Acompaña al presente articulo que realizara sobre la Cumbre de las Américas reciénteme efectuada en la Isla de Trinidad y Tobago, un análisis del Juan Carlos Eastman Arango, sobre: Obama y la incierta proyección global de Estados Unidos, que ratifica lo expuesto en el artículo antes mencionado. Carlos Pereyra Mele
Gatopardismo y la V Cumbre de las Américas
Gatopardismo y la V Cumbre de las Américas
por Carlos Pereyra Mele
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
"¿Y ahora qué sucederá? ¡ah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado". El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957). Esta brillante obra que fuera llevada al cine por el gran director Luchino Visconti, en 1963, debería ser de carácter obligatoria su exhibición a las clases dirigentes del siglo XXI en nuestro subcontinente.
Esta obra me da pie para analizar los resultados de la reunión de jefes de estado en la muy promocionada V Cumbre de las Américas, evento que se desarrolló en una pequeña isla del Caribe entre el 17 y el 19 de abril, en la ex colonia Británica(¿?), integrante del Commonwealth Británico y paraíso fiscal conocida como Trinidad y Tobago, que junto con: Bermudas, Bahamas, Islas Turks y Caicos, Islas Caimán, Isla de Anguila, Dominica, Jamaica, Islas Vírgenes, Antigua, Montserrat, Antillas Holandesas y Aruba, San Vicente y Barbados, Santa Lucía, Granada, Panamá, Islas Malvinas, también son paraísos fiscales. Nada en política internacional es casual, así como los gestos y los símbolos, y, esto, nos indica un marco de referencia de donde se desarrollo este encuentro.
Estos encuentros que se vienen desarrollando desde 1994, inaugurados por la administración Clinton, tuvieron el momento de mayor enfrentamiento con el Hegemon estadounidense bajo la administración Bush en la IV reunión realizada en la ciudad de Mar del Plata en el 2005, donde quedó definitivamente enterrado el proyecto ALCA. Sobre esta Cumbre que opinó el sector más influyente de EE.UU. el financiero (causante de la catástrofe financiera y económica mundial) y, además, el sector más beneficiado con los planes de salvataje de Bush y Obama, a través de su órgano periodístico el conservador Wall Street Journal, la columnista señora Mary Anastasia O'Grady dijo: “Este año las cosas empeoraron con los abusadores de la región (Chávez-Morales-Correa), acaparando la atención y Obama dejando pasar una oportunidad única para defender la libertad. Obama tenía que saber que la reunión es usada por los políticos de la región para energizar sus bases en sus países al mostrarles que pueden poner al Tío Sam en su lugar”. Toda una declaración de como ven los sectores de las finanzas de USA a la región, al sur del Río Bravo.
Por otro lado, la inefable dirigente de la izquierda española, Pilar Rahola, aportó en su columna dos datos, el primero que todos los que no comulgamos con el pensamiento único ni el políticamente correcto, conocemos como correcto que Iberoamérica (no Latinoamérica) sí está en la agenda de EE.UU. y que este país con la diplomacia de Obama “ha movido ficha, hay que ver si esto desactivará los populismos reaccionarios de izquierda” (sic).
A su vez, el coordinador de la Cumbre por parte de la administración Obama, Jeffrey Davidow, dejó trascender lo siguiente: “los EEUU buscarán agrupamientos "ad-hoc", con gobiernos, ONGs y empresas así como una variedad de formas de colaboración, dependiendo de los intereses de cada país. Y agregó que esta administración avanzará hacia los TLCs (Tratados de Libre Comercio, que son la alternativa al fracasado ALCA), otra señal ha sido la visita previa a la Cumbre del vicepresidente de USA, Biden, a Chile y Costa Rica, revelando una preferencia estratégica hacia esos dos países.
La Cumbre funcionó al compás del “Efecto Obama” que con su amplia sonrisa venia de pasearse victorioso de los encuentros del denominado G20 en Londres (con un amplio triunfo sobre los países que pretendían un cambio sustancial en las reglas financieras mundiales-FMI y BM- y el cambio del paradigma del dólar centrismo, de ese encuentro sólo hubo mas de lo mismo, con un fuerte beneficio de inventario a favor de USA, que traslada su default a todas las economías emergentes principalmente ) y de festejar el 60 aniversario de la creación de la OTAN Organización del Tratado del Atlántico Norte ( con otro triunfo rotundo, como fue el de incorporar a Francia a esa organización y ampliar las obligaciones ya no sólo regionales sino globales a sus socios militares europeos).
