Por Dmitri Kosirev, RIA Novosti
Para escribir este artículo, no se necesitó ningún motivo especial, bastó abrir cualquier periódico estadounidense y ver que ahora sólo se habla de lo mismo.
Sin ir más lejos, una columna reciente del Washington Post, tituló: "Mezcla tóxica". En alusión a la ideología de aquellos que con mucha seguridad ganarán las elecciones al Congreso de EEUU el próximo noviembre.
¿Cuál será el nombre más correcto para ellos? ¿Los republicanos? podría ser, o ¿los conservadores del llamado "Partido del Té"?, sin lugar a dudas.
A propósito, los dos partidos mencionados tienen bastante parecido, pero no dejan de ser organizaciones diferentes. ¿Representan a la América profunda, a los rancheros? También.
No obstante, la expresión más acertada de toda la avalancha de títulos teñidos de pánico es "el ataque de los primitivos".
La otra mitad de la población estadounidense, menos primitiva, se muestra francamente preocupada por un posible golpe derechista que se realice por la vía legal en las elecciones.
Y además les da pánico lo salvajes y cafres que son los eventuales futuros congresistas. Su victoria en las elecciones parece un asunto decidido, sobre todo teniendo en cuenta que ya ha habido precedentes: en los años de la presidencia de Bill Clinton, por ejemplo.
En aquel entonces, también los demócratas gobernaban la Casa Blanca y en un principio, las dos cámaras del Congreso. No obstante, pasados dos años, en 1994, los republicanos acabaron haciéndose con el control del legislativo.
La historia puede repetirse a corto plazo. En 1994 a favor de los demócratas estaba dispuesto a votar el 49 % de los electores y a los republicanos, el 42 %, contra los actuales 46 y 47%, respectivamente. Además, ahora la tasa de paro es el doble que la que había durante el Gobierno de Clinton. Así que la derrota parece inevitable.
¿Quién es, pues, esta gente que con toda seguridad llegará al poder en los diferentes Estados y al Congreso?
Citaremos las características ofrecidas por sus rivales políticos. Y es que son realmente demoledoras. Tom Tancredo, que aspira a convertirse en Gobernador del Estado de Colorado, por ejemplo, se declaraba a favor de los bombardeos de La Meca, le aconsejó al Presidente Obama "regresar a Kenia" y llamó a California "un país del tercer mundo", haciendo alusión a la cantidad de inmigrantes residentes.
Otras "joyas" son: Sarah Palin, famosa por su participación estelar (y fugaz) en la última campaña presidencial (sobre la que se dice que tiene un "conocimiento de la Historia y una capacidad analítica propias de un alumno de séptimo año de secundaria", y hay que reconocer que es una descripción bastante acertada); Muke Huckabee, un ferviente baptista que gusta de hacerse pasar por un guitarrista de rock; y Bobby Jindal, que en cierta ocasión participó activamente en una sesión de exorcismo.
En general, son "políticos proclives a la idiotez" y que "han perdido cualquier vínculo con la realidad". Y, no obstante, estos políticos derechistas aseguran ser los "representantes de la verdadera América".
El horror de la oposición "ante esta invasión de bárbaros" es fácil de entender. Parece estar ocurriendo algo que nunca debería haber pasado. La religión de los Estados Unidos es su democracia; es decir, la ilusión de que la gente más bárbara tiene derecho a votar y a decidir algo.
Al mismo tiempo, sin embargo, todo el mundo tiene presente que gobernar a una población, en la que -no nos engañemos- predominan estos bárbaros, deberían unos líderes bien educados y capacitados, una cierta élite política. En caso de que pierdan el rumbo y fracasen, al poder no tarda en llegar la multitud, la masa salvaje.
Es eso precisamente lo que le da miedo a "la otra mitad de la población de Estados Unidos." Miedo de que su sistema político se vea incapaz de poner límites a esta gente y de que el Partido Republicano no pueda con su papel. Existen temores de que la crisis de la nación sea tan profunda que llegue a acabar con el sistema bipartidista, que ha existido durante los últimos cien años y de que esta crisis desencadene una verdadera catástrofe.
¿Y nosotros, los que vivimos fuera de las fronteras estadounidenses, qué postura deberíamos tomar respecto a los representantes de la derecha norteamericana?
Antes que nada, no nos deberíamos rebajar a juicios primitivos. Tanto la civilización rusa como la estadounidense han estado bajo influencia del Imperio Iraní con su religión y su filosofía de zoroastrismo y la eterna lucha del blanco contra el negro y del bien contra el mal.
No obstante, este principio se ha aplicado en numerosas ocasiones por los norteamericanos a la hora de evaluar la situación en Rusia: para ellos el demócrata Mijail Gorbachov se enfrentó a los comunistas ortodoxos y conservadores; y el reformador Boris Yeltsin, a las fuerzas conservadoras; de igual manera que ahora el Presidente Dmitri Medvedev se está enfrentando al Primer Ministro, Vladimir Putin.
Quienes aceptaron este punto de vista, sin lugar a dudas, no han entendido ni entenderán nada de lo que pasa y seguirá pasando en Rusia. Por lo tanto, no deberíamos cometer el mismo error en el caso de los Estados Unidos.
Sería un error creer que los republicanos y el llamado "Partido del Té" pertenecen a la derecha y son una gente "bárbara y primitiva". Otro error sería identificarlos con los neoconservadores y suponer que están pensando mucho en los problemas mundiales y en Rusia.
Los neoconservadores son un grupo aparte, que estaba en el poder durante la presidencia de George Bush: son globalistas en el sentido más directo de esta palabra, que buscaban hacer de Estados Unidos "la única superpotencia" y que se dejaron toda su energía en el intento.
Lo que consiguieron fue provocar en todas partes un profundo sentimiento anti-americano. Sin embargo, en ningún caso son los republicanos ni los "salvajes" derechistas.
Los políticos "salvajes", en su mayoría, no se interesan por el mundo exterior, a no ser que se trate de la inmigración.
El mundo exterior no despierta interés alguno por su parte. La revista Foreign Policy publicó hace poco una investigación bastante minuciosa sobre el tema de "las fuerzas de la derecha en los EE.UU. y la ONU". Para resumir los resultados de la investigación bastaría decir que el lema típico de este tipo de político es dejar de pagar las cuotas de la ONU y echar a este organismo del territorio del país.
Por supuesto, no les caen bien ni Rusia, ni China, ni Europa ni el mundo árabe, pero en estos momentos "los primitivos están centrados" en actuar dentro del país, atacando a sus oponentes políticos, a los que podríamos llamar demócratas, liberales, globalistas, etc.
Un ejemplo reciente: el proyecto de construcción de un centro de cultura islámica a dos manzanas de las Torres Gemelas, destruidas en el atentado del 11-S, ha chocado con una campaña de protesta de esta "gente de la América profunda".
No obstante, los neoyorquinos, incluso los de derechas, tuercen el gesto e insisten en que esta "gente primitiva" odia su ciudad que ha llegado a ser símbolo del globalismo norteamericano.
Lo que estamos presenciando en la actualidad es un completo caos y desbarajuste en el ala derecha, o, si gusta más, paleta, de la política estadounidense. Lo natural es que luego allí llegue a formarse una élite. Ya se verá.
Fuente:
http://sp.rian.ru/analysis/20100828/127590745.html
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