Nos mudamos a Dossier Geopolítico

6 de enero de 2010

TENDREMOS QUE LUCHAR PARA SOBREVIVIR por Jorge Rulli



No es bueno el balance que podemos hacer de este fin de año del 2009 y de los comienzos y previsiones del 2010. En todo caso, creo que, tal como nos lo dice Leonardo Boff, en uno de sus últimos escritos, deberíamos comprender que estamos entrando en un período de tinieblas, que Copenhague es un corte, acerca del cuál, habrá siempre un antes y un después, y que, ese después de Copenhague es y será, de manera inevitable, una época de oscuridades, de mucho dolor para la humanidad y a la vez, de mayor insensatez y de extravíos. Hemos superado en mucho los 350 ppm de dióxido de carbono en la atmósfera, medida que establece los niveles aceptables para la vida sobre el planeta, pero quienes gobiernan el mundo continúan con sus planes de crecimiento, sintiéndose eternos e invulnerables, a la vez que siguen siendo sordos ante los reclamos por la vida. Aquí entre nosotros, aún festejamos masivamente la inconciencia colectiva del Rally, mientras como fruto malsano de la ignorancia de unos y de la voracidad insaciable de los otros, se desploman uno detrás de otros, los ecosistemas, en una secuencia imprevisible. Tomemos conciencia que ayer fue Tartagal, hoy es la ría de Ingeniero White en Bahía Blanca, veamos también a San Antonio de Areco y aledaños bajo las inundaciones del río Areco, veamos a Patagones en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires totalmente desertizado, veamos al Chaco inundado en parte y otra parte bajo implacable sequía, veamos a Córdoba por fin, bajo los incendios y desmontes, con los suelos en el aire por las voladuras, y ni hablar de San Luis, de Salta, de Jujuy, de Formosa, todos espacios arrasados por la estulticia de las dirigencias y por la compulsión arrolladora de un empresariado dispuesto a sacrificar la gallina de los huevos de oro y el Planeta. El Estado mientras tanto, generalmente ausente, dejando hacer, cuando no, comprometido en políticas públicas tanto o más aterradoras, que aquellas que las mismas empresas podrían llevar adelante.



Nos encontramos enfrentando las propuestas avasallantes de un sistema global que practica el darwinismo social militarizado, en especial para tener control sobre las últimas fuentes de energías fósiles. Esas propuestas del sistema global, pretenden centrarse actualmente, en un modo de salir de la crisis financiera e inmobiliaria, un modo que les permita recuperar la confianza de la opinión pública y en particular de los consumidores, al menos en aquellas zonas que no han sido previstas como sacrificables, sino destinadas para un exacerbado consumismo. Esas nuevas políticas nos proponen ahora mercados certificados, negocios verdes y responsabilidad social empresarial, mientras se relegan al olvido otras crisis, supuestamente menos importantes, tales como la crisis ecológica y la crisis del cambio climático, para destacarse la suprema necesidad de recuperar la confianza en los mercados globales.



Nos enfrentamos, por otra parte, en el propio campo de los movimientos sociales y de la izquierda, a los residuos de pensamientos de épocas anteriores, pensamientos que reflejaron otras luchas, luchas derrotadas cuando no, gravemente fracasadas, luchas que son parte de un anterior paradigma. Me refiero al marxismo por supuesto, y más precisamente al marxismo leninismo que, sorprendentemente y para nuestra vergüenza como americanos, dijo el compañero Evo en Copenhague, posibilitaría una visión científica del mundo. Preguntémonos qué ha quedado de esos paquetes de ideas que conformaban los discursos de los años sesenta y setenta. Ha quedado, además de una dirigencia conversa y absolutamente funcional por izquierda al capitalismo global, ha quedado tan solo entre la militancia, un modo pesado y chato de razonar, un modo secuencial y predeterminado, que no nos ayuda a comprender las crecientes complejidades de la Globalización, sino que, por lo contrario, nos lo impide. Ha quedado de aquellos pensamientos, una búsqueda obsesiva de las contradicciones principales y de los sujetos que, supuestamente, hacen la historia, búsqueda que suele terminar de manera patética, como cuando confunden las empresas transnacionalizadas con la burguesía nacional o como, cuando necesitados de un sujeto, suplantan a la hoy inexistente clase obrera industrial, por los pueblos originarios... Ha quedado también, un rescoldo de pertinaz eurocentrismo, la idea de la escala y del crecimiento. Ha quedado el culto al progreso ilimitado, de cuando aún, en el pensamiento socialista, no se imaginaba que el planeta le pondría un límite terminante a esos mitos del siglo XVIII. De esa manera tenemos hoy, entre otras variantes, un marxismo de mercado, ignorante de la ecología y de los necesarios enraizamientos del hombre americano, un marxismo de mercado que se inspira en la nueva China globalizada, por más que levante la wipala indígena y decore las paredes de sus maquilas con los retratos del Che o las pinturas de Tupac Amaru…