A Puerto España arribó un Barack Obama, con una nueva agenda que incluía, el desmantelamiento de la prisión de Guantánamo y una mínima concesión para que ciudadanos cubanos estadounidenses puedan viaja a la isla (simple marketing político); con ello morigeró toda posible planteo de crítica con relación al viejo conflicto del bloqueo a la isla de Cuba por USA. Aquí, seguramente, tendremos con muchos otros pensadores Iberoamericanos disidencia, pero Cuba, digámoslo con todas las letras jamás fue una amenaza tanto estratégica como geopolítica para los Estados Unidos de Norteamérica, la única vez que pudo serlo (un problema estratégico), fue durante el conflicto por los misiles nucleares soviéticos durante los 60 y, que, como sabemos fueron negociados por las dos cabezas de las superpotencias de entonces: Kruchev y Kennedy sin la participación de Fidel Castro. Esto mismo que expreso en el presente trabajo, lo dijo Fidel Castro en su última visita a Argentina, cuando indicó que sólo la unión de Suraméricana podría ser una baza importante para equilibrar las relaciones con el poderoso país del hemisferio norte.
Entonces, por qué tanta euforia mediática por los acuerdos logrados en la V Cumbre, ¿que se logró?, luego de leer la parte sustancial del documento final, el cual ya estaba demodé, porque los cambios económicos y la crisis mundial lo han desactualizado (se viene trabajando entre cumbre y cumbre) podemos concluir que es un nuevo triunfo de la diplomacia de Washington bajo esta nueva administración, ya que como en las cumbres del G20 y la OTAN se fortaleció en el caso de las Américas un organismo como la OEA que no nos sirve a los intereses de los iberoamericanos y suramericanos en particular, que desde su creación cumple con el rol asignado bajo la diplomacia del panamericanismo de la doctrina Monroe “América para los Americanos”.
Esta Organización de los Estados Americanos (OEA) se creó en 1948, en Bogotá, con 21 miembros. El grupo inicial estaba compuesto por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Cuba fue excluida en 1962 por presiones de Estados Unidos. A cambio, entre 1967 y 1991 ingresaron catorce países. Así, los integrantes del organismo hoy serían 34. Con la excepción de Canadá que se habría sumado en 1990 el resto está compuesto, en su mayoría, por pequeñas islas que fueron colonias holandesas o inglesas.
“Según fuentes confiables, estas ex colonias son las siguientes: Antigua y Barbuda (75 mil habitantes), Bahamas (250 mil), Barbados (280 mil), Belice (155 mil), Dominica (90 mil), Granada (120 mil), Guyana (900 mil), Jamaica (dos millones 200 mil), Santa Lucía (120 mil), San Vicente y las Granadinas (120 mil), Saint Kitts-Neves (65 mil), Surinam (400 mil) y Trinidad-Tobago (un millón 200 mil).
Si esto es cierto, el total de habitantes de las ex colonias es de 5. 455.000. La cifra es menor que la cantidad de pobladores de El Salvador, el país más pequeño de América continental, al que la poetisa chilena Gabriela Mistral llamó “el Pulgarcito de América”. La nación centroamericana tiene 6.300.000 habitantes.
Lo paradójico es que el voto de El Salvador en la OEA vale por uno y los de estas ex colonias valen por trece. Es más, el voto de San Cristóbal y Nieves, con sus 65 mil pobladores, tiene el mismo peso que el de México (cien millones de habitantes) o de Brasil (174 millones). La mayor parte de estos micros estados está vinculada a la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) y, en general, vive de espaldas a América hispana. En 1982, por ejemplo, durante la guerra de las Islas Malvinas se alinearon con Gran Bretaña.” Dr. Alberto Buela.
Entonces, podemos apreciar que cuando iniciamos este trabajo hablamos de un gatopardismo: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" y no estamos equivocados.
Pues nada, ¿se avanzó en frenar los planes militares en la región, por parte del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de USA para las Américas?; o sobre la reactivada IV Flota desde febrero de este año, o del traslado de la gran base aeronaval de Manta (Ecuador) a Colombia, como de la continuidad del Plan Colombia Puebla, o de los planes de operaciones conocido como plan 2016 del Comando Sur. Nada todo igual a la era Bush.
