Nos mudamos a Dossier Geopolítico

6 de septiembre de 2011

Libro: Tropas Norteamericanas y la geografía del saqueo






Con este titulo se publico en Paraguay la primera edición en el 2005 con una serie de artículos compilados por Santiago Millán, para Base investigaciones sociales, y que debemos destacar que el mismo incluye a articulistas de nivel internacional como: Ana Esther Ceceña; Paul-Marie de la Gorce; Manuel Freytas; Elsa M. Bruzzone; Stella Calloni y también a dos artículos de miembros de nuestro equipo de geopolíticos suramericanos, al Dr. Miguel Ángel Barrios con su tema: Desafíos prioritarios en el área de seguridad y defensa, y quien escribe este comentario Carlos A. Pereyra Mele con el tema: Nueva base del Comando Sur de Estados Unidos en el corazón de Sudamérica (este artículo fue uno de los elementos que llevo al Diario Clarín a realizar una investigación sobre la base aérea Mariscal Estigarribia en el Chaco Paraguayo).





Uno de nuestros lectores del Blogs nos informo sobre este texto que desconocíamos de su existencia, pero que nos alegra el saber que la información y los estudios que realizamos sobre la realidad geopolítica suramericana ha encontrado divulgadores en otros países como en la hermana nación Paraguaya y que además nuestros análisis tienen una gran vigencia y actualidad.





El libro en cuestión lo puede bajar en formato digital (pdf) en la siguiente dirección electrónica: http://www.baseis.org.py/base/h_libros.php?pagina=6





Lic. Carlos A. Pereyra Mele





INTRODUCCIÓN DEL LIBRO





CUANDO LOS PODEROSOS USAN EL RECURSO DE LA FUERZA, MUESTRAN SU DEBILIDAD.









En el caso de los EE.UU., que exhibe hoy de manera indecente su poder militar en América Latina, lo que está demostrando es la vulnerabilidad intrínseca del supuesto carácter imperial del que se jacta. Es un imperialismo basado en la efectividad de las armas, pero con un soporte cada vez más débil en su base económica.





Arrastrando un déficit fiscal monumental, así como un déficit de su balanza comercial igualmente gigantesco, la economía norteamericana durante la primera década del siglo está dando signos inequívocos de graves dificultades.





No es sólo el peligro de la inflación el que la acecha, propiciada por la inminente devaluación del dólar, sino y principalmente, la probabilidad de un crack financiero de proporciones. La insuficiencia de sus recursos estratégicos para la producción y el consumo agrega un condimento central a la creciente agresividad mostrada por el Pentágono en su política hacia América Latina.





En la selección de lecturas que Santiago Millán presenta en este compendio, podrá encontrarse suficiente información sobre las verdades que se esconden detrás de la “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo” con la que los “halcones” del gobierno norteamericano pretenden camuflar el saqueo de nuestras riquezas continentales. Sin embargo, poco se escribió aún sobre la perentoria necesidad del capitalismo norteamericano de hacer un “ajuste espacio-temporal”, ajuste que busca continuar oxigenando al sector financiero, hegemónico, del capitalismo. La idea es de David Harvey (1) quien sostiene que el capitalismo hoy en día es incapaz de “acumular a través de la reproducción ampliada sobre una base sustentable”, lo cual “ha sido acompañado por crecientes intentos de acumular mediante la desposesión”.





En su esencia el ajuste-espacio temporal asume que la sobreacumulación en un determinado territorio (en este caso, EE.UU., pero también en otros países de capitalismo avanzado) genera un excedente de trabajo (produciendo un creciente desempleo) y un excedente de capital (que se expresa ya sea con sobreabundancia de mercancías que no pueden venderse sin pérdidas, ya sea como capacidad productiva desaprovechada, ya sea como excedentes de capital-dinero que no tienen oportunidades de inversión productiva rentable, lo cual es gravísimo para el sistema financiero). O sea, sobra trabajo, sobran mercancías y sobra dinero.





