El Periodista, Historiador y Secretario Coordinador de la Comisión Provincial "Década Bicentenaria 2006 - 2016" de la Provincia de Salta, Argentina. Martín Miguel Güemes Arrubarrena, elaboro el presente trabajo sobre el primer grito de Libertad en America del Sur en Cuquisaca
Ayer y hoy, umbral intelectual de la Libertad e Independencia Suramericana.
A) Aproximaciones a un diagnostico histórico.
La creación del Virreinato del Río de la Plata (8.VIII.1776) significó para la España Imperial, gobernada por los Borbones, la elaboración de una nueva geopolítica destinada a contener las ambiciones lusitanas y anglosajonas. Su finalidad militar se proyectó a los aspectos administrativos y económicos. Su creación jurisdiccional tuvo entre otros fines el de resguardar a la vasta región de la posible disgregación territorial, producto de la incipiente pero constante confrontación de intereses que comenzaba a manifestarse en los límites de los antiguos Virreinatos del Reino de Indias.
Los sucesos más importantes para motorizar las ideas libertarias que se gestaban en América del Sur fueron las invasiones inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807 - con la gloriosa reconquista y defensa realizada por la Capital del Virreynato - y la invasión de Napoleón Bonaparte a la península Ibérica, con la rebelión del pueblo español ante la prisión del Rey Fernando VII. El viento de la historia sacude el añoso árbol imperial, como fruto maduro, el sistema absolutista español cae reciamente en tierra. Nace a la contemporaneidad, al mundo moderno, con su debe y con su haber. La España de la rabia y de la idea, confronta con la otra España que resiste el embate. Imperial, monárquica, absolutista, celta, goda, sarracena, castellana. Austrias y Borbones son las dos caras de una misma moneda devaluada. Exóticos en la misma tierra que gobiernan. En tanto, aquellos cachorros del devastado león español, en tierra americana deambulan por la selva de la vida. En la soledad de la libertad, ruge su autonomía emancipadora.
Las luchas por la soberanía del usurpador francés en España, y por la liberación del invasor inglés en Suramérica, son el punto de partida de la conciencia nacional Suramericana. Sin olvidar en esta remembranza la rebelión de Tupac Amarú y Tomás Catari en los Andes. Derrotados y salvajemente reprimidos. El alma criolla asume el clamor de la tierra suramericana, adopta el sistema institucional de las Juntas españolas, condicionando de esta forma al sistema Virreynal. La prisión de Fernando VII (el deseado) conmueve el alma cervantina del pueblo español, y como acto de lealtad refleja, en el Alto Perú cabalga el Cid por los Andes originarios. Esta actitud típicamente indígena y castellana (la resistencia al conquistador), es revitalizada por el Carlotismo (los seguidores de la Princesa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, casada con Don Juan VI de Braganza), que con su propuesta lusitana y monárquica, moviliza las energías de los Chuquisaqueños, antagónicas a los poderes exógenos. Así, en esta confluencia de factores internos y externos, al comenzar el Siglo XIX, Suramérica despereza su parto libertario.
El primer grito de libertad lanzado en el Alto Perú (25.V.1809), que estamos rememorando en este ensayo, es el umbral independentista de nuestro Bicentenario Federal (9.VII.1816), es el inicio de la guerra civil en Nuestra América. Guerra civil en procura de la libertad, que alimentó el proceso emancipador de las provincias de la América del Sur. La estrategia bolivariana y sanmartiniana de unidad continental fracasa como resultado final. La victoria de Sucre sobre La Serna (9.XII.1824), tiene su correlato político. Ayacucho en Buenos Aires, es la prevaricación de Rivadavia. Falta Tumusla (1.IV.1825) para completar el ciclo militar abierto en el Alto Perú, con la victoria de Suipacha (7.XI.1810). Derrotado Pedro Antonio de Olañeta, cae el último Virrey del Río de la Plata. Casimiro Olañeta y Güemes, su sobrino, astuto, maquiavélico, político de raza, encarna los nuevos tiempos. Es el verdadero gestor de la separación del Alto Perú. Asume el mandato unitario, gestado en la pequeña logia que libertó Bolivia. Muerto Belgrano, asesinados Güemes y Sucre, exiliado Artigas en el Paraguay y San Martín en Francia, triunfa el plan anglosajón de disgregación continental. De empréstitos forzosos para todo el continente. Nuestra deuda eterna… como en el cuento de García Márquez, nos parecemos a la cándida Eréndira y su "abuela desalmada". El realismo mágico suramericano es parte de nuestra realidad cotidiana. (…) Cuando la abuela se convenció de que quedaban muy pocas cosas intactas entre los escombros, miró a la nieta con una lastima sincera. - Mi pobre niña - suspiró. No te alcanzara la vida para pagarme este percance". (1)
Bolívar triste, solitario y final en el pequeño puerto Colombiano de Santa Marta, redacta su última proclama y muere el 17 de diciembre de 1830. (…)"He sido víctima de mis perseguidores, que me han arrastrado a las puertas del sepulcro. Los perdono. Al desaparecer de entre vosotros, mi afecto me aconseja declarar mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos ustedes deben trabajar por el inestimable bien de la unión: el pueblo obedeciendo al gobierno, a fin de evitar la anarquía; los ministros pidiendo al cielo que los inspire; los militares empleando sus espadas en defensa de las garantías sociales. ¡Colombianos! Mi último voto es por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye al fin de asegurar la consolidación e integración de la Unión, descenderé en paz a la tumba."
Algunos testigos presenciales dejan testimonios según los cuales, mientras leen su proclama, Bolívar mira inquisitivamente en torno suyo, y alguno de ellos hasta sugiere que está buscando a los enviados especiales de los cinco países que le deben su libertad: Colombia, Venezuela y Ecuador, en su totalidad; Perú, el haber completado la obra de San Martín, para dejarlo libre; Bolivia, su propia existencia. Pero allí no hay nadie. Los gobiernos de aquellos países no tienen tiempo sino para proseguir despedazándose. (2)
La frustración colectiva nos incentiva a repensar nuestra vocación de Patria Grande. La relectura de estudios, a evitar que nuestra historia se siga escribiendo a contrapelo de la verdad y retome el camino señalado por los Libertadores. Debemos trabajar procurando unir sobre lo fundamental: la identidad nacional suramericana, con nostalgias de futuro.