Otros temas claves, ¿qué rol jugará USA ante la crisis económica mundial, por ellos desatada, y que está afectando a millones de ciudadanos de nuestros países? Cómo afectará a nuestros intereses nacionales y regionales un fortalecimiento de la OEA y cómo quedará entonces la UNASUR y la Junta de Defensa Suramericana, ¿y qué destino nos depara el insistir con un nuevo ALCA ahora intentándolo con los tratados de libre comercio? Todas preguntas sin respuesta, pero que nos afectan de manera concreta. La Cumbre solo fue un escenario donde la nueva administración nos vuelve a instrumentar la teoría de la buena vecindad remozada, o sea ellos hacen de vecinos (USA) y nosotros (los iberoamericanos) hacemos de buenos. Esta administración esta decidida a presentarse como la antitesis de la anterior para remontar el gran deterioro de imagen que sufrió Estado Unidos bajo los periodos de Bush Jr., pero ello no significa que cambiaran de objetivos ni planes. La estrategia de este encuentro la percibió claramente la antes mencionada Pilar Rahola: la jugada de Obama, ayuda a desactivar algunos de los delirantes populismos reaccionarios -reaccionarios de izquierdas- que sacuden la zona, y cuya culpa, en los problemas latinoamericanos, no es menor.
La única alternativa para nuestro desarrollo y progreso de Suramérica, es y no nos cansaremos de repetirlo, la concreción de nuestro objetivos nacionales y continentales a través de organismos que nos contengan y permitan presentarnos ante el nuevo orden mundial en formación, como un solo bloque sin tutelas extracontinentales y que sean la expresión de un genuino pensamiento estratégico suramericano.
Lo mejor será que este tipo de encuentros de rimbombante título como Cumbre de las Américas y organizaciones como la OEA vayan declinando hasta su desaparición.-
Córdoba, 28 de Abril de 2009.
Lic. Carlos A. Pereyra Mele
Analista Político especialista en
Geopolítica Suramericana
http://licpereyramele.blogspot.com/
Obama y la incierta proyección global de Estados Unidos
La administración estadounidense comenzó a enfrentar, en la práctica y en la realidad, de un mundo cada vez más inestable y volátil, sus primeros desafíos en diferentes puntos del planeta
elnuevosiglo.com/cope.es - 26-04-09
Obama y la incierta proyección global de Estados Unidos
La administración estadounidense comenzó a enfrentar, en la práctica y en la realidad, de un mundo cada vez más inestable y volátil, sus primeros desafíos en diferentes puntos del planeta
elnuevosiglo.com/cope.es - 26-04-09
Obama y la incierta proyección global de Estados Unidos
por (*) Juan Carlos Eastman Arango
Inicialmente la tensión asiática propiciada por la acción norcoreana ha dejado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con una condena que al parecer ya no cumple los efectos deseados en las relaciones internacionales. En África, dos eventos llaman la atención: por un lado, las actividades de la piratería somalí, en particular contra buques y personal civil estadounidense, se enfrentó con la liberación del secuestrado y la muerte de varios piratas, asunto que agudizó las tensiones y dejó, como precedente para los demás miembros de la coalición global contra ese delito, la acción armada de Estados Unidos; y por otro, en medio de una problemática regional más amplia, se destaca el rechazo por parte del presidente de Sudán –con el respaldo de la Unión Africana y la Liga Árabe- de la orden de captura emitida por el fiscal de la Corte Penal Internacional en su contra, al señalarlo como responsable de la profunda crisis humanitaria en Darfur.
Desde el Medio Oriente, la cuota de incertidumbre y provocación la aportan Irán e Israel, cuyos gobiernos, desde orillas opuestas, colocan al presidente Barack Obama en una situación extremadamente difícil, que ha tratado de manejar con su determinación por la creación de un Estado palestino. En Europa, en medio de la diversidad de problemas y contradicciones que sacuden a la Unión a partir de su palpitante heterogeneidad sacudida por la crisis económica, el referente más importante, sin duda, es la proyección regional de la Federación Rusa.
Y, finalmente, desde América Latina, los resultados de la V Cumbre de las Américas nos darán más claridad sobre el futuro de las tensiones inherentes que surgen a partir de los diferentes proyectos subregionales de cooperación e integración (Alba y Unasur, por ejemplo), la rivalidad de liderazgos latinoamericanos y la viabilidad de enfrentar, de forma interamericana, las principales amenazas a la seguridad subregional sobre la base de credibilidad, confianza mutua y certeza en la claridad al identificar sus causas.
Hacia un mundo no estadounidense
Las primeras semanas del nuevo gobierno estadounidense han girado alrededor de aquello que, sin duda, representa su preocupación central: la profundización de la crisis económica y la presión social y política generada por el aumento sensible del desempleo.
Como era de esperarse, las expectativas provocadas por los medios de comunicación de influencia y simpatía demócrata en el resto del mundo, han quedado poco a poco en su justa dimensión: pocas sorpresas y mucha confusión, y en gran parte por la inercia que muchas decisiones de política exterior mientras se consolidan los nuevos equipos en las dependencias claves de la proyección del poder estadounidense. Durante su administración, al menos en materia de seguridad y defensa, el presidente estadounidense no la tendrá fácil.
