman decisiones yace la responsabilidad de hacer la economía global más sana y estable, menos vulnerable ante los riesgos globales. La actual crisis indudablemente conducirá a la reformulación del mundo. Y yo pienso que esto para todos los aquí presentes en una conclusión evidente.

Como resultado de ello cambiarán los líderes del desarrollo económico, los modelos de conducta en el ámbito económico, los modelos de funcionamiento de los propios mercados económicos. Y los nuevos modelos que serán creados en los próximos años tendrán aún que atravesar pruebas de solidez y demostrar su eficiencia.

Por supuesto, cualquier crisis es una desilusión. Pero quisiera concluir con que cualquier crisis no debe someter a dudas el valor intrínseco de la libertad y de los valores democráticos, culturales y económicos requeridos por la Humanidad contemporánea, valores que surgieron en una muy difícil lucha y que fueron conquistados por todos nosotros en el curso de los siglos.

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