La separación del Alto Perú de las Provincias Argentinas (1826), la creación del Uruguay, la guerra de la Triple infamia contra el Paraguay (1865) y la Guerra del Pacífico (1879) - de la cual saca partido Chile al sustraer territorios a Perú y Bolivia, encerrando las posibilidades marítimas bolivianas- son partes indubitables de la concertación de factores internos y externos que condujeron a nuestra disgregación continental. Hoy, desde un nuevo mangrullo del proceso histórico, estamos en condiciones de rastrear las huellas de ese extravío y buscar nuevas sendas y opciones de unidad Suramericana.
Las Revoluciones de Chuquisaca y La Paz en 1809, como expresáramos en el introito, están íntimamente ligadas a la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, frontera atlántica del Virreinato del Río de la Plata. También a la irrupción prepotente de Napoleón Bonaparte en la península ibérica (1808) y a la resistencia popular española a partir del 2 de Mayo de 1808, en Madrid. La guerra de independencia española se traslada con su fuerza telúrica al continente suramericano. Es decir, a la actitud nacionalista del pueblo indo – hispano - americano, ante el accionar de fuerzas extranjeras, conquistadoras del solar nativo.
Se suma a esta decisión popular, a la resistencia arraigada a su tierra, el enfrentamiento ideológico que separa a sus dirigentes, entre absolutistas y liberales. Esta lucha ideológica nacional, particular del español peninsular y suramericano, estuvo teñida por ancestrales vivencias en nuestra América Profunda, donde el problema aborigen, sobre todo después de la rebelión de Tupac Amarú (1789), condimentó la necesidad de reivindicación de las razas vencidas.
La sentencia que recayó sobre Tupac Amaru, su descuartizamiento por el cinchar de cuatro caballos, su lengua cortada por el verdugo, fue análoga y tan cruel como la sufrida por (…) nuestra Patria Grande, pues, descuartizada como fue, su cuerpo de fierro, como el del indio, siguió y sigue resistiéndose, a tan nefasto descuartizamiento.” (3)
(…)Con ese criterio se ha llegado al extremo inaudito de responsabilizar a nuestros pueblos de su mal llamado subdesarrollo. Nunca hubo propiamente subdesarrollo sino diabólica oposición externa al desarrollo que ellos, de no mediar esa fatal circunstancia, hubieran conseguido por sí mismos. Es algo así como culpar a un despojado de su billetera al viajar en ómnibus, después de pagar el boleto que lo conduce a su trabajo, de ser él y nadie más que él, el culpable de haberse quedado sin dinero. Los ladrones del erario público esperan las ocasiones favorables, en cada itinerario de los pueblos suramericanos a sus jornadas laborales.
Muchos intelectuales cosmopolitas, portuarios, siguen dando vueltas a la noria del pensamiento colonial, sintetizado por la zoncera nº 2 (como la bautizara Arturo Jauretche en su Manual de Zonceras Argentinas): "el mal que aqueja a la Argentina es la extensión". Esta hija mayor de aquella que las parió a todas, Civilización y Barbarie -exabrupto Sarmientino-, sigue condicionando la mentalidad del país de los argentinos. Sobre todo en su mirada historiográfica, con sus consecuencias políticas, sociales y económicas. De los laberintos se sale por arriba, decía Leopoldo Marechal. Para ello debemos mirar a la Patria, esa provincia de la tierra y el cielo, con ojos mejores, como afirmara Leopoldo Lugones. La inteligencia argentina debe abrirse al horizonte de la Patria Grande, no tergiversar su destino. Salvador Ferla en su libro: "Historia Argentina con drama y humor", expresa: (…) "Para una correcta interpretación de nuestra historia es indispensable tener presente que nuestra revolución emancipadora comenzó en Chuquisaca el 25 de Mayo de 1809. Esto nos permite superar el carácter puerto céntrico de la historiografía tradicional y comprender mejor los sucesos posteriores. Buenos Aires no adhirió a ella, y no por razones de oportunidad sino por su carácter provinciano y plebeyo". Hasta aquí, el drama y el humor.
¿Podían los hombres porteños calificar de provinciano y plebeyo al movimiento Alto peruano? La ciudad frente al río inmóvil, nacida del contrabando y la corrupción de su destino ¿puede calificar de esta manera, a la ciudad de los pleitos, cercana a Potosí, plagada de funcionarios, canónigos, abogados y estudiantes de toda América? Desde Salta, que no nació para frontera, sino para centro de un vasto espacio geocultural, afirmamos rotundamente que estamos en contra de esta advenediza afirmación porteña. Nos sentimos cercanos, por la geografía, la historia, la cultura y la tradición, con Sucre, y rendimos homenaje a sus mártires y precursores… Jaime de Zudañez (adalid de la causa libertaria en Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay) y Pedro Domingo Murillo (en La Paz), son el fuego sagrado de esta tierra irredenta andina, que no se apagará jamás.
Juan Antonio Alvarez de Arenales (que comenzó su carrera militar en Chuquisaca, aquel 25 de Mayo) y Martín Miguel de Güemes (nacido a la vida militar combatiendo a los ingleses en el Río de la Plata) encarnan el espíritu salto-jujeño-alto peruano en la epopeya de la tierra en armas. En la época imperecedera de la lucha por nuestra libertad e independencia, expresan la voluntad indomable de resistencia al opresor absolutista.
Nuestra historia oficial, escrita por la historiografía rioplatense, relato portuario de espaldas al destino común, no ha querido investigar hasta el presente una historia verdadera y de conjunto. Una tradición documentada de nuestra epopeya continental; una historia viva es preciso reconstruir para lograr el equilibrio histórico, para evitar disgregaciones coloniales. Para asumir un pensamiento propio, de cara al Siglo XXI.
La creación del Virreinato del Río de la Plata (8.VIII.1776) significó para la España Imperial, gobernada por los Borbones, la elaboración de una nueva geopolítica destinada a contener las ambiciones lusitanas y anglosajonas. Su finalidad militar se proyectó a los aspectos administrativos y económicos. Su creación jurisdiccional tuvo entre otros fines el de resguardar a la vasta región de la posible disgregación territorial, producto de la incipiente pero constante confrontación de intereses que comenzaba a manifestarse en los límites de los antiguos Virreinatos del Reino de Indias.