En primer lugar, la herencia de George W. Bush, que en algunos escenarios no ha dejado los sinsabores, desconfianza y resentimientos que tanto se han pregonado; por el contrario, deberá aceptar la irrupción o afirmación de los nacientes liderazgos político-militares regionales -hacia los cuales debería acercarse como socio y no como hegemón, de manera creíble-, y, finalmente, tendrá que afinar sus dispositivos institucionales convencionales para administrar, de forma compartida con sus pares de la Federación Rusa y China, la gestión de los grandes problemas y desafíos a la seguridad global, durante los próximos 4 años.
Estos tiempos que se acercan no serán fáciles en ninguno de los aspectos de la convivencia social y política humana, y de momento, sus manifestaciones superan las organizaciones mundiales y regionales y los instrumentos tradicionales que hemos conocido que enfrentar sus causas y dinámicas.
Frente a este panorama desafiante y sin antecedentes, ¿cuáles son los primeros indicios y señalamientos que funcionarios de la administración demócrata han fijado en diferentes declaraciones y reuniones de carácter internacional, en donde la posición de Estados Unidos se registra con interés político?.
Debemos recordar que, desde muy pronto, personajes como Dennis Blair, Hilary Clinton, Thomas Shannon, Joseph Biden y el mismo Obama, dejaron ver sus valoraciones sobre los intereses estadounidenses en diferentes eventos y escenarios políticos, como en la 45ª Conferencia de Seguridad de Munich, el periplo asiático de la Secretaria de Estado y su visita a México, las declaraciones ante comisiones del Congreso sobre las amenazas a la seguridad hemisférica, la participación del presidente en los 60 años de la Otan y los primeros viajes de los delegados especiales para Medio Oriente y Afganistán.
Más allá del lenguaje y de los adornos mediáticos que captan el entusiasmo internacional por el presidente Obama, la nueva administración enfrenta al mismo tiempo la inercia de la doctrina anterior, la permanencia del personal que integran los equipos de política exterior y defensa, y la necesidad de interpretar y balancear las expectativas globales con las necesidades estadounidenses. ¿Salimos de Irak porque su suerte está definida, y ésta descansa en su fragmentación político-territorial? ¿Nos concentramos en Afganistán porque este país constituye la nueva frontera de “Occidente” contra los efectos de las dinámicas asiáticas, chinas e iraníes combinadas con las rusas, a la manera decimonónica del “gran juego” para estas primeras décadas del siglo XXI?
A diferencia de Irak, parece que Obama quiere convertir la ofensiva afgana en la “primera guerra regionalmente globalizada de forma legal” de la historia. Cuando Bush trató de forzar las circunstancias a su favor, desconociendo incluso a Naciones Unidas con unos pocos aliados provenientes de varios rincones de la geografía planetaria, no lo consiguió pero sí privatizó sus objetivos y compartió, de manera pública y oficial, algunos de sus medios humanos y recursos.
Afganistán parece ser lo mismo pero distinto. ¿Nuevo? o, ¿resultado de la inercia? Los hechos mostrarán, más adelante, que Obama no es diferente, en esencia, a las tradiciones imperialistas de los diferentes gobiernos que han decidido sobre la política exterior de Estados Unidos. Quizás no será la “guerra preventiva”, tan seductora en otras latitudes y coyunturas políticas, pero despunta, de nuevo, el “imperialismo humanitario” de Bill Clinton y los franceses de la década de 1990, más afecto a sus aliados occidentales y con una imagen más fácil de vender en los medios transnacionales de comunicación, así haya fracasado de forma cruenta y escandalosa, en su momento, también.
La seguridad europea, la OTAN y Rusia
La Otan cumplió 60 años de existencia y su continuidad se ha convertido, de por sí, en un debate nacional y regional. La identidad de la organización sigue siendo materia de controversia, y su eficacia disuasiva, sin Estados Unidos desaparece. La demostración palmaria de su vulnerabilidad y fracturas la encuentra cada vez que el coloso ruso estornuda y bravea.
Reconocemos en esta materia una especie de “parálisis europea” frente al empuje estadounidense, brusco y arrogante de la era Bush, ahora dialogado, sonriente pero igualmente amenazante del nuevo presidente, al menos, frente a las cámaras y antenas de los periodistas.
Una de las inquietudes que tenemos frente a una Otan revitalizada y ampliada es su nueva cobertura geográfica y las vinculaciones políticas –con sus correspondientes discursos- con otras organizaciones; por ejemplo, con la ONU, relación que suscita inquietud y controversia. Inevitablemente África vuelve a ser el laboratorio de estas experiencias en su lucha contra la piratería marítima que amenaza la seguridad de los intercambios comerciales, pero no contra las amenazas a la seguridad humana que padecen, desde hace décadas, los ciudadanos africanos.
