SECRETO PELIGROSO
El crimen secreto de Estados Unidos que Garzón aún no ha castigado
Pascual Tamburri Bariain
Las mafias triunfan cuando el Estado es débil. Y si hay Mafia en Europa es porque Estados Unidos la promovió para establecer su dominio en Italia y para luchar contra el comunismo.
CRIMEN DE ESTADO
Tim Newark, Los aliados de la Mafia. La verdadera historias de los pactos secretos con los aliados en la Segunda Guerra Mundial.Traducción de Patricia Arroyo Calderón. Alianza Editorial - Anaya, Madrid, 2009. 488 pp. 25 €
Ésta es la historia de un delito que nunca podrá ser castigado. En los años 20 y 30 del siglo XX la mafia fue extirpada por la Justicia italiana. El Estado de Derecho liberal de la Italia del siglo XIX se había convertido en el escenario ideal para el crecimiento de las organizaciones criminales. Un sistema penal garantista y unos derechos individuales mal entendidos convirtieron a los ciudadanos honestos en víctimas indefensas de una tradición delictiva. Con la emigración esa mafia llegó a Estados Unidos, donde arraigó y creció con fuerza mucho mayor. ¿Era un mal eterno e inevitable? Italia demostró que no, cuando un policía antifascista, Cesare Mori, con el respaldo del Estado fascista, aplastó la mafia siciliana y la convirtió en un recuerdo en la isla y en objeto de nostalgia para los antiguos delincuentes. De haber seguido así las cosas la mafia habría sido ya sólo una realidad norteamericana. Pero la Segunda Guerra Mundial cambió el curso de la historia.
Tim Newark es ingles, especialista en historia militar, director de la revista Military Illustrated y, en la mejor tradición, buen investigador y gran divulgador. Puede sorprender que dedique un libro a la historia del crimen organizado, en definitiva de la mafia siciliana tanto en Europa como en América. Sin embargo es plenamente lógico, porque la barbarie inherente a la guerra moderna –guerra sin límites, sin reglas, en la que todo vale y no se distingue combatientes de civiles- permitió que la mafia fuese usada como arma de guerra tanto en la Segunda Guerra Mundial como en la guerra fría. Con consecuencias que aún padecemos todos, y el autor no se priva de detallar elegantemente.
El relato de Newark es apasionante, grato de leer pero a la vez espeluznante por lo que supone. Muchos de los datos que aporta eran ya conocidos, otros no, pero el relato final, la visión general que da al lector, sobrecoge. Sabíamos que en la guerra moderna se han utilizado el arma atómica, los gases asfixiantes, la deportación en masa de poblaciones civiles, su exterminio por bombardeo, las armas rutilantes, los recursos bacteriológicos incluso. Ahora sabemos que una gran potencia democrática puede utilizar, durante décadas además, a delincuentes convictos para derrotar a sus enemigos y para garantizar su fidelidad posterior. ¿Con qué sinceridad puede condenarse y perseguirse el crimen después de esto?
Tres pasos hacia un crimen de guerra
Los servicios secretos norteamericanos utilizaron los servicios del enemigo público número uno en tres fases. Charles ´Lucky´ Luciano tenía en 1941 una larga condena por delante en la prisión estatal de Dannemora. El gangster Meyer Lansky facilitó la alianza entre el enemigo público número uno y los servicios secretos norteamericanos, primero el de la Marina y después el OSS, precursor de la CIA, con la tolerancia o el silencio de un FBI que conocía perfectamente la catadura moral y la ficha policial de los nuevos héroes nacionales.
Newark explica en detalle como Luciano sirvió para garantizar en Estados Unidos la seguridad de las costas, puertos y buques –había más ítaloamericanos que germano americanos-. Esto se hizo liberando mafiosos de las prisiones y dándoles libertad de acción para utilizar sus métodos contra simpatizantes fascistas, patriotas italianos y enemigos de la mafia en general.
Tras este primer paso, y con la guerra ya en curso en el Mediterráneo, los contactos mafiosos parecieron especialmente útiles para apoyar un desembarco en Sicilia. Así se hizo en 1943, y la rapidez del avance norteamericano no se explica sin el apoyo de los mafiosos aherrojados hasta entonces por las autoridades italianas. Estados Unidos destruyó el Estado italiano en Sicilia, hizo comprender a los sicilianos que la mafia era más fuerte que el Estado y entregó las riendas del poder local a los ´amigos´ de Luciano, como ´don´ Calogero Vizzini, mientras que otros mafiosos como Vito Genovese reconstruían las redes de comercio ilegal en Europa después de muchos años de imperio de la ley. Leer a Newark y comprobar que todo esto se hizo con dinero, armas y apoyo de los Estados Unidos –un apoyo que los documentos demuestran- es extremadamente interesante para comprender qué ha sucedido en Europa, y especialmente en Italia, en las décadas que han seguido.
La alianza sigue
Porque la operación no terminó con la guerra. El nuevo Estado italiano fue obligado, por cláusulas explícitas del tratado de paz de 10 de febrero de
Fuente El Semanario Digital España: http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=105621
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