Los sucesos más importantes para motorizar las ideas libertarias que se gestaban en América del Sur fueron las invasiones inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807 - con la gloriosa reconquista y defensa realizada por la Capital del Virreynato - y la invasión de Napoleón Bonaparte a la península Ibérica, con la rebelión del pueblo español ante la prisión del Rey Fernando VII. El viento de la historia sacude el añoso árbol imperial, como fruto maduro, el sistema absolutista español cae reciamente en tierra. Nace a la contemporaneidad, al mundo moderno, con su debe y con su haber. La España de la rabia y de la idea, confronta con la otra España que resiste el embate. Imperial, monárquica, absolutista, celta, goda, sarracena, castellana. Austrias y Borbones son las dos caras de una misma moneda devaluada. Exóticos en la misma tierra que gobiernan. En tanto, aquellos cachorros del devastado león español, en tierra americana deambulan por la selva de la vida. En la soledad de la libertad, ruge su autonomía emancipadora.
Las luchas por la soberanía del usurpador francés en España, y por la liberación del invasor inglés en Suramérica, son el punto de partida de la conciencia nacional Suramericana. Sin olvidar en esta remembranza la rebelión de Tupac Amarú y Tomás Catari en los Andes. Derrotados y salvajemente reprimidos. El alma criolla asume el clamor de la tierra suramericana, adopta el sistema institucional de las Juntas españolas, condicionando de esta forma al sistema Virreynal. La prisión de Fernando VII (el deseado) conmueve el alma cervantina del pueblo español, y como acto de lealtad refleja, en el Alto Perú cabalga el Cid por los Andes originarios. Esta actitud típicamente indígena y castellana (la resistencia al conquistador), es revitalizada por el Carlotismo (los seguidores de la Princesa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, casada con Don Juan VI de Braganza), que con su propuesta lusitana y monárquica, moviliza las energías de los Chuquisaqueños, antagónicas a los poderes exógenos. Así, en esta confluencia de factores internos y externos, al comenzar el Siglo XIX, Suramérica despereza su parto libertario.
El primer grito de libertad lanzado en el Alto Perú (25.V.1809), que estamos rememorando en este ensayo, es el umbral independentista de nuestro Bicentenario Federal (9.VII.1816), es el inicio de la guerra civil en Nuestra América. Guerra civil en procura de la libertad, que alimentó el proceso emancipador de las provincias de la América del Sur. La estrategia bolivariana y sanmartiniana de unidad continental fracasa como resultado final. La victoria de Sucre sobre La Serna (9.XII.1824), tiene su correlato político. Ayacucho en Buenos Aires, es la prevaricación de Rivadavia. Falta Tumusla (1.IV.1825) para completar el ciclo militar abierto en el Alto Perú, con la victoria de Suipacha (7.XI.1810). Derrotado Pedro Antonio de Olañeta, cae el último Virrey del Río de la Plata. Casimiro Olañeta y Güemes, su sobrino, astuto, maquiavélico, político de raza, encarna los nuevos tiempos. Es el verdadero gestor de la separación del Alto Perú. Asume el mandato unitario, gestado en la pequeña logia que libertó Bolivia. Muerto Belgrano, asesinados Güemes y Sucre, exiliado Artigas en el Paraguay y San Martín en Francia, triunfa el plan anglosajón de disgregación continental. De empréstitos forzosos para todo el continente. Nuestra deuda eterna… como en el cuento de García Márquez, nos parecemos a la cándida Eréndira y su "abuela desalmada". El realismo mágico suramericano es parte de nuestra realidad cotidiana. (…) Cuando la abuela se convenció de que quedaban muy pocas cosas intactas entre los escombros, miró a la nieta con una lastima sincera. - Mi pobre niña - suspiró. No te alcanzara la vida para pagarme este percance". (1)
Bolívar triste, solitario y final en el pequeño puerto Colombiano de Santa Marta, redacta su última proclama y muere el 17 de diciembre de 1830. (…)"He sido víctima de mis perseguidores, que me han arrastrado a las puertas del sepulcro. Los perdono. Al desaparecer de entre vosotros, mi afecto me aconseja declarar mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos ustedes deben trabajar por el inestimable bien de la unión: el pueblo obedeciendo al gobierno, a fin de evitar la anarquía; los ministros pidiendo al cielo que los inspire; los militares empleando sus espadas en defensa de las garantías sociales. ¡Colombianos! Mi último voto es por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye al fin de asegurar la consolidación e integración de la Unión, descenderé en paz a la tumba."
Algunos testigos presenciales dejan testimonios según los cuales, mientras leen su proclama, Bolívar mira inquisitivamente en torno suyo, y alguno de ellos hasta sugiere que está buscando a los enviados especiales de los cinco países que le deben su libertad: Colombia, Venezuela y Ecuador, en su totalidad; Perú, el haber completado la obra de San Martín, para dejarlo libre; Bolivia, su propia existencia. Pero allí no hay nadie. Los gobiernos de aquellos países no tienen tiempo sino para proseguir despedazándose. (2)
La frustración colectiva nos incentiva a repensar nuestra vocación de Patria Grande. La relectura de estudios, a evitar que nuestra historia se siga escribiendo a contrapelo de la verdad y retome el camino señalado por los Libertadores. Debemos trabajar procurando unir sobre lo fundamental: la identidad nacional suramericana, con nostalgias de futuro.
La separación del Alto Perú de las Provincias Argentinas (1826), la creación del Uruguay, la guerra de la Triple infamia contra el Paraguay (1865) y la Guerra del Pacífico (1879) - de la cual saca partido Chile al sustraer territorios a Perú y Bolivia, encerrando las posibilidades marítimas bolivianas- son partes indubitables de la concertación de factores internos y externos que condujeron a nuestra disgregación continental. Hoy, desde un nuevo mangrullo del proceso histórico, estamos en condiciones de rastrear las huellas de ese extravío y buscar nuevas sendas y opciones de unidad Suramericana.