Rusia regresó, a pesar de los europeos. El pasado 17 de marzo, el presidente Medvédev anunció el fortalecimiento militar ruso para el 2011. Sus declaraciones públicas, en diferentes eventos mundiales, acompañadas por las del premier Vladimir Putin, como las expresadas en Davos durante el Foro Económico Mundial a finales de enero pasado, permiten reconocer un Estado que ha recuperado su confianza y determinación políticas para diseñar el nuevo orden mundial en función de sus intereses nacionales y su seguridad regional.
Medvédev ha reafirmado la determinación rusa de participar en el futuro de América Latina desde lo económico y diplomático hasta la cooperación militar y en la lucha contra las drogas. La Unión Europea y otros países de la región, deben enfrentar muy rápidamente la perspectiva amenazante que su futuro quede de nuevo, como sucedió entre 1945 y 1992, condicionado y negociado en manos de rusos y estadounidenses.
El laberinto del Medio Oriente
La primera señal de inquietud para los diferentes actores de la problemática de la región, a excepción de los dirigentes israelíes, fue el silencio y la ausencia de reacción rápida y moralmente contundente por parte del gobierno Obama frente a la agresión militar de Israel contra el territorio palestino de Gaza, en medio de una campaña electoral polarizada e incierta en sus resultados para los vecinos de aquel país. Luego, su nuevo mapa político doméstico abrió otro horizonte de posibilidades en la región, cuyo destino cada vez está más unido al de Asia Central y su proyección geoestratégica sobre el eje Pakistán-India.
El ascenso al poder de una coalición marcada por la ultraderecha israelí, en cuya cabeza principal estaría la vocería de asuntos exteriores de forma provocadora, confirma una tendencia reciente en las relaciones regionales: al colapso previsible del régimen saudita acompañado por el agotamiento político del aliado egipcio, sumada a la obstinación histórica de Israel -que amenaza su propia existencia territorial-, los actores políticos extra regionales exploran nuevos interlocutores, colocan nuevas exigencias a las fracciones palestinas y diseñan un escenario que pueda contener la volatilidad política y radical que se cierne.
Turquía, en el norte, resurge como parte de la co-administración regional; Irán, desde el este, se consolida como un interlocutor obligado; Siria y El Líbano tendrán que fortalecer sus lazos con la Unión Europea y alimentar el sueño neocolonial de la Francofonía; y, desde el sur, la ausencia eventual del eje Egipto-Israel abriría la incertidumbre geopolítica. ¿Es la presencia de la Otan, bajo el formato de lucha contra la piratería somalí, la avanzada de esta apreciación?
El desafío asiático
Se le ha denominado la primera “crisis” para Obama. Sin embargo, esta iniciativa norcoreana en relación con el lanzamiento de un “cohete-misil con un satélite que no existía”, sí ha supuesto un desafío para los principales actores políticos en Asia Oriental, y en particular, alrededor de la península coreana: Federación Rusa, Estados Unidos, República Popular de China, Corea del Sur y Japón. Los aliados de Estados Unidos someterán a prueba su liderazgo en la región y su confianza frente a sociedades y gobiernos que se sienten vulnerables al aventurerismo internacional de un dirigente atrapado en su propio laberinto, Kim Jong-il.
Las primeras declaraciones en el Consejo de Seguridad no favorecen la posición del gobierno de Obama. La primera conclusión: Corea del Norte debe seguir existiendo, con sus ambiciones nucleares, ya que se constituye en una prenda fundamental para administrar el miedo regional y aumentar las presiones político-militares sobre Estados Unidos.
Quizás debamos llamar la atención sobre el componente principal de las tensiones: la pérdida del monopolio nuclear por parte de las grandes potencias y las emergentes como China, y la irrupción del “chantaje nuclear” como mecanismo de negociación y disuasión desde países pequeños colocados en la periferia o en las fronteras de los grandes actores político-militares.
Estados Unidos, además, forma parte de un escenario más amplio en el que la rivalidad por la hegemonía asiática reconoce varios actores políticos y económicos –tanto individuales como asociados-, cuyas posiciones han salido mejor libradas de la crisis que las de aquel país. China, India, Australia (si aceptamos que este país debe apropiarse de su destino como miembro de la comunidad de naciones de Asia) y Japón, son los interlocutores obligados en cualquier agenda estadounidense para este inmenso escenario, continental y oceánico (Océano Indico y pacífico Occidental).
El mundo, confuso e inseguro, pero nuestro
El mundo parece confuso, pero no lo es. Evidentemente no nos gustará, pero es el que hemos construido, colectivamente, de forma activa o pasiva, durante décadas. De ahí la importancia que los ciudadanos sean profundamente conscientes de la trascendencia de su participación en los debates y selección de las plataformas políticas relacionadas, también, con asuntos internacionales.
