Nos mudamos a Dossier Geopolítico

3 de septiembre de 2011

El (mal) estado del mundo




El (mal) estado del mundo



Hace ahora cincuenta años había tres mundos,


ahora la división sigue pero el equilibrio está cambiando


Por Xavier Batalla



Hace ahora cincuenta años, el 1 de septiembre de 1961, el Movimiento de los No Alineados se fundó en Belgrado. Fue la respuesta de los países en vías de desarrollo a la división del mundo de la guerra fría entre el Oeste, con Estados Unidos, y el Este, con la Unión Soviética, y la iniciativa partió, entre otros, del entonces presidente yugoslavo, Josip Broz Tito; el líder egipcio, Gamal Abdel Naser, y el primer ministro de India, Jawaharlal Nehru. Medio siglo después, la Yugoslavia de Tito no existe; Hosni Murabak, el tercer presidente del régimen inspirado por Naser, fue derrocado el pasado febrero, y Nehru no reconocería al país que dirigió, hoy en una economía emergente.



El mundo ha cambiado. En 1961, el escenario estaba dividido en tres mundos: el primero tenía a Estados Unidos como jefe de filas; el segundo abarcaba el bloque comunista liderado por la Unión Soviética, y el denominado tercer mundo reunía a los que eufemísticamente se les denominaba en vías de desarrollo. Todo cambió con el hundimiento de la Unión Soviética, que en su caída arrastró al segundo mundo. Pero hoy, medio siglo después, aún hay tres mundos. Los No Alineados siguen existiendo, con 118 miembros y 20 países observadores (Grupo 77), pero la división es otra, aunque la hambruna de Somalia es la prueba de que el tiempo pasa en balde.



El primer mundo actual coincide, básicamente, con los treinta y cuatro miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), aunque no todos los que están lo son (como México, atenazado por el narcotráfico). Y el segundo mundo, que ocupa el lugar del comunista, es un conjunto heterogéneo que incluye a China, India, Brasil y Rusia, parte de cuyas sociedades pertenecen al primer mundo pero otras están en el tercero. Parag Khanna, analista de la New American Foundation, lo explica de manera gráfica: "En el primer mundo se recicla la basura y en el tercero se quema; en el segundo mundo se recoge de vez en cuando. En el primer mundo la corrupción es invisible, descontrolada en el tercero y sutil en el segundo".



Khanna, autor de El segundo mundo (Paidós), un apasionante relato de la evolución geopolítica reciente, concluyó en el 2008 –el año de la crisis– que Estados Unidos, la Unión Europea y China -"los tres imperios naturales del mundo"- competirán, con sus modelos distintos, por liderar el siglo XXI. Del modelo estadounidense, escribió Khanna, "puede ser que la guerra sea la manera que tiene Dios de enseñar geografía a los estadounidenses"; del modelo europeo decía que está más preparado para vivir en un mundo geoeconómico que en uno geopolítico, ya que se basa en el consenso, y del modelo chino subrayaba su oferta de cooperación pero, al mismo tiempo, su éxito geopolítico, desde África hasta América Latina.



Tres años después del libro de Khanna, los tres imperios sufren diferentes achaques, lo que pone de manifiesto el (mal) estado del mundo. La revista Time cerró el pasado agosto anunciando "El fin de Europa". "Ha llegado el momento de admitirlo: el viejo orden europeo está llegando a su fin", escribió Rana Foroohar. Puede ser que sea así, y no simplemente un deseo de que el euro se hunda, pero (aunque en letra pequeña también admite Time) Estados Unidos, con dos guerras (tres con Libia) y con sus déficits estructurales, también está abocado a un cambio en el equilibrio del poder entre un Occidente endeudado y un Oriente que produce y además ahorra. Esta semana, Barack Obama ha tenido que invocar el espíritu de posguerra para recuperar la economía.



Los economistas ya calculan cuándo la economía estadounidense se verá eclipsada por China. Las reservas chinas de divisas, que en el 2011 eran de 200.000 millones de dólares, han aumentado hasta los tres billones. Pero el despertar chino, que es el gran enigma del siglo XXI, tampoco escapa al malestar social. En el 2009, fue escenario de 90.000 disturbios y huelgas, según un estudio publicado por dos profesores de la Universidad de Nankai. Y en lo que va de año, los incidentes se han multiplicado por los abusos de las autoridades y las crecientes desigualdades.



¿Qué modelo de imperio dominará entonces el siglo XXI? Un informe de la Ivy League (ocho universidades privadas de Estados Unidos) ha sentenciado ahora que "el imperialismo ha llegado a su fin". Pero si lo que antes se llamó imperialismo es ahora la globalización, Talleyrand, ministro de Asuntos Exteriores de Napoleón, no debió equivocarse cuando escribió que "el imperio es el arte de poner a los hombres en su lugar".









Malestar global


Barack Obama ha invocado esta semana el espíritu de posguerra para recuperar la economía. Estados Unidos no ha parado de endeudarse; libra dos guerras en Afganistán e Iraq, donde ya ha gastado entre 1,7 y 1,9 billones de euros; en agosto no ha generado más empleos, y Standard & Poor's ha rebajado la calificación de su deuda. Tres años después de la crisis de Wall Street, la Administración va a demandar a una docena de bancos por inflar las hipotecas que concedieron. El Tea Party avanza.



La Unión Europea tampoco ha tenido un verano plácido. Los barrios marginales de las ciudades de Inglaterra han ardido, la respuesta comunitaria a la crisis de la deuda en la eurozona ha sido caótica, la volatilidad de los mercados se ha disparado, y Standard & Poor's ha rebajado esta semana las previsiones de crecimiento para los países del euro. El malestar por la inmigración, por la construcción europea, la incertidumbre por el Estado de bienestar y la globalización empujan a los partidos populistas.



China ha multiplicado sus reservas de divisas desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Entonces, las cifraba en 200.000 millones de dólares; ahora suman más de 3 billones de dólares. Pero China, la segunda economía del mundo y primer acreedor de Estados Unidos, tampoco escapa al malestar social. En lo que va de año, se han multiplicado los disturbios y las huelgas entre la frustración por los abusos de las autoridades, la creciente desigualdad social y el aumento de los precios.



Fuente: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110903/54210591158/el-mal-estado-del-mundo.html



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