Por Jesús Argumosa
El pasado miércoles, día 22, el presidente norteamericano, Barak Obama, anunció el comienzo de la salida de las tropas norteamericanas de Afganistán, señalando que el próximo mes de julio iniciarán la marcha parte de los 10.000 efectivos que se retirarán de Afganistán antes de finalizar este año. Asimismo, declaró que para el verano de 2012, habrían regresado a casa un total de 33.000 militares norteamericanos, dando así fin al incremento de tropas que declaró en West Point, en diciembre de 2009, cuando estableció su estrategia para Afganistán.
Más adelante añadió que, después de esta reducción inicial, los cerca de 70.000 militares norteamericanas restantes seguirán replegándose de Afganistán en un proceso de transición que llegará hasta final del año 2014, al mismo tiempo que el pueblo afgano se hace responsable de su propia seguridad.
Con independencia de que el discurso de Obama ha despertado más críticas que elogios, lo cierto es que los tres objetivos que el presidente señaló en 2009: desmantelar y negarle refugio a Al Qaeda; aumentar el poder de las Fuerzas de seguridad y del gobierno afgano para hacerse responsables de su propia seguridad; y colaborar e incrementar la alianza con Pakistán, solo se han cumplido parcialmente dejando una situación incierta e impredecible, no estando nadie seguro de cuál será el futuro de Afganistán, una vez se hayan replegado las tropas internacionales.
La falta de liderazgo global
Existe un acuerdo general en que Estados Unidos, en los últimos 20 años, desde la caída de la Unión Soviética, en el año 1991, ha ejercido un rol imperial, como lo hacían los viejos imperios, Roma o Gran Bretaña, con una mezcla de dominio militar, económico, diplomático y cultural, que proporcionaba beneficios para todos.
Decía Zbigniew Brzezinsky, en 2007, en su obra Tres presidentes, que el primer líder global, Bush padre, no aprovechó la oportunidad que se le brindaba a su país; Clinton, fue demasiado complaciente a la hora de encarar esa oportunidad; y Bush hijo, la convirtió en una herida autoinfligida y purulenta, al tiempo que suscitaba una creciente hostilidad mundial contra Estados Unidos.
El punto clave se halla en la forma de establecer el equilibrio de poder, instrumento principal del sistema imperial para evitar las coaliciones adversas. Si Estados Unidos no es capaz de establecer el equilibro de poder como a él le interesa en diferentes regiones del mundo, ya sea Oriente Medio, Asia Central o Asia Pacífico, otros jugadores compartirán con él la constitución del citado equilibrio del poder, en cuyo caso, se implantará el sistema de la multipolaridad.
Aparentemente, hay tres razones por las que se van las tropas norteamericanas de Afganistán, tal como lo ha planteado Obama: las elecciones presidenciales del otoño de 2011; la grave crisis económica donde sobresale su alto endeudamiento global y su enorme déficit comercial, y la falta de apoyo de la opinión pública en la continuación de la guerra en Afganistán- Pakistán.
Sin embargo, el problema es mucho más profundo. La realidad es que Estados Unidos no ha podido constituir un sistema de alianzas o de acuerdos en la región con el objeto de mantener el adecuado equilibrio de poder para que se preserve la seguridad de la misma. Tanto los países vecinos de Afganistán, entre los que destacan Irán y Pakistán, como otros que tienen intereses estratégicos en la región, ya sea India, China o Rusia, han estado ausentes en cualquier negociación sobre la estabilidad de Afganistán.
La nueva geopolítica del poder
Existe una gran preocupación mundial por saber quién ocupará el vacío de poder en que queda esta región, tras la salida de Estados Unidos y sus aliados, donde se libra un Nuevo Gran Juego entre diferentes centros de poder, para tener acceso o controlar la gran cantidad de recursos que existen, atraviesan o está previsto que atraviesen estos territorios, ya sea por medio de oleoductos o gasoductos.
A ello se suma la inestabilidad endémica existente en Pakistán, donde hay un fuerte y activo radicalismo islámico que puede llegar a gobernar el territorio del Indo con el riesgo de destrozar la seguridad de la región al disponer de la bomba nuclear. Por otra parte, la vieja rivalidad entre dos potencias nucleares, India y Pakistán, con el ingrediente de las tres guerras que han enfrentado a ambos países desde su independencia en 1947, añade un grave elemento de peligrosidad a la zona.
Los actores principales que compitieron por conseguir su influencia en el área, en el siglo XIX, fueron Gran Bretaña y Rusia. Actualmente, la lucha se desarrolla entre cuatro grandes potencias, Estados Unidos, China, India y Rusia, junto a otros poderes de segundo nivel como son Pakistán, Irán y Turquía. La salida de Afganistán de la potencia marítima, Estados Unidos, puede producir una importante transformación del mundo en el campo de la geopolítica del poder.
A modo de conclusiones
No cabe duda de que el Gran Juego que comienza de nuevo en Asia Central, está poniendo en cuestión la seguridad mundial. Junto a la carrera nuclear de algunos países, el acceso a los recursos de la zona, que para algunas grandes potencias son vitales, va a ocasionar una nueva configuración geopolítica en la que aparece una reducción significativa del tradicional predominio del mundo euroatlántico.
Estados Unidos se halla en un periodo de transición entre el imperio y la multipolaridad. Obama, cuarto presidente norteamericano con liderazgo global, se encuentra en un momento trascendental en que se manifiestan algunos síntomas de decadencia imperial, en temas tales como Afganistán, el conflicto palestino-israelí o el proceso nuclear iraní.
Con objeto de recuperar la credibilidad y el liderazgo global, el presidente norteamericano debiera articular un sistema de alianzas y pactos que le permita ejercer con destreza el dominio de la geopolítica del poder. Uno de los primeros pasos consiste en establecer un Acuerdo o Pacto de Estabilidad con los actores mundiales y regionales mencionados más arriba, antes de su salida definitiva de Afganistán. Aumentaría sustancialmente su estatura de líder mundial.
*Jesús Rafael Argumosa es General de División
Ex- Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa (EALEDE) del CESEDEN.
Como General de Brigada fue Jefe de la División de Estrategia y Cooperación Militar del EMACON.
Fuente: http://www.ateneadigital.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_5024_ESP.asp#
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