No se trata simplemente de reconocer que el mundo es interdependiente, así lo sea de forma asimétrica sino de apropiarnos de las agendas de política exterior, de “ciudadanizar” los debates sobre las proyecciones e interrelaciones económicas, políticas y militares de nuestro país y de otros países cuyo interés sea inocultable, por sus articulaciones y efectos, en la vida de cada uno de nosotros.
El mundo sí puede ser diferente para la siguiente generación si nos involucramos activamente y reivindicamos las condiciones públicas de la seguridad y de la política exterior.
* Asesor del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Licenciado en Filosofía y Letras con Especialización en Historia. Especialista Honoris Causa en Geopolítica. Estudios de Doctorado en Historia. Catedrático del programa de relaciones internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano
Fuente: http://www.cope.es/mundo/26-04-09--obama-incierta-proyeccion-global-estados-unidos-47590-1
Inicialmente la tensión asiática propiciada por la acción norcoreana ha dejado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con una condena que al parecer ya no cumple los efectos deseados en las relaciones internacionales. En África, dos eventos llaman la atención: por un lado, las actividades de la piratería somalí, en particular contra buques y personal civil estadounidense, se enfrentó con la liberación del secuestrado y la muerte de varios piratas, asunto que agudizó las tensiones y dejó, como precedente para los demás miembros de la coalición global contra ese delito, la acción armada de Estados Unidos; y por otro, en medio de una problemática regional más amplia, se destaca el rechazo por parte del presidente de Sudán –con el respaldo de la Unión Africana y la Liga Árabe- de la orden de captura emitida por el fiscal de la Corte Penal Internacional en su contra, al señalarlo como responsable de la profunda crisis humanitaria en Darfur.
Desde el Medio Oriente, la cuota de incertidumbre y provocación la aportan Irán e Israel, cuyos gobiernos, desde orillas opuestas, colocan al presidente Barack Obama en una situación extremadamente difícil, que ha tratado de manejar con su determinación por la creación de un Estado palestino. En Europa, en medio de la diversidad de problemas y contradicciones que sacuden a la Unión a partir de su palpitante heterogeneidad sacudida por la crisis económica, el referente más importante, sin duda, es la proyección regional de la Federación Rusa.
Y, finalmente, desde América Latina, los resultados de la V Cumbre de las Américas nos darán más claridad sobre el futuro de las tensiones inherentes que surgen a partir de los diferentes proyectos subregionales de cooperación e integración (Alba y Unasur, por ejemplo), la rivalidad de liderazgos latinoamericanos y la viabilidad de enfrentar, de forma interamericana, las principales amenazas a la seguridad subregional sobre la base de credibilidad, confianza mutua y certeza en la claridad al identificar sus causas.
Hacia un mundo no estadounidense
Las primeras semanas del nuevo gobierno estadounidense han girado alrededor de aquello que, sin duda, representa su preocupación central: la profundización de la crisis económica y la presión social y política generada por el aumento sensible del desempleo.
Como era de esperarse, las expectativas provocadas por los medios de comunicación de influencia y simpatía demócrata en el resto del mundo, han quedado poco a poco en su justa dimensión: pocas sorpresas y mucha confusión, y en gran parte por la inercia que muchas decisiones de política exterior mientras se consolidan los nuevos equipos en las dependencias claves de la proyección del poder estadounidense. Durante su administración, al menos en materia de seguridad y defensa, el presidente estadounidense no la tendrá fácil.
En primer lugar, la herencia de George W. Bush, que en algunos escenarios no ha dejado los sinsabores, desconfianza y resentimientos que tanto se han pregonado; por el contrario, deberá aceptar la irrupción o afirmación de los nacientes liderazgos político-militares regionales -hacia los cuales debería acercarse como socio y no como hegemón, de manera creíble-, y, finalmente, tendrá que afinar sus dispositivos institucionales convencionales para administrar, de forma compartida con sus pares de la Federación Rusa y China, la gestión de los grandes problemas y desafíos a la seguridad global, durante los próximos 4 años.
Estos tiempos que se acercan no serán fáciles en ninguno de los aspectos de la convivencia social y política humana, y de momento, sus manifestaciones superan las organizaciones mundiales y regionales y los instrumentos tradicionales que hemos conocido que enfrentar sus causas y dinámicas.
Frente a este panorama desafiante y sin antecedentes, ¿cuáles son los primeros indicios y señalamientos que funcionarios de la administración demócrata han fijado en diferentes declaraciones y reuniones de carácter internacional, en donde la posición de Estados Unidos se registra con interés político?.