Las Revoluciones de Chuquisaca y La Paz en 1809, como expresáramos en el introito, están íntimamente ligadas a la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, frontera atlántica del Virreinato del Río de la Plata. También a la irrupción prepotente de Napoleón Bonaparte en la península ibérica (1808) y a la resistencia popular española a partir del 2 de Mayo de 1808, en Madrid. La guerra de independencia española se traslada con su fuerza telúrica al continente suramericano. Es decir, a la actitud nacionalista del pueblo indo – hispano - americano, ante el accionar de fuerzas extranjeras, conquistadoras del solar nativo.
Se suma a esta decisión popular, a la resistencia arraigada a su tierra, el enfrentamiento ideológico que separa a sus dirigentes, entre absolutistas y liberales. Esta lucha ideológica nacional, particular del español peninsular y suramericano, estuvo teñida por ancestrales vivencias en nuestra América Profunda, donde el problema aborigen, sobre todo después de la rebelión de Tupac Amarú (1789), condimentó la necesidad de reivindicación de las razas vencidas.
La sentencia que recayó sobre Tupac Amaru, su descuartizamiento por el cinchar de cuatro caballos, su lengua cortada por el verdugo, fue análoga y tan cruel como la sufrida por (…) nuestra Patria Grande, pues, descuartizada como fue, su cuerpo de fierro, como el del indio, siguió y sigue resistiéndose, a tan nefasto descuartizamiento.” (3)
(…)Con ese criterio se ha llegado al extremo inaudito de responsabilizar a nuestros pueblos de su mal llamado subdesarrollo. Nunca hubo propiamente subdesarrollo sino diabólica oposición externa al desarrollo que ellos, de no mediar esa fatal circunstancia, hubieran conseguido por sí mismos. Es algo así como culpar a un despojado de su billetera al viajar en ómnibus, después de pagar el boleto que lo conduce a su trabajo, de ser él y nadie más que él, el culpable de haberse quedado sin dinero. Los ladrones del erario público esperan las ocasiones favorables, en cada itinerario de los pueblos suramericanos a sus jornadas laborales.
Muchos intelectuales cosmopolitas, portuarios, siguen dando vueltas a la noria del pensamiento colonial, sintetizado por la zoncera nº 2 (como la bautizara Arturo Jauretche en su Manual de Zonceras Argentinas): "el mal que aqueja a la Argentina es la extensión". Esta hija mayor de aquella que las parió a todas, Civilización y Barbarie -exabrupto Sarmientino-, sigue condicionando la mentalidad del país de los argentinos. Sobre todo en su mirada historiográfica, con sus consecuencias políticas, sociales y económicas. De los laberintos se sale por arriba, decía Leopoldo Marechal. Para ello debemos mirar a la Patria, esa provincia de la tierra y el cielo, con ojos mejores, como afirmara Leopoldo Lugones. La inteligencia argentina debe abrirse al horizonte de la Patria Grande, no tergiversar su destino. Salvador Ferla en su libro: "Historia Argentina con drama y humor", expresa: (…) "Para una correcta interpretación de nuestra historia es indispensable tener presente que nuestra revolución emancipadora comenzó en Chuquisaca el 25 de Mayo de 1809. Esto nos permite superar el carácter puerto céntrico de la historiografía tradicional y comprender mejor los sucesos posteriores. Buenos Aires no adhirió a ella, y no por razones de oportunidad sino por su carácter provinciano y plebeyo". Hasta aquí, el drama y el humor.
¿Podían los hombres porteños calificar de provinciano y plebeyo al movimiento Alto peruano? La ciudad frente al río inmóvil, nacida del contrabando y la corrupción de su destino ¿puede calificar de esta manera, a la ciudad de los pleitos, cercana a Potosí, plagada de funcionarios, canónigos, abogados y estudiantes de toda América? Desde Salta, que no nació para frontera, sino para centro de un vasto espacio geocultural, afirmamos rotundamente que estamos en contra de esta advenediza afirmación porteña. Nos sentimos cercanos, por la geografía, la historia, la cultura y la tradición, con Sucre, y rendimos homenaje a sus mártires y precursores… Jaime de Zudañez (adalid de la causa libertaria en Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay) y Pedro Domingo Murillo (en La Paz), son el fuego sagrado de esta tierra irredenta andina, que no se apagará jamás.
Juan Antonio Alvarez de Arenales (que comenzó su carrera militar en Chuquisaca, aquel 25 de Mayo) y Martín Miguel de Güemes (nacido a la vida militar combatiendo a los ingleses en el Río de la Plata) encarnan el espíritu salto-jujeño-alto peruano en la epopeya de la tierra en armas. En la época imperecedera de la lucha por nuestra libertad e independencia, expresan la voluntad indomable de resistencia al opresor absolutista.
Nuestra historia oficial, escrita por la historiografía rioplatense, relato portuario de espaldas al destino común, no ha querido investigar hasta el presente una historia verdadera y de conjunto. Una tradición documentada de nuestra epopeya continental; una historia viva es preciso reconstruir para lograr el equilibrio histórico, para evitar disgregaciones coloniales. Para asumir un pensamiento propio, de cara al Siglo XXI.
B) La cuestión histórica, punto de partida de una visión cultural.
El desconocimiento sobre la historia de nuestra región, del Norte Argentino y Sur Boliviano, es una verdad inconcusa. Es la base de un error geopolítico inveterado de nuestras dirigencias. La visión geocultural es necesaria para comprender nuestro espacio regional. Bolivia es el centro de equilibrio de poder entre Argentina, Chile, Perú, Paraguay y Brasil. Confluyen en su territorio los sistemas orográficos del Pacífico, Atlántico y Río de la Plata. Es el corazón del continente. Concordia o discordia en nuestra región. Es el eje de una vasta esfera suramericana. Desconocer su historia es no conocernos a nosotros mismos, es atizar el fuego de la anarquía y el autoritarismo. La confrontación entre hispanistas e indigenistas, entre liberales y marxistas, es dar vueltas a la noria. Evocar el Cesarismo militar, atraer el populismo exacerbado… Traumas inconclusos de nuestra vida política. De nuestra eternas discordias, de nuestra frustración colectiva.
