Nos mudamos a Dossier Geopolítico

9 de junio de 2010

BRIC & G20



Los BRIC, el G-20 y el futuro de la economía mundial




Por: Emilio Ocampo


Economista



A medida que los PIGS se hunden en sus problemas financieros y fiscales, los BRIC emergen como una de las locomotoras que pueden ayudar a que el mundo pueda capear esta nueva crisis. Para los que no están al día con estos acrónimos, PIGS incluye a Portugal, Irlanda, Grecia y España (otra variante, PIIGS, incluye también a Italia) mientras que BRIC abarca a Brasil, Rusia, la India y China. El significado en inglés de estos acrónimos refleja la opinión que tienen los inversores sobre estos países. Los primeros son los «cerdos», mientras los segundos son los «ladrillos» (en realidad debería ser bricks). El término BRIC fue inventado en 2001 por un analista del banco de inversión Goldman Sachs. El concepto pegó tan fuerte que no sólo dio origen a una nueva clase de activos (tales como fondos de inversión dedicados), sino también a un nuevo bloque de países cuyos ministros se reúnen regularmente desde 2006.



La crisis del mundo industrializado presenta una gran oportunidad para los BRIC, no sólo desde el punto de vista económico, sino también político. Este detalle no ha pasado inadvertido. Nada menos que Mohamed El-Erian, CEO de PIMCO (el principal inversor institucional de bonos del mundo con más de 1 billón de dólares bajo gestión), y Michael Spence, premio Nobel de Economía de 2001, argumentaron recientemente en un artículo muy comentado que los BRIC podían «salvar» la economía mundial.



Los BRIC irrumpieron en el escenario económico mundial en la última década. En el año 2000 representaban el 16% del PBI global y hoy representan casi la cuarta parte. Según un estudio de Goldman Sachs, en la próxima década el desempeño económico de los BRIC será aún más espectacular. Entre 2011 y 2020, aproximadamente el 45% del crecimiento de la economía mundial provendrá de los BRIC (versus un 20% para EE.UU., Alemania y Japón). ¿Qué significa esto? Si los BRIC continúan en el sendero de crecimiento actual, la economía mundial se transformará de manera radical y permanente. En 2018, su PBI combinado excederá al de Estados Unidos y en 2032 será equivalente al de todo el G-7.



Uno de los factores que explica el fenomenal crecimiento de los BRIC es la aparición de una próspera clase media. Los economistas de Goldman Sachs proyectan que en el año 2020 en estos países habrá casi 1.600 millones de personas con ingresos superiores a los 6.000 dólares (casi el doble que en el G-7). Esta clase media emergente se convertirá en el principal motor del consumo a nivel mundial, lo que tendrá un enorme impacto sobre el comercio internacional. La composición de las importaciones de los BRIC cambiará. La proporción de productos con bajo valor agregado caerá y la de productos con alto valor agregado, como automóviles, computadoras y tecnología aumentará.



El consumo creciente de esta clase media también tendrá un impacto sobre la demanda de energía y de recursos naturales, lo cual es «bueno» para países como la Argentina. Relativizamos lo positivo porque todo esto vendrá acompañado de problemas ambientales crecientes (léase calentamiento global).



Obviamente, en un mundo interconectado, los BRIC no pueden salir indemnes de la crisis. China ya experimenta problemas de competitividad con Alemania gracias a la abrupta depreciación del euro en los últimos meses. Además, como ya señalamos en otro artículo, exhibe fuertes indicios de una burbuja especulativa en el sector inmobiliario. Y si hubiera una recesión reincidente («double dip») en el mundo industrializado, es de esperar un desaceleramiento del crecimiento económico de los BRIC.



Quizás el principal obstáculo que enfrentarán los BRIC será la actitud que adopten los países del G-7 frente a este cambio tectónico en la economía mundial. Es decir, hasta qué punto podrán «acomodar» a estos nuevos jugadores en la «mesa» donde se deciden las principales cuestiones geopolíticas del planeta. Una transición signada por el conflicto y las fricciones puede generar serios problemas, tanto en el ámbito económico como en el político.



El G-20 será el foro en donde se resolverá de qué manera se hace esta transición. Pero como señaló recientemente Ian Bremmer, un analista con una mirada muy aguda sobre cuestiones geopolíticas, conseguir consenso en el G-7 es como tratar de arrear en manada a un grupo de gatos. El problema, según Bremmer, es que el G-20 incluye otros animales que se quieren comer a los gatos.



El debate dentro del G-20 enfrentará el modelo de libre mercado adoptado por los países del G-7 con el de capitalismo intervencionista autoritario imperante en China (y en menor medida en Rusia). La puja entre estos dos modelos definirá el marco en el que se desenvolverá la economía mundial en las próximas dos décadas. Hasta ahora han convivido de manera simbiótica y pacífica. ¿Podrán seguir así? Será interesante ver qué surge de la próxima cumbre del G-20 en Toronto a fines de junio. Pero las verdaderas definiciones no se verán hasta dentro de algunos años.



http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=526709



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