De esa misma manera, el nuevo capitalismo global se sirve de sus grandes ONG, y de sus fundaciones de maquillaje verde, organizadas como AVINA para ocultar los crímenes producidos en el mundo por el amianto, y cuyo inspirador Stephan Schmidheiny se encuentra procesado por ellos en Italia, mientras sus funcionarios menores en la Argentina, han presidido rigurosamente durante los últimos años, las principales manifestaciones sociales, más concretamente la de los chicos del Pueblo y las de la CTA. La trampa montada es terrible y resulta difícil escapar de ella, al menos resulta más que difícil, imposible, si no somos capaces de considerar el salir de los términos que se nos imponen, si no somos capaces de replantearnos las categorías de pensamiento en que fuimos domesticados, si no somos capaces de priorizar el gran tema de lo nacional y de la comprensión de los modelos de la dependencia, a las cuestiones sociales y a la jungla de iniquidades y de humillaciones cotidianas, que suelen atraparnos.



Ahora y luego que el gobernador Hermes Binner y el intendente Miguel Lifschitz, ambos socialistas, en un acto que abomina de todo respeto por la propia investidura, inauguraran el último congreso de AAPRESID, durante el pasado mes de agosto, en la ciudad de Rosario, tenemos ahora en marcha el intento de convocar desde esas posiciones a favor de la modernidad y del modelo colonial biotecnológico, a un entendimiento de los sectores partidarios que se oponen a la megaminería. Que se pueda generar una coalición de intereses antimineros que a la vez sean partidarios de la sojización o al menos indiferentes al modelo impuesto del Agronegocio, seria, además de una posibilidad muy cierta, en sectores habitualmente denominados de izquierda, otro mal chiste de argentinos. La revista Forbes ha premiado a Monsanto eligiéndola como la empresa del año 2009, en la Argentina para la extrema complicidad del grueso de su dirigencia, basta y sobra con el silencio… Un silencio que no es precisamente, el de los inocentes...



A propósito de ello, nos preguntamos por el rol asumido por la filosofía en la Argentina del siglo XXI cuando vemos que nada menos que Tomás Abraham cerró el congreso de los pooles sojeros de la Argentina con una disertación sobre el “ecoprogreso”. En una página de explícito “peronismo” ruralista con olor a Roundup, página respaldada por el Momo Venegas, el mismo Tomás Abraham y luego de su esfuerzo de pensar filosofía en el shopping Alto Rosario, junto a los socialistas, los grobo, más todos los sojeros argentinos, el rabino Sergio Bergman y otras celebridades, nos hace saber qué: “Estoy todo el tiempo pensando ese misterio insondable que se llama Argentina, que es un problema que los escolásticos no tuvieron, y eso que tuvieron sus problemas… Lo que les falta a los filósofos nacionales e internacionales es hacer periodismo. Pero como yo lo entiendo, que es pensar la actualidad. Muchos dicen que todo el mundo es una catástrofe, que todos nos vamos a morir de hambre, que el imperio va a arrasar con todo, pero les falta el día a día. Hoy, pensar es eso”. Hasta allí Tomás Abraham. Supongo que a nosotros también nos falta ese saber vivir el día a día, que sería el modo de vivir actualmente de ciertos filósofos. Con el día a día, parece que las amenazas que penden sobre la humanidad desaparecerían y las cosas volverían a ser apacibles... Realmente, este modo de ser filosóficos que poco y nada tiene que ver con la preocupación y el desgarramiento del pensar, al menos para nosotros, se parece bastante al escapismo, a la drogodependencia o acaso a la más deleznable puesta a precio de la humana capacidad de utilizar el pensamiento…