El Dr. Luis Güemes Ramos Mexía, evalúa que: “Mientras no exista ésta (historia de conjunto), las historias de las Patrias Chicas no tendrán nunca el valor que deberán tener. Hay que terminar con las contradicciones maquinadas por dividir para reinar.”
Bien expresa Raúl Scalabrini Ortiz, forjador del pensamiento nacional Argentino, proyectado a la Patria Mayor: (…)"Unir sobre lo fundamental es tarea americana y de legítima reivindicación, así como desunir por sutilezas es tarea del interés exógeno a la nacionalidad. Para unir es preciso comprender. Para comprender hay que conocer. Enseñar la comunidad de los intereses es practicar el sentimiento fundamental de América, inmensa fraternidad sin hermanos.”. (4)
Esta Década Bicentenaria, cuyos hitos se iniciaron en el año 2006/07 al evocar la Defensa y Reconquista de Buenos Aires (1806/7), continuará en el año 2009 al rememorar los acontecimientos del Primer 25 de Mayo en Chuquisaca y La Paz (1809); los sucesos del 25 de Mayo en Buenos Aires (1810) culminarán con los festejos del 9 de Julio en Tucumán. Nuestro verdadero Bicentenario es en el año 2016, aniversario de la Independencia. Este hecho es clave para comprender en su conjunto los acontecimientos evocados. Es el Bicentenario de las Provincias Unidas de Suramérica.
No debemos olvidar, que los más preclaros de los hombres que lanzaron el primer grito de libertad en Chuquisaca, que participan del 25 de Mayo en Buenos Aires, y que firman la Independencia de las Provincias Unidas del Sur en Tucumán, se educaron en la Universidad de Chuquisaca. Esta es una verdad, que se manifiesta como un puñetazo en la cara de nuestra amnesia histórica. Estudiar el libro: "La Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de la Capital de los Charcas. Apuntes para su historia" de Luis Paz, escrito en Sucre, en 1914, nos transporta a la historia de esa institución de vasta influencia continental. Vicente Osvaldo Cutolo confirma en su trabajo: "Argentinos Graduados en Chuquisaca" (1963) la autoridad decisiva de la citada casa de estudios, fundada por los jesuitas, en la evolución de las ideas libertarias e independentistas. En el ascendiente ejercido sobre los hombres de Mayo, en el Siglo XIX.
Nos hemos convocado en este Bicentenario a reflexionar sobre nuestras raíces, nuestra historia común, nuestra libertad e independencia. Y no es casualidad, sino causalidad, que se abra este proceso restaurador de nuestro destino, en la heroica ciudad de (…) Charcas, Chuquisaca o La Plata, la ciudad de los tres nombres y la triple corona de su audiencia real, catedral metropolitana y Universidad Mayor (rigurosamente, “Charcas” era la Provincia, “Chuquisaca” la ciudad y “La Plata” la arquidiócesis). Era para Concolorcorvo la “más hermosa y bien plantada de todo el Virreinato”. (5)
De esta ilustre ciudad nació el silogismo libertario, erupción del magma telúrico, que conmovió las entrañas de la tierra, convirtiéndose en un vendaval furioso de caballerías gauchas, de infanterías aborígenes, nutrientes básicas de la tierra en armas.
No olvidemos la pregunta fundamental: (…) "¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América a los extranjeros?" Desafío que contestan lo próceres de Mayo, con el silogismo de Chuquisaca, cuya premisa mayor, es "Las Indias son un dominio personal del Rey y no de España". Consecuencia: su premisa menor: "El Rey está impedido de reinar". Conclusión: "Luego las Indias deben gobernarse a sí mismas desentendiéndose de España".
Pensar en grande, en la unidad continental, es rescatar el silogismo de Chuquisaca, adaptado a los tiempos del mundialismo. ¿Debe seguirse la suerte del mundo Global o debe resistir Suramérica a la ideología de la Globalización, del pensamiento único?
Frente al poder transnacional y a su proyecto autoritario de “reordenamiento cultural y social”, de alineamiento económico, nuestros Libertadores del Antiguo Gobierno, nos proponen una Confederación de Repúblicas para construir los Estados Unidos del Sur. Como un mandato de futuro, nuestros próceres aconsejan una visión del mundo que cabalgue entre lo intuitivo y lo conceptual, que sea simultáneamente mítica y racional, poética e histórica. (6)
Hacer memoria del camino andado, de las sendas extraviadas, tal cual realizáramos en el año 2006 en Sucre, Bolivia, es abrir espacios al futuro. Necesitamos un pensamiento que tenga memoria de las raíces históricas que nos unen. La creatividad histórica implica utopía y realidad, no hay futuro sin presente y sin pasado.
Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en su discurso a la Quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, el 5 de octubre de 1995, expresa: (…) "La historia demuestra que en circunstancias extremas (como aquellas que se han visto en la tierra donde he nacido), es precisamente su misma cultura lo que permite a una nación sobrevivir a la pérdida de la propia independencia política y económica. Toda nación tiene también consiguientemente derecho a modelar su vida según las propias tradiciones, excluyendo, naturalmente, toda violación de los derechos humanos fundamentales y, en particular, la opresión de las minorías. Cada nación tiene el derecho de construir el propio futuro proporcionando a las generaciones más jóvenes una educación adecuada.”
Se trata de saber desde qué perspectiva mental vamos a ser creadores y transformadores de nuestra realidad geocultural. Rafael Hernández, el hermano menor del autor del Martín Fierro, en 1896, nos aconseja: (…)" Sólo me resta deciros que así como lo primero que conviene estudiar en las escuelas es la geografía, el idioma, la historia y la naturaleza del suelo nacional, porque aquí hay que vivir, aquí hay que comerciar, aquí hay que templar nuestro espíritu para la lucha por la vida; aquí están nuestras afecciones y aquí está nuestra felicidad o desgracia, nuestra fortuna o miseria, pues por las mismas razones hay que conocer a nuestros literatos y nuestra literatura, que es la palpitación más reflexible de la vida nacional. Con ello vendremos a sellar la reacción de la vieja escuela que nos educa eruditos y envidiosos de todo lo extranjero, manteniéndonos ignorantes de nuestra historia, nuestra geografía, nuestra espléndida naturaleza y hasta de los ingenios que han ilustrado nuestras letras. Procurad, ¡oh, jóvenes estudiosos! Con afán adquirir y leer esos libros. ¡ En ellos encontrareis novedades que sorprenden, bellezas que deleitan, sabiduría que ilumina, patriotismo que exalta y un conjunto armónico de grandezas naturales y de moral activa capaz de levantar serena y pensadora vuestra frente orgullosa de llamaros argentinos.” (7)
Por las mismas razones que expresa Hernández, hay que poblar de Norte, de Alto Perú, el alma de los argentinos. Nuestro Norte es la Patria. Aquí está la matriz cultural de la América Profunda, los goznes de una puerta que debemos abrir.