Debemos recordar que, desde muy pronto, personajes como Dennis Blair, Hilary Clinton, Thomas Shannon, Joseph Biden y el mismo Obama, dejaron ver sus valoraciones sobre los intereses estadounidenses en diferentes eventos y escenarios políticos, como en la 45ª Conferencia de Seguridad de Munich, el periplo asiático de la Secretaria de Estado y su visita a México, las declaraciones ante comisiones del Congreso sobre las amenazas a la seguridad hemisférica, la participación del presidente en los 60 años de la Otan y los primeros viajes de los delegados especiales para Medio Oriente y Afganistán.
Más allá del lenguaje y de los adornos mediáticos que captan el entusiasmo internacional por el presidente Obama, la nueva administración enfrenta al mismo tiempo la inercia de la doctrina anterior, la permanencia del personal que integran los equipos de política exterior y defensa, y la necesidad de interpretar y balancear las expectativas globales con las necesidades estadounidenses. ¿Salimos de Irak porque su suerte está definida, y ésta descansa en su fragmentación político-territorial? ¿Nos concentramos en Afganistán porque este país constituye la nueva frontera de “Occidente” contra los efectos de las dinámicas asiáticas, chinas e iraníes combinadas con las rusas, a la manera decimonónica del “gran juego” para estas primeras décadas del siglo XXI?
A diferencia de Irak, parece que Obama quiere convertir la ofensiva afgana en la “primera guerra regionalmente globalizada de forma legal” de la historia. Cuando Bush trató de forzar las circunstancias a su favor, desconociendo incluso a Naciones Unidas con unos pocos aliados provenientes de varios rincones de la geografía planetaria, no lo consiguió pero sí privatizó sus objetivos y compartió, de manera pública y oficial, algunos de sus medios humanos y recursos.
Afganistán parece ser lo mismo pero distinto. ¿Nuevo? o, ¿resultado de la inercia? Los hechos mostrarán, más adelante, que Obama no es diferente, en esencia, a las tradiciones imperialistas de los diferentes gobiernos que han decidido sobre la política exterior de Estados Unidos. Quizás no será la “guerra preventiva”, tan seductora en otras latitudes y coyunturas políticas, pero despunta, de nuevo, el “imperialismo humanitario” de Bill Clinton y los franceses de la década de 1990, más afecto a sus aliados occidentales y con una imagen más fácil de vender en los medios transnacionales de comunicación, así haya fracasado de forma cruenta y escandalosa, en su momento, también.
La seguridad europea, la OTAN y Rusia
La Otan cumplió 60 años de existencia y su continuidad se ha convertido, de por sí, en un debate nacional y regional. La identidad de la organización sigue siendo materia de controversia, y su eficacia disuasiva, sin Estados Unidos desaparece. La demostración palmaria de su vulnerabilidad y fracturas la encuentra cada vez que el coloso ruso estornuda y bravea.
Reconocemos en esta materia una especie de “parálisis europea” frente al empuje estadounidense, brusco y arrogante de la era Bush, ahora dialogado, sonriente pero igualmente amenazante del nuevo presidente, al menos, frente a las cámaras y antenas de los periodistas.
Una de las inquietudes que tenemos frente a una Otan revitalizada y ampliada es su nueva cobertura geográfica y las vinculaciones políticas –con sus correspondientes discursos- con otras organizaciones; por ejemplo, con la ONU, relación que suscita inquietud y controversia. Inevitablemente África vuelve a ser el laboratorio de estas experiencias en su lucha contra la piratería marítima que amenaza la seguridad de los intercambios comerciales, pero no contra las amenazas a la seguridad humana que padecen, desde hace décadas, los ciudadanos africanos.
Rusia regresó, a pesar de los europeos. El pasado 17 de marzo, el presidente Medvédev anunció el fortalecimiento militar ruso para el 2011. Sus declaraciones públicas, en diferentes eventos mundiales, acompañadas por las del premier Vladimir Putin, como las expresadas en Davos durante el Foro Económico Mundial a finales de enero pasado, permiten reconocer un Estado que ha recuperado su confianza y determinación políticas para diseñar el nuevo orden mundial en función de sus intereses nacionales y su seguridad regional.
Medvédev ha reafirmado la determinación rusa de participar en el futuro de América Latina desde lo económico y diplomático hasta la cooperación militar y en la lucha contra las drogas. La Unión Europea y otros países de la región, deben enfrentar muy rápidamente la perspectiva amenazante que su futuro quede de nuevo, como sucedió entre 1945 y 1992, condicionado y negociado en manos de rusos y estadounidenses.