Lamentablemente, el modelo de los agronegocios y de la sojización, tanto como la ganadería intensiva de corral de engorde, compulsivas ambas tanto como consecuencia de los subsidios estatales, como por las más variadas políticas públicas que las favorecen, cuanto por los precios internacionales de los mercados globales, parecen haber sido aceptadas, sin mayores objeciones, como obligado destino nacional, por el grueso del espectro político argentino. Más allá de la corrupción y del cansancio, hay otras tragedias aún no escritas, en la generación que nos gobierna. Ha ocultado sus sueños, sus fracasos y sus traiciones de ayer bajo la cama, y los revive senilmente durante los veranos, cuando marcha a la isla para recordar dónde alguna vez se entrenaba para la revolución, y hoy en cambio, se interna para rejuvenecerse. Pero la carne joven pagada en buenos dólares, no basta para redimirlos de sus pesadillas y el tiempo siempre es implacable. En realidad, se trata de una generación de mutilados de la ecología. No sé si acaso por su modo de arribar a ese marxismo de manual con el que los introdujeron a la mística de la revolución armada, con esa Marta Harnecker que, todavía ocupa cargos en las desventuras del gobierno venezolano. Son o acaso devinieron, amorales de todo sentimiento ambiental, no pueden comprendernos ni tampoco lo intentan. Viven un presente sin futuro, sin mañana, confían en que las tecnologías resuelvan los problemas que le dejarán a sus hijos, al menos se consuelan con esos pensamientos cuando se miran al espejo. No quieren escucharnos, porque si lo hicieran tomarían conciencia que en verdad son monstruos, lo son sin lugar a dudas desde la perspectiva de las tres ecologías de Félix Guattari. Son sencillamente pequeños ecocidas, que no hacen más daño porque no pueden... En el currículo de cualquiera de ellos, imprescindible para ser hoy un alto funcionario en nuestro país, pareciera estar el haber sido de la “Fede”, haberse alzado en armas contra el gobierno de Perón, ya sea desde el PRT ERP o desde Montoneros, ser de confianza de alguna de las corporaciones que reclutan en la izquierda progresista, o provenir de los almácigos de jóvenes que alimentan la responsabilidad social empresarial y las ONG ambientalistas. Esas son por otra parte, prácticas similares en toda la América Latina.



El Planeta Tierra, vive un período de intensas transformaciones técnico-científicas como contrapartida de las cuales se han engendrado fenómenos de desequilibrio ecológico que amenazan, a corto plazo, si no se le pone remedio, la implantación de la vida sobre su superficie. Paralelamente a estas conmociones, los modos de vida humanos, individuales y colectivos, evolucionan en el sentido de un progresivo deterioro. Las redes de parentesco tienden a reducirse al mínimo, la vida doméstica está gangrenada por el consumo «mass-mediático», la vida conyugal y familiar se en- cuentra a menudo «cosificada» por una especie de estandarización de los comporta- mientos, las relaciones de vecindad quedan generalmente reducidas a su más pobre expresión... La relación de la subjetividad con su exterioridad ya sea social, animal, vegetal, cósmica se ve así comprometida en una especie de movimiento general de implosión y de infantilización regresiva. La alteridad tiende a perder toda aspereza. El turismo, por ejemplo, se resume con frecuencia a un viaje in situ en el seno de las mismas redundancias de imágenes y de comportamiento. Las formaciones políticas y las instancias ejecutivas se muestran totalmente incapaces de aprehender esta problemática en el conjunto de sus implicaciones. Aunque recientemente hayan inicia do una toma de conciencia parcial de los peligros más llamativos que amenazan el entorno natural de nuestras sociedades, en general se limitan a abordar el campo de la contaminación industrial, pero exclusivamente desde una perspectiva tecnocrática, cuando en realidad sólo una articulación ético-política que yo llamo ecosofía entre los tres registros ecológicos, el del medio ambiente, el de las relaciones sociales y el de la subjetividad humana, sería susceptible de clarificar convenientemente estas cuestiones”.



Lo anterior, lo dijo Félix Guattari en 1990, y desde entonces, su libro “Las tres ecologías” ha sido reeditado muchas veces. Aunque no podamos dejar de continuar reclamando conciencia ambiental y demandando conducta de nuestros necios gobernantes, tal vez sea tarde, para reclamar cambios que puedan detener los procesos desatados como consecuencia de la combinación empresarial de las ciencias con las tecnologías, y ello en el marco de las sociedades urbano industriales. Sería mejor quizá, que comprometamos nuestros mayores esfuerzos en prepararnos y organizarnos para lo que muchos llaman el post colapso, situación que, en realidad no es algo parecido al Apocalipsis que ocurrirá alguna vez. En realidad los cambios ya han comenzado y resultan evidentes. Se trata una vez más como tantas veces en la historia, de que tendremos que luchar para sobrevivir.



Jorge Eduardo Rulli


Rulli fue un dirigente histórico de la "resistencia peronista"


y en la actualidad dirige el Grupo de Reflexión Rural


http://horizontesurblog.blogspot.com/


http://www.grr.org.ar/


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