En estos últimos tiempos, antes de emprender el camino a Sucre, rumbo al bicentenario, la lectura de autores bolivianos – estudiosos de los sucesos de Mayo de 1809 – nos abrió nuevas direcciones a nuestro pensamiento. Gabriel René Moreno, Joaquín Gantier, Numa Romero del Carpio, Manuel Carrasco, Charles Arnade, Alcides Arguedas, Luis Paz, Valentín Abecia, y Samuel Velasco Flor, son algunos de sus nombres ilustres que quiero honrar, sin desmerecer a los autores bolivianos actuales, como Jorge Querejazu Calvo, José de Mesa, Teresa Gisbert, Carlos Mesa Gisbert, José Paz Garzón, Edgar Ávila Echazú, Gastón Michel, Edgar Murillo Huarachi y Wilson Mendieta Pacheco que continuaron en la posta de los estudios de nuestra Patria Grande. La obra del Dr. Estanislao Just Lleó, publicada en Sucre, Bolivia, en el año 1994, es fundamental para comprender el "Comienzo de la Independencia en el Alto Perú. Los sucesos de Chuquisaca. 1809". La tarea emprendida por el ilustre español, jesuita, es monumental; ningún historiador debería ignorarla, sin pecar de presuntuoso al analizar el primer 25 de Mayo y sus verdaderas consecuencias en Suramérica.
C) El parte de la historia, como omisión consuetudinaria.
Como metodología histórica, la aplicación inductiva de esta forma adentrista, fundamentalmente terruñera de interpretar nuestra historia suramericana, encuentra en las personalidades señeras de un español patriota y de un salteño heroico, un motivo más para indagarnos, para asumir una autentica posición intelectual. Es la personalidad prominente del Gral. Juan Antonio Alvarez de Arenales, como jefe de las milicias que defendieron el primer 25 de Mayo, en Chuquisaca, en 1809 (sufre prisión en el Callao, a causa de esta osadía libertaria), gobernador de Cochabamba y Conductor Militar de las Guerras de Republiquetas del Alto Perú (en el período 1814 -15); y la actuación descollante del Gral. Martín Miguel de Güemes, protagonista principal en la primera victoria de las armas de la Patria, en Suipacha. Gobernador de la Intendencia de Salta y Comandante de las Milicias Gauchas Salto – Jujeñas, que resisten siete invasiones realistas (en el periodo 1815 - 1821). Su pensamiento, su actuación, nos incita a repensar su espacio vital. Las preguntas decisivas a realizarnos, son las siguientes: ¿por qué los gobiernos portuarios (generalmente mal influenciados por el interés exógeno a nuestra nacionalidad) no apoyaron a estos guerreros? ¿No eran los mayores tácticos militares de la tierra en armas? De apoyarlos ¿no se hubiera concretado el Plan Sanmartiniano de Libertad e Independencia de las Provincias Unidas de Suramérica? Las respuestas a estas preguntas rondan el complot de silencio historiográfico gestado por académicos y epígonos, ante el accionar de ambos patriotas. La minimización que realizan de su protagonismo. La omisión que realizan en el parte de la historia, de su verdadera dimensión geocultural.
Como olvidar también es tener memoria, les recuerdo a todos aquellos historiadores que todavía sustentan que la batalla de Suipacha no la ganó Güemes, que también fue omitido del parte de batalla, y no se le reconocieron premios ni meritos. Hecho indigno, cumplido por Castelli (secretario de guerra de la Junta de Mayo), y continuado en el campo historiográfico por sus admiradores jacobinos, cosmopolitas y portuarios.
Para aquellos investigadores de la historia militar, para quienes ejercieron su profesorado en la Escuela de Guerra, nos quedan dudas sobre su capacidad de estudio y de docencia ¿Por qué nunca relacionaron a los verdaderos promotores de las victorias patriotas de Suipacha, Puesto del Marqués, la Florida y Cerro de Pasco? ¿Al estratega - Arenales - de las Campañas de la Sierra en el Perú y al táctico – Güemes – vencedor de siete invasiones realistas sobre territorio Salto – Jujeño? ¿No habían estudiado ambos instrucción militar en el Regimiento Fijo, uno en España, otro en América? Su ignorancia u omisión interpretativa estaba basada en ¿menospreciar a la escuela militar española - americana? ¿Envidia a los Generales de Pueblos? ¿Empequeñecer el papel de los Generales del interior? ¿Ocultar la incapacidad de los improvisados militares porteños? Basta mencionar: Huaqui, Vilcapugio y Ayohuma, Sipe – Sipe, para eterno baldón de los jefes porteños, en el territorio que desconocían, que menospreciaban. Tal como los militares españoles se burlaban de las milicias gauchas. Así les fue, ambos mordieron el polvo de la derrota. La excepción patriota fue Tucumán y Salta, gracias a la valentía popular de los norteños, sin desconocer el protagonismo del Gral. Manuel Belgrano y su desobediencia histórica, ejemplar. La presencia de Dorrego, también es paradigmática. Pagaría con su vida consustanciarse con el espíritu de la tierra. San Martín, el militar más prestigioso de Suramérica, demostró en vida el enorme respeto que profesaba por Arenales y Güemes. Nuestros militares de carrera sobreestiman a otros, como José María Paz. Olvidan que el Libertador de Chile y Perú nunca tuvo en cuenta a oficiales como él, para ocupar los altos cargos (reconocemos en Paz un buen memorioso, además de rencoroso). Al manco Paz lo potencian por ser unitario, por derrotar montoneras. Lo cual es cierto, nunca derrotó ejércitos regulares. A verdad sabida, buena fe guardada. Es que la historia de nuestra independencia se escribió con sangre y no con tinta, y eso lo sabia muy bien el Padre de la Patria. Por cierto, existen excepciones que confirman la regla. Militares que hacen honor a la Patria Vieja. Estudiosos de fuste. Me refiero, al Cnel Luis Leoni Houssay y/o Cnel Emilio Bidondo. Militares que dejaron obras importantes. En los últimos tiempos, lo mejor que se ha escrito, es el libro: "1817, Batalla del Valle de Lerma" del Lic. Jorge Sáenz. Una perla de historia militar, para ilustrarnos sobre nuestra historia independentista.