El laberinto del Medio Oriente
La primera señal de inquietud para los diferentes actores de la problemática de la región, a excepción de los dirigentes israelíes, fue el silencio y la ausencia de reacción rápida y moralmente contundente por parte del gobierno Obama frente a la agresión militar de Israel contra el territorio palestino de Gaza, en medio de una campaña electoral polarizada e incierta en sus resultados para los vecinos de aquel país. Luego, su nuevo mapa político doméstico abrió otro horizonte de posibilidades en la región, cuyo destino cada vez está más unido al de Asia Central y su proyección geoestratégica sobre el eje Pakistán-India.
El ascenso al poder de una coalición marcada por la ultraderecha israelí, en cuya cabeza principal estaría la vocería de asuntos exteriores de forma provocadora, confirma una tendencia reciente en las relaciones regionales: al colapso previsible del régimen saudita acompañado por el agotamiento político del aliado egipcio, sumada a la obstinación histórica de Israel -que amenaza su propia existencia territorial-, los actores políticos extra regionales exploran nuevos interlocutores, colocan nuevas exigencias a las fracciones palestinas y diseñan un escenario que pueda contener la volatilidad política y radical que se cierne.
Turquía, en el norte, resurge como parte de la co-administración regional; Irán, desde el este, se consolida como un interlocutor obligado; Siria y El Líbano tendrán que fortalecer sus lazos con la Unión Europea y alimentar el sueño neocolonial de la Francofonía; y, desde el sur, la ausencia eventual del eje Egipto-Israel abriría la incertidumbre geopolítica. ¿Es la presencia de la Otan, bajo el formato de lucha contra la piratería somalí, la avanzada de esta apreciación?
El desafío asiático
Se le ha denominado la primera “crisis” para Obama. Sin embargo, esta iniciativa norcoreana en relación con el lanzamiento de un “cohete-misil con un satélite que no existía”, sí ha supuesto un desafío para los principales actores políticos en Asia Oriental, y en particular, alrededor de la península coreana: Federación Rusa, Estados Unidos, República Popular de China, Corea del Sur y Japón. Los aliados de Estados Unidos someterán a prueba su liderazgo en la región y su confianza frente a sociedades y gobiernos que se sienten vulnerables al aventurerismo internacional de un dirigente atrapado en su propio laberinto, Kim Jong-il.
Las primeras declaraciones en el Consejo de Seguridad no favorecen la posición del gobierno de Obama. La primera conclusión: Corea del Norte debe seguir existiendo, con sus ambiciones nucleares, ya que se constituye en una prenda fundamental para administrar el miedo regional y aumentar las presiones político-militares sobre Estados Unidos.
Quizás debamos llamar la atención sobre el componente principal de las tensiones: la pérdida del monopolio nuclear por parte de las grandes potencias y las emergentes como China, y la irrupción del “chantaje nuclear” como mecanismo de negociación y disuasión desde países pequeños colocados en la periferia o en las fronteras de los grandes actores político-militares.
Estados Unidos, además, forma parte de un escenario más amplio en el que la rivalidad por la hegemonía asiática reconoce varios actores políticos y económicos –tanto individuales como asociados-, cuyas posiciones han salido mejor libradas de la crisis que las de aquel país. China, India, Australia (si aceptamos que este país debe apropiarse de su destino como miembro de la comunidad de naciones de Asia) y Japón, son los interlocutores obligados en cualquier agenda estadounidense para este inmenso escenario, continental y oceánico (Océano Indico y pacífico Occidental).
El mundo, confuso e inseguro, pero nuestro
El mundo parece confuso, pero no lo es. Evidentemente no nos gustará, pero es el que hemos construido, colectivamente, de forma activa o pasiva, durante décadas. De ahí la importancia que los ciudadanos sean profundamente conscientes de la trascendencia de su participación en los debates y selección de las plataformas políticas relacionadas, también, con asuntos internacionales.
No se trata simplemente de reconocer que el mundo es interdependiente, así lo sea de forma asimétrica sino de apropiarnos de las agendas de política exterior, de “ciudadanizar” los debates sobre las proyecciones e interrelaciones económicas, políticas y militares de nuestro país y de otros países cuyo interés sea inocultable, por sus articulaciones y efectos, en la vida de cada uno de nosotros.
El mundo sí puede ser diferente para la siguiente generación si nos involucramos activamente y reivindicamos las condiciones públicas de la seguridad y de la política exterior.
* Asesor del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Licenciado en Filosofía y Letras con Especialización en Historia. Especialista Honoris Causa en Geopolítica. Estudios de Doctorado en Historia. Catedrático del programa de relaciones internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano
Fuente: http://www.cope.es/mundo/26-04-09--obama-incierta-proyeccion-global-estados-unidos-47590-1