En estas circunstancias (y nos atenemos ahora sólo a) los excedentes de capital, pueden ser absorbidos por un desplazamiento temporal a través de inversiones de capital en proyectos de largo plazo (piénsese en proyectos como el PPP o el IIRSA) que lo que hacen es diferir para el futuro la entrada en circulación de esos excedentes actuales de capital. O pueden ser absorbidos por desplazamientos espaciales, a través de la apertura de nuevos mercados (caso ALCA o TLC bilaterales), de nuevas capacidades productivas (por ejemplo las generadas por la biotecnología con los transgénicos por citar sólo un caso) y nuevas posibilidades de recursos (agua o la Amazonia en Sudamérica) y de trabajo en otros lugares (mano de obra barata de nuestros países).





Harvey agrega otro elemento; cuando los desplazamientos temporales y espaciales se combinan, el capital fijo inmovilizado en el ambiente construido (piénsese en las hidrovías, terminales portuarias y aeroportuarias, ferrocarriles, enlaces con fibra óptica, previstas en el IIRSA) es particularmente importante.





El capital fijo así inmovilizado brinda la infraestructura física necesaria para que la producción y el consumo se realicen en el espacio y en el tiempo.





Agrega el autor que éste no es un sector menor de la economía capitalista y permite, además absorber grandes cantidades de capital y trabajo, particularmente en condiciones de rápida expansión e intensificación geográfica (cursivas nuestras) como las que hoy día presenta el imperialismo norteamericano.





Y ahora lo central: la fase actual del capitalismo tiene la hegemonía del Capital financiero; pues bien, esta reasignación de los excedentes de capital hacia estas inversiones “requiere de la mediación de las instituciones financieras y/o estatales capaces de generar crédito”. En condiciones históricas como las actuales, la expansión norteamericana sobre América Latina es -para ellos- una estrategia de salvataje del sector hegemónico del capitalismo.





Añádase a lo anterior que –siempre según Harvey- “actualmente la fuerte oposición por parte de los propietarios del capital a cualquier política de redistribución o de mejora social interna en EE.UU. no deja otra opción que mirar al exterior para resolver sus dificultades económicas”. De esta forma, sigue diciendo el autor: “una alianza non sancta entre los poderes estatales (los halcones de Bush) y los aspectos depredadores del capital financiero forman la punta de lanza de un ´capitalismo de rapiña´ dedicado a la apropiación y devaluación de activos, más que a su construcción a través de inversiones productivas”. Es lo que se conoce como acumulación por desposesión.





No es pues sólo la apropiación por saqueo de recursos naturales que son preciosos y lo serán aún más en el futuro cercano (como el agua, el gas, el petróleo, la soja, la biodiversidad) lo que impulsa a EE.UU. air paulatinamente ocupando militarmente el territorio latinoamericano y caribeño, es también la angustia de un capital financiero que afronta una crisis de proporciones todavía desconocidas, pero grandes.





Harvey cita a Arendt mencionando que “para Gran Bretaña en el siglo XIX, las depresiones de los ´60 y ´70 dieron el impulso inicial de una nueva forma de imperialismo en la que la burguesía tomó conciencia de que ´por primera vez, el pecado original del simple robo, que siglos antes había hecho posible la acumulación originaria de capital (Marx) y que había posibilitado toda acumulación posterior, debía repetirse una y otra vez, so pena de que el motor de la acumulación súbitamente se detuviera´. Esto nos retrotraea las relaciones entre la búsqueda de ajustes espacio-temporales, los poderes estatales, la acumulación por desposesión y las formas de imperialismo contemporáneo” (115).





BASE Investigaciones Sociales agradece el oportuno apoyo de Santiago Millán Zuñiga, alumno avanzado de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Bogotá, quien con su visita de pasantía académica en nuestro Centro, ha entregado una valiosa colaboración para que, con su compilación, tengamos una noción más clara de qué hacen los militares norteamericanos en nuestro país.





TOMÁS PALAU VILADESAU





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