Nos mudamos a Dossier Geopolítico

15 de agosto de 2010

Una “hibakusha”, en Villa Carlos Paz, Córdoba, Argentina



"La bronca que tengo no se va con el tiempo"



Con sus 93 años, recuerda con claridad el día en que la bomba atómica cayó sobre su ciudad, hace 65 años. Vive en la Argentina desde 1969.



Yoshiko Kohari llora frente al pequeño altar dedicado al buda Gohonzon que está ubicado contra una pared de su habitación en su casa de Villa Carlos Paz. La escena puede durar una o dos horas y se repite todos los años, el 6 de agosto. Yoshiko es una de las 12 sobrevivientes de la bomba de Hiroshima que viven en Argentina.



Con 93 años recuerda con lucidez aquella mañana horrenda en la que el cielo se cubrió de negro presagiando la muerte de casi toda su familia.



Pasaron 65 años de una de las peores masacres de la humanidad y aún hoy esta mujer de baja estatura se emociona cuando recuerda a su sobrina de 24 años que salió de la casa a trabajar y murió aquella mañana, y a su tío que con quemaduras en la mitad de su cuerpo.



El marido de Yoshiko, como casi todos los hombres jóvenes, había partido a la guerra y la mujer tuvo que hacerse cargo del cuidado de sus cinco hijos. La familia vivía en los alrededores de Hiroshima y aquella mañana Yoshiko, que entonces tenía 25 años, había planificado ir al médico para que le revisaran una pierna que le dolía desde hacía tiempo.



"A las cinco de la mañana escuchamos por la radio que nos avisaban que venían aviones norteamericanos", cuenta la mujer. "Al amanecer llegó a casa el hermano de mi marido a traernos verdura y a eso de las ocho escuchamos una gran explosión", agrega.



Instruidos por el gobierno japonés, la familia se arrojó al piso tapándose las orejas y los ojos. "El cielo se oscureció y cuando pasó la onda expansiva pudimos ver el hongo que se formó sobre la ciudad. Fue algo horrible", se explaya.



Yoshiko cuenta que rompió en llanto al pensar en toda su familia que vivía en el centro de la ciudad. "Los hermanos de mi madre tenían comercios en la ciudad, todos ellos murieron", afirma.



A las pocas horas las sirenas de los bomberos llegaron hasta el caserío en el que vivía y se empezaron a escuchar los altavoces que solicitaban la ayuda de los vecinos para atender a los heridos. "A las 14 llegó un camión lleno de gente herida que lloraba y pedía ayuda", recuerda Yoshiko, y no puede evitar volver a llorar.



"Al rato vimos llegar a un hombre con el cuerpo quemado, las ropas rotas, y un niño recién nacido en los brazos. Le preguntamos dónde estaba la madre y el hombre, aturdido, nos dijo que no sabía", cuenta la mujer, quien desde ese día trabajó durante dos meses como enfermera en hospitales y escuelas de la zona. "Esa tarde, en el hospital, me tocó cuidar a un niño de cinco años que me pedía agua. Cuando le iba a dar, un bombero me dijo que no lo hiciera, que le iba a hacer daño. Esa noche murió", relata.



Las imágenes caen de la memoria intacta de esta señora japonesa que vive desde hace 13 años en Carlos Paz y que quiso venir a la Argentina para olvidar la tragedia. "En el hospital me dieron un número, el 5, el mismo que tenía la persona a la que tenía que cuidar. Cuando la encontré era una mujer a la que habían puesto boca abajo. Tenía toda la espalda quemada. La piel era dura, como madera. Y debajo de ella había gusanos".



El relato sigue y cada vez es más duro para Yoshiko, que recuerda a su tío, que no quería que ella lo viera así, con el cuerpo quemado y el rostro desfigurado. Viajó a la Argentina cumpliendo aquel pedido y nunca más volvió a verlo.



"No puedo contar cuántos familiares murieron ese día. Tengo bronca. No se va con el tiempo y es una bronca asquerosa. No entiendo cómo pudieron matar a tanta gente inocente, a tantas criaturas", afirma.-

YOSHIKO KOHARI: viajo por todo el mundo y llego a la Argentina en 1969, trabajo hasta los 80 años como empleada domestiva. Yoshiko y Argentina, cuando habla de Argentina no tiene otra palabra mas que agradecimiento. Asegura que no hay otro País como el nuestro y que sus ciudadanos no lo saben valorar. "La gente y las mujeres sobre todo, se quejan mucho de cualquier cosa", comenta y se ríe.



Fuente: http://www.lavoz.com.ar/noticias/mundo/la-bronca-que-tengono-se-va-con-el-tiempo



“hibakusha”: son las sobrevivientes de la bomba atómica. Sus relatos sobre enfermedades y tratamientos dolorosos siguen siendo una prueba poderosa sobre la devastación causada por el arma letal.Su sufrimiento no fue sólo por las quemaduras de la radiación y los consiguientes problemas médicos, sino por la estigmatización y discriminación que padecen los sobrevivientes y sus familias.“Las evitaban porque estaban contaminadas”

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