Auge, apogeo y ocaso del dictador que sojuzgó a su pueblo por 42 años
Seguidor de Nasser, destronó al rey Idris.
Fue enemigo y luego socio de Occidente, que lo dejó hacer.
Por julio Algañaraz
Roma. Corresponsal
No escapó y peleó hasta el final: éste debe ser un epitafio que le hubiera gustado al beduino Muammar Kadafi, que murió ayer 69 años después de que su madre lo tuvo en una tienda del desierto cerca de Sirte, principio y final de la vida de uno de los más dramáticos y coloridos líderes árabes.
También el más longevo porque duraba ya desde hace 42 años. Del dictador Kadafi se puede decir de todo, pero la foto que da vueltas hoy por el mundo y que lo muestra exánime, sangriento, impresiona, da compasión.
“Sic transit gloria mundi” (así pasa la gloria del mundo), dijo cínico Silvio Berlusconi, que hace un año besó públicamente las manos de Kadafi en Roma, para después dar las bases imprescindibles del sur de Italia y varios aviones a fin de bombardear a su ex amigo en la operación colonial de la OTAN, la alianza militar occidental, disfrazada de contribución a la libertad de un pueblo.
De la cuna a la tumba, nuestro personaje ha sido protagonista de una vida extraordinaria. Era un capitán de 27 años, que amaba la figura inspiradora del egipcio Gamal Abdel Nasser y sus sueños de panarabismo. Cuando el 1 de setiembre de 1969 echó con otros jóvenes oficiales al rey Idris, Muammar se autopromovió a coronel e inició la aventura del “socialismo islámico”, una ensalada de nacionalismo panárabe que delineó como filosofía política en los tres volúmenes del Libro Verde, que publicó entre 1975 y 1979. Esas fueron las bases de la Gran Jamahiriya, popular y socialista, sin partidos y sin líderes gobernada por el pueblo, como vendía Kadafi, que se proponía como “un militante más”.
Se sentía el “rey de reyes” de Africa como en los tiempos remotos de Salomón y de los emperadores etíopes. Muammar amaba los excesos: uniformes deslumbrantes, mujeres espectaculares que servían de custodios y para todo servicio. Una familia numerosa que vivía en el lujo más odioso, con hijos caprichosos que gozaban de un poder increíble, feudal.
Kadafi llevó tantos excesos a la arena política y hasta se creyó que podía enfrentar abiertamente a Estados Unidos. En 1981 hubo un choque aéreo en el golfo de Sirte, que no llegó a mayores porque EE.UU. recibía el 40% del petróleo libio. Pero el coronel de la Jamahiriya apoyaba a la guerrilla católica del IRA irlandés y al “setiembre negro” palestino. Cuando Ronald Reagan llegó al poder lo proclamó enemigo público número uno. El 15 de abril de 1986 los norteamericanos bombardearon Tripoli y Kadafi se salvó por un pelo de morir con su familia.
Las víctimas de la represión en Libia se cuentan por miles, pero Kadafi cometió un crimen internacional terrible en venganza por aquellas bombas. El 21 de diciembre de 1988 explotó una bomba a bordo de un avión de Pan American sobre la aldea escocesa de Lockerbie. Murieron los 259 pasajeros y tripulantes del Jumbo 747 y 11 aldeanos.
Castigada por la ONU con un embargo económico que duró años, Kadafi en 1999 dio una media vuelta espectacular. Entregó a los dos agentes libios considerados responsables del atentado y pagó una indemnización a los familiares de las víctimas.
De aquellos saltos mortales quedan montañas de secretos inconfesables que un ejército de agentes secretos tratan de hacer desaparecer desde que Trípoli cayó en manos de los insurrectos de Bengasi.
Occidente pasó de enemigo a padrino del coronel. Documentos hallados en Trípoli mostraron que Kadafi permitió a EE.UU. armar una Guantánamo en el desierto libio con prisioneros árabes tras Irak. Otro texto revela una rareza casi exótica: ex funcionarios de George W.Bush habrían asesorado a Kadafi durante la guerra civil para enfrentar a los insurrectos de Bengasi y los bombardeos de la OTAN.
Kadafi está muerto pero no se ha llevado los secretos del régimen a la tumba. Cuando la Caja de Pandora termine de ser destapada, el asombro de la carrera para complacer al coronel libio y hacer con él todo tipo de negocios –incluídas las armas- mostrará el otro rostro de Occidente, el que manda detrás de los valores democráticos, cuando vale la pena para redondear más negocios. El espectro de Muammar, el beduino que nació y murió en Sirte, seguirá entre nosotros aún durante mucho tiempo.
http://www.clarin.com/mundo/Auge-apogeo-dictador-sojuzgo-pueblo_0_576542380.html
Ha muerto Muammar El Khadaffi. Fue asesinado por la OTAN el ejército de la globalización, de las potencias coloniales y de las multinacionales, en nombre de la "libertad" y de la "democracia". Khadaffi con genio supo unir a más de cincuenta tribus del desierto enseñándole una testarudez llamada Patria, liberando al pueblo libio del sometimiento y la esclavitud colonial recogiendo el legado histórico de Omar Mukhtar. Fundó la Libia moderna, el país con mayor desarrollo humano del continente africano. Khadaffi fue un leal amigo de la Argentina debiendo nosotros recordar siempre su apoyo incondicional a la causa de Malvinas y a la guerra que libramos contra el usurpador ingles. Khadaffi fue un líder árabe digno, comprometido con la Tercera Posición y con la lucha por la liberación de los pueblos, que no huyo, ni se rindió. Días aciagos y de esclavitud le esperan a los libios, "protegidos" por el imperialismo, iguales a los que padecen los iraquíes, los afganos y los palestinos. Que Dios misericordioso recoja el alma del coronel Khadaffi y ampare al pueblo libio.
Dr. Antonio Mitre
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