La mentalidad europeísta de nuestros historiadores con asiento en el Río de la Plata, nunca comprendió el espíritu de la tierra y el papel fundamental de los humildes en la epopeya de la guerra gaucha. Mal podían entonces estimar a los conductores militares de los caudillos guerrilleros. Valorar su conocimiento de la geografía, el cálculo y eficiencia en la utilización de sus recursos y su sensibilidad para promover la autoestima de sus cuadros, guerrillas y milicias. Capacidad innata del conductor militar. Tales, Arenales y Güemes, creadores de una nueva táctica militar: la guerra de recursos basada en las milicias gauchas. Estrategia y táctica que describió el Gral. Karl Von Clausewitz en su libro: "De la guerra", estudiado por generaciones militares. Por el estado mayor de nuestros países…
Otro hecho significativo de los historiadores argentinos con visión portuaria, es el ninguneo que realizan del primer 25 de Mayo, allí en Chuquisaca. Para esta historiografía, ignorante de nuestra historia norteña y alto peruana, el "comienzo" de la "revolución" es el 25 de Mayo de 1810, antes no pasó nada y después tampoco. Intentan hacernos creer que todo empieza y termina en Buenos Aires. Simplemente rescatan el papel de los ejércitos "auxiliares", no el protagonismo esencial de las guerrillas bolivianas y de las milicias salto - jujeñas. Sin esta lucha no hubiera existido Patria. Es decir: ¡Libertad e Independencia! Por eso hablan, estos historiadores de la historia regional del Río de la Plata, de un Segundo Centenario. En forma machacona y vanidosa. Ellos saben de qué se trata, el pueblo quiere saber de qué se trata… El Primer Centenario está copado por la Generación del 80 y sus logros "progresistas", por el puerto y su poder cosmopolita. Por su relación con el poder mundial. Por su mentalidad pajuerana (que mira para afuera), no pa´dentrana (que mira desde adentro, geográfica e intelectualmente). Por el Mitrismo y su despotismo turco de la historia, como afirmara Juan Bautista Alberdi. Que no por casualidad era Tucumano, la tierra de Monteagudo y el padre José Antonio Medina. Ellos pretenden hacernos olvidar el verdadero Bicentenario, el 9 de Julio, en Tucumán. Bicentenario que será federal y suramericano o será un Segundo Centenario que reivindique nuevamente una historia de espaldas al país interior, a nuestra América. Nosotros afirmamos que los dos 25 de Mayo están proyectados en el 9 de Julio. Que no se entiende la Libertad, sin la Independencia de las Provincias Unidas de Suramérica.
Por otra parte, estudiar el papel desempeñado por la reacción realista, por sus hombres más significativos, Tristán, La Serna, Pezuela, Olañeta, Marquiegui, García Camba y muchos más, algunos nacidos en tierra americana, demuestra la importancia que otorgaron al espacio geopolítico del Alto Perú, actual Bolivia. No se ha estudiado lo suficiente el pensamiento de los realistas absolutistas y liberales, contrarios a la libertad e independencia. Incluso, de quienes empezaron siendo partidarios del antiguo régimen y terminaron patriotas.
En Chuquisaca, en el año 1809, encontramos una figura interesante para comprender la evolución de las ideas, el cambio de mentalidad y los disensos y consensos que se anudaron en "el taller de forja" que fue la Universidad de San Francisco Xavier. La influencia que esta Universidad detentó en el Congreso de Tucumán, en 1816. Me refiero al Dr. Manuel Antonio de Castro, maestro del Gral. Martín Miguel de Güemes, amigo del Gral. Manuel Belgrano, maestro de Dalmacio Vélez Sarsfield (creador del Código Civil Argentino), jurisconsulto, magistrado, constituyente, periodista, funcionario y gobernante. Precursor del Derecho Patrio y Creador de la Academia de Jurisprudencia de Buenos Aires, basada en la notable Academia Carolina. Presidente del Congreso Constituyente de 1826. (8)
Sobre el papel desempeñado por Castro, en el Congreso de Tucumán, en 1816, en nuestro trabajo sobre su pensamiento, editado en Salta, afirmaba (…) En este aspecto, en la posibilidad de la Monarquía Constitucional en 1816, asumimos que desde el grito:¡Viva el Rey, muera el mal gobierno! Lanzado por el pueblo en los albores de la independencia, hasta el ente ridículo que representó Fernando VII durante la restauración monárquica europea (1814), y la ausencia de una corte de nobles que aseguraran la continuidad monárquica en estos lares, la república fue el tema central de nuestra vida política. Así lo entendió Güemes ante los sucesos del año 20, y también Castro en el Congreso Constituyente de 1824/26. Sin embargo, desde aquellos tiempos a hoy, seguimos dando vueltas a la noria, sin ponerle el cascabel al gato. La necesidad de equilibrar las cargas históricas, entre el interior y el puerto. Entre el sistema institucional y la ciudadanía. (8)
En el opúsculo citado, alegaba: (…) Me atrevo a expresar que la causa fundamental de este morbo institucional, su clave de resolución, se encuentra en el fracaso de la construcción del Estado Andino. Nos convertimos en un país, porque no nos atrevimos a ser una Nación. La agonía del Estado - Nación con eje en Buenos Aires, en la pampa húmeda, del país constituido sobre la desintegración de la Nación Suramericana, es la determinante de las discordias entre los argentinos. (Ídem)
El pensamiento de un Riojano, en el Centenario de la revolución de Mayo, es clarificador para comprender lo expresado anteriormente. Dice Joaquín V. González, lo siguiente: (…) En el examen de los males que más hondamente trabajaron el alma de la revolución argentina, y a punto de ponerla no pocas veces en riesgo de naufragio, hay un elemento morboso que obra en su seno desde el primer instante, desde el corazón de la junta de Mayo, que asume la dirección de la guerra, y cuya génesis debemos buscar en los más remotos orígenes; es la discordia, fundada en rivalidades personales o antagonismos latentes de regiones o de facciones; la discordia que asume las formas más violentas e inconciliables y se condensa en la lucha por el predominio sobre la acción interior, con una fría e inconsciente indiferencia por la acción de conjunta o externa, al grado de sacrificarle esta última a manera de víctima propiciatoria. ¡Y cuán profundas y lejanas se hallan en el pasado las raíces de la funesta enfermedad de toda nuestra vida nacional! Toda la América se ha manchado con la sangre de estos sacrificios e inmolaciones, pero acaso en ninguno de sus pueblos echó raíces más hondas que en el pueblo argentino." (9)
Es lo que Joaquín V. González denominaba la Ley del Odio entre los argentinos, que podemos hacerlo extensivo a toda Suramérica. Vicente López y Planes en carta a San Martín, en 1828, lo definió como Revolución y Contra Revolución. Leamos el aporte del creador del Himno Nacional.
(…) La Revolución consagró el principio: patriotismo ante todo; la contrarrevolución, sin atreverse a excluir este principio, lo miró con mal ojo, y dijo sólo: habilidad o riqueza. (10)
Los tiempos históricos de la revolución, abarcaban para López 1809 a 1820; la contrarrevolución, 1820 a 1828. Los historiadores tienen la obligación de clarificar estos períodos, es lo que hemos intentado en este ensayo, partiendo de la revolución de Chuquisaca, cuyos hombres lucharon por la patria, no buscando la riqueza.
No concluiremos, sin antes expresar que reivindicamos más allá de academicismos formales, de trascendencias limitadas, a la Geografía y la Historia común de nuestros pueblos como elementos indisolubles y significativos para interpretar el espacio geocultural que conforma nuestra Suramérica. Que sociológicamente es inclusiva de lo indo - hispano - criollo, de la pluralidad de lo nacional.
La tea que dejaron encendida Pedro Domingo Murillo, Jaime Zudañez, Bernardo Monteagudo, José Antonio Medina, no se apagará jamás. Toda Suramérica está en deuda con los valientes criollos, con los audaces libertarios, que un 25 de Mayo de 1809, en la capital intelectual del continente, se alzaron contra el absolutismo español. ¡Viva la Patria Grande!
Bibliografía citada:
(1) "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada", Ed. Sudamericana, Bs. As., 1982. Gabriel García Márquez.
(2) “Bolívar. El Profeta de América” de Jorge Newton.
(3) “Güemes Documentado”, Tomo 12, Apuntaciones, Dr. Luis Güemes Ramos Mejía.
(4) “Política Británica en el Río de la Plata” – Raúl Scalabrini Ortiz
(5) “Historia Argentina”, tomo 2, José María Rosa.
(6) “Identidad Cultural y Tecnología. Juicio ético a la Modernización” por Eduardo Azcuy.
(7) “Rafael Hernández, el hermano de Martín Fierro” – Osvaldo Guglielmino.
(8) "La Academia de Jurisprudencia y la vida de su fundador: Dr. Manuel Antonio de Castro" por Ricardo Levene.
(9) "Semblanza del Dr. Manuel Antonio de Castro. Jurisconsulto, periodista y constituyente", Ed. Universidad Católica de Salta, 2007. Por Martín Miguel Güemes Arruabarrena.
(10) "El Juicio del Siglo" por Joaquín V. González
(11) Idem.
Bibliografía consultada:
"Últimos días coloniales en el Alto Perú", Colección Panamericana, Buenos Aires, Segunda Edición, 1946. Gabriel René Moreno
"La Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de la Capital de los Charcas. Apuntes para su historia", Sucre, 1914. Luis Paz
"Argentinos Graduados en Chuquisaca", Colección Histórico - Jurídica, Volumen V, Editorial Elche, Buenos Aires, 1963. Vicente Osvaldo Cutolo
"La pequeña gran logia que independizó Bolivia", La Paz, 1976. Marcos Beltrán Ávila.
"Jaime de Zudañez", Sucre, 1971. Joaquín Gantier
"Pedro Domingo Murillo", La Paz, Manuel Carrasco
"Comienzo de la Independencia en el Alto Perú: Los sucesos de Chuquisaca.1809", Sucre, Bolivia, 1994. Estanislao Just Lleó
"La evolución de Bolivia. Chuquisaca Insurgente 25 de Mayo de 1809", Sucre, Bolivia. Prof. Hilarión Acosta Rentaría
"El Saber y la Mudanza. El rol preponderante de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, en relación al 25 de Mayo de 1809. Ediciones Universitarias del Bicentenario. Walter Arízaga Cervantes y Juan José Pacheco Balanza.
"Importancia Continental de la Insurrección del 25 de Mayo de 1809. Coloquio de Historiadores Iberoamericanos". Comité Departamental del Bicentenario del Primer Grito de Libertad de América. Fundación Cultural "La Plata". 2006
"Bicentenario e Integración: retos comunes, memorias compartidas", Sucre, Bolivia, 2006/2007
"Gabriel René Moreno (1836-1908). En el Centenario del fallecimiento del Maestro (1908-2008), Santa Cruz de la Sierra, 2008. José Luis Roca
2 comentarios:
primeramente felicitar por el interes en el estudio de la cultura e historia latinoamericana, e intentar realzar el nombre de la ciudad de sucre(la plata)una ciudad tan importante en la historia suramericana por tantos hechos historicos acontesidos en sus faldas y a la vez tan olvidada, gracias por la investigacion muy interesante
Más que interesante, el sacar a la luz las verdades de nuestra historia, desvirtuada oficialmente por tanto tiempo y responsable de varias generaciones de hombres y mujeres que caminaron y caminan dando tumbos y entre sombras